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🎬Narrador omnisciente:

Sentir aquellos besos por su cuello era como droga para Haiden. Chocar sus labios y empezar una danza majestuosa, sabía a vainilla mezclada con menta. Le encantaba el sabor de sus labios, y pegarse más a su cuerpo era una señal de lo que su organismo estaba sintiendo. Las grandes manos de Shinichiro en su cintura, como la apretaba y acariciaba con tanto cariño y lujuria era como sentirse una persona nueva. A veces acariciaba su redondo trasero con descaro, gimiendo en su oído adrede y sintiendo como mordía más fuerte su cuello. Jadeaba y gemía a gusto por los toques del más alto. Enredaba sus dedos en las hebras oscuras del Sano mayor, acariciando su nuca y cuero cabelludo. Le encantaba escuchar las pequeñas palabras melosas que Shinishiro le susurraba con sensualidad al odio. Repasando el caparazón de su oreja con la lengua, y como después soltaba una pequeña risa al ver su estado nervioso y jadeante. Le encantaba.

Su muslo fue agarrado con fuerza, apresado contra la cintura de Shinichiro y no tardo en sentir la entrepierna del pelinegro juntarse con la suya. Escucho el pequeño gruñido que salieron de entre los labios del contrario, apresar las dos piernas en su cintura y chocar su espalda contra la pared. Soltó un jadeo sorpresivo por ese movimiento imprevisto, gimiendo cuando sus labios fueron atacados con ferocidad por el mayor. Las gafas fueron retiradas de su rostro, y la pequeña gomilla que recogía su cabello cayó al suelo junto a su camiseta. El frío de la pared le hizo sisear cuando sus labios rojos e hinchados fueron liberados. Jadeaba mirando al techo al sentir los besos y mordidas en su cuello y clavícula. El sonrojo en su rostro era demasiado notable, y Shinichiro sonreía por ello.

El pasillo estaba en silencio, y lo único que se escuchaba eran los morbosos sonidos de los besos, gemidos y gruñidos. Era música para los odios del par.

Su trasero fue agarrado con delicadeza, sus brazos pasaron por alrededor del cuello de Shinichiro y junto sus labios en un candente beso. Sus lenguas chocaban y jugaban entre ellas, mordiendose los labios mutuamente y tratándose los propios gemidos y gruñidos que ambos soltaban con desesperación. Hasta que llegaron a la habitación del dueño de la casa. Shinishiro abrió la puerta con cuidado, intentando no hacer ruido para que la mascota de Haiden no despertará de su sueño. Cerró la puerta corrediza tras él, soltando cuidadosamente a Haiden en la cama y despojándose de su fina camisa blanca. Sintió las manos curiosas de Kimura pasar por su torso marcado, pasando sus yemas por cada lugar que le hiciera delirar. Sonrió burlón por ello, escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello y chupando y lamiendo cada lugar que hacía gemir al pequeño debajo de él.

Pego sus cuerpos, realizando pequeñas embestidas sobre la ropa. Haiden echo la cabeza hacia atrás, arqueado un poco la espalda. Esa sensación era espectacular y Shinichiro no pararía hasta que el teñido no le dijera "basta". Se besaban y se tocaban el uno al otro. Haiden apretaba los brazos del mayor con fuerza, gimiendo por la estimulación que su miembro estaba recibiendo sobre los pantalones. Aunque estos no tardaron de caer al suelo junto a su ropa interior. Shinichiro no le dejó pasar frío, y junto su cuerpo desnudo junto al suyo. Se daban calor mutuamente.

Su cuello, clavícula y mandíbula fueron besados con amor. Hasta que los labios del pelinegro envolvieron sus peones rosados. Los chupaba con avidez y los mordía con algo de fuerza, dejando la marca de sus dientes alrededor y disfrutando de oír los gemidos salir de entre los labios del menor. Aquella sensación le causaba hormigueo en su zona baja, y rezaba en su cabeza para que Shinichiro no se diera cuenta. Aunque cuando sintió algo cálido envolver su longitud supo que sus plegarias no habían sido escuchadas. Gimió, sintiendo el sube y baja de la mano del mayor por su miembro, lentamente creando una fricción que cada vez lo llevaba más haya. El portador de ojos oscuros como el cielo estrellado le susurraba palabras tan inundadas de amor y cariño que hacía derretir a Haiden más de lo que ya estaba entre sus brazos. Gemía en busca de más placer levantando las caderas, pero sentir unos repentinos dedos acariciar su entrada le hizo sobresaltarse y arquear la espalda. Shinichiro sonrió complacido por el resultado, adentrando dos de sus dedos en el interior del menor. Su miembro se erguía cada vez que veía la expresión sonrojada de Haiden. Verlo disfrutar de las caricias en sus paredes internas y gemir por la fricción de su mano en su falo. Era la vista más hermosa que podría haber observado.

¿𝐐𝐔𝐄́ 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐑𝐈́𝐀 𝐒𝐈...? . 𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora