Llegás a casa. Fue un día cansado. Pasaste todo el día solo, en la Universidad nadie se fija en vos. Pero no importa. No importa. En el bus, con los audífonos puestos, apoyás tu cabeza en el vidrio y cerrás los ojos.
Una vez allí, apagás el móvil y te quitás la chaqueta. Te ponés tu sudadera favorita, la gris. La casa está sola. Tu alma también. Te quitás los zapatos y te calzás aquellas zapatillas viejas y cómodas que te regalaron. Ahora sos vos mismo. Ya no tenés que fingir sonrisas forzadas, ni hablarle a gente que nada le importás. Te prepará un té de los herbales que compraste allá en Barrio Escalante. Inmediatamente tu mente vaga por preciosas quimeras. Te sentás en aquél armonio antiguo que le compraste a tu colega. Acariciás sus teclas, como un enamorado. Inmediatamente una melodía empieza a nacer en tu cabeza. Las voces la tararean. El armonio responde a tus manos, pero no basta. No basta. Necesitás desahogarte, vaciar tu mente. Volver a la cotidianidad para poder seguir con cordura. Cada segundo pesa. Cada día pesa. El dique empieza a ceder. Nada te relaja. Lo necesitás a él. Sólo a él. Salís de casa.
Al acercarte él ya te ha saludado. Sonríe sin palabras, porque ya sabía que llegarías. Siempre te está esperando. Tus caricias son para él una fiesta. Suena una flauta, triste, melancólica así, como tu alma. Tímida. Con un toque de magia. Se le incorpora un oboe que da un ambiente frío y acogedor, como una cabaña. La serotonina sube lentamente. La rabia que sentías se transforma, crece también hasta límites insospechados.
Una explosión asusta a los pajarillos. Un ejército de trompetas y clavecines ha aparecido. La tierra retumba. Las columnas se estremecen. El suelo se abre, mostrando el infierno. Tu infierno. Pero antes que cunda el caos, la misma flauta triste del inicio resuena alegre, como trompeta de serafín que anuncia la buena nueva. Tu rabia se transforma en ternura, y acariciás en sueños el rostro de la bella mujer vestida de sol y con la luna bajo sus pies, que ha venido a rescatarte.
Una vez más él te ha salvado y te ha liberado.Dedicado a Gonzo y a Maeto Telefide.
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Relatos de una Noche sin alma
RomancePara poder llorar y desahogar lo que llevo dentro, suelo pensar en alguna persona, e imaginar historias tristes. Otras ocasiones, intento pensar en un "y que pasaría si...". El amor para mí es un concepto difícil de descifrar. Mis padres son rígidos...