" Nosotros los asesinos seriales somos sus hijos, somos sus esposos, estamos en todas partes y habrá más de sus niños muertos mañana".
Ted Bundy
Narrador omnisciente
Días habían pasado desde que Jonathan fue víctima de un intento de venganza por parte del padre de una de sus anteriores presas como el mismo denominaba. En este tiempo los que quedaban del equipo de Black se habían retirado de la Ciudad, incluso Benjamin se había tenido que ir obligado por sus superiores pero se mantenía en contacto con Ámbar ya que se había enamorado de la chica que no sentía nada por él ya que sin su distracción se había dedicado por completo a atender a su maltratado compañero del crimen.
Jonathan tenía suficiente tiempo libre y aunque Black lo había tratado de intimidar antes de irse diciéndole que lo atraparía el chico de cabellos rubios no había podido hacer nada para cumplir esa palabra, Jonathan era como mínimo sumamente organizado y no había dejado nunca ningún rastro de lo que había hecho.
En esos días la cabeza de Jonathan solo pensaba en la manera de hacer que el agente regresara y sabía que tenía en sus manos a la pieza perfecta para hacer que saliera de su escondite, donde quiera que fuera eso.
Con calma acondicionó todo para que Ámbar fungiera como moneda de cambio para Black, sin rate último saber que ella sólo sería su perdición.
A Jonathan le molestaba el haber dejado ir a algunos agentes pero por mucho que tratará sabía que no los iba a encontrar, el sistema de protección de testigos era algo que hasta ahora no había querido burlar, les daría al menos esa nueva vida lejos de él y sus costumbres. Solo Black era ahora objetivo de su furia.
Mientras seguía en sus clases de la universidad acomodaba cada pieza del ajedrez y leía todas las noches junto a Ámbar los mensajes que Benjamín le pasaba, ese había sido la única condición que había puesto para irse de aquel lugar antes de resolver su caso. Solo le importaba tener aquella comunicación con Ámbar y saber que ella estaba a salvo ya que tenía miedo de que se convirtiera en una de las víctimas de Jonathan por ser su chica, ya que sí, el la consideraba su chica.
Una noche, la elegida por aquellos dos Ámbar dejó de contestar sus mensajes , así pasó más de 5 días sin que Benjamin Black tuviera noticia alguna de ella, su corazón se empezaba a preocupar en sobremanera. Tenía un mal presentimiento. Algo había sucedido.
— Creo que ya ha sido suficiente tiempo para mantenerlo al margen , ya debe estar tirando de cada mechón de pelo rubio de su cabeza— le decía Jonathan a la chica que tenía desnuda a su lado mientras se fumaba un cigarrillo.
— Entonces ¿ Cuándo comenzamos con lo que tenemos planeado?
— Esta misma noche, te llevaré a otra locación, ahí te amarraré a una silla, te daré unas cuantas capas de maquillaje y te haré unos cuantos cortes, no serán profundos, solo lo suficiente como para que salga sangres de ellos mientras le envíe el vídeo a Black. Tienes que aparentar ser una damisela en peligro.
— A tu lado siempre soy una damisela en peligro — dijo coqueta mientras se subía encima de él y comenzaba un vaivén de caderas buscando el placer que su chico tenía para ofrecerle antes de terminar todo lo que habían comenzado hace algún tiempo.
— Buena niña— le dijo él y la agarró por las nalgas mientras entraba en ella de una sola estocada.
Su tarde entre sudores y orgasmos estaba llegando al final, ahora solo tenían que irse y preparar todo los que habían planeado.
Llegaron al lugar previsto y todo ya estaba dispuesto, la silla en su lugar, la cámara apuntando hacia ella, los instrumentos de tortura dispuestos en orden de tamaño, las cadenas detrás con ganchos y colgando de ellos cada uno de los trofeos que había arrancado de la piel de sus víctimas. Algo estaba claro, aquel era el golpe final y todo tenía que salir bien.
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Sed De Sangre I
Mystery / ThrillerJonathan siempre supo que era diferente, disfrutaba las cosas que a otros le parecían estar mal, para él jugar con la vida de los que lo rodeaban era exitante. Era el maestro tritiritero moviendo los hilos a su antojo. Disfrutaba matar y que otros m...