6. A Pa

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Ha pasado tanto tiempo. Miro hacia arriba, buscando respuestas. El polvo empieza a cubrir tus recuerdos. Los sacudo mientras hablo en voz alta. Volverás pronto, claro que sí. Tarareo cosas ante la mirada impávida de Sergio, quien me mira como si estuviera haciendo una estupidez. Y en mi libro, encuentro aquella hoja de arce... La que me diste como garantía de que el día de tu muerte, todo lo tuyo será mio. Y me quiebro por dentro...
Lo que más extraño ahorita son tus buenos días, las flores y los pajaritos. Gracias al buen Dios, sigues aún con nosotros, y tengo la fe y la esperanza de que pronto volverás.
Sin embargo, aún me vuelvo en la iglesia, con la esperanza de ver el portón abierto y el bombillo encendido. No puedo evitarlo. Y aunque lo encuentre encendido, la realidad siempre me golpea.
Le he preguntado a LuDi si será buena idea ofrecerme... Quiero hacerlo, pero siento que se interpretaría a que estaba esperando este momento como leona al acecho. No quiero que se interprete que estaba contigo sólo por interés, esperando mi momento, esperando tu ida, esperando tu... Muerte. Es duro escuchar a Luis, y no escuchar el órgano. Él nos mira, confundido, lanzando preguntas, buscando respuestas. ¿Y yo qué le puedo decir? Siento que el Padre no va a aceptar esta moción, pero prefiero haber sido negada por haberlo postulado, a arrepentirme si te vas y no haberlo intentado.
Ver a otro tocando, ojala algún "enemigo" me rompería el corazón, más de lo que ya lo tengo. Pero tampoco quiero que el órgano muera en el olvido, que se olviden de vos, de mí. De que él algún día sonó glorioso cada semana.
Mientras tanto, Hernán evita hablar de vos. Él también está preocupado, una sombra cubre su rostro, y esta se acentúa cuando mira hacia el órgano apagado. Tiene miedo, miedo de una llamada telefónica. Mirá a cada rato su móvil, con una tensión evidente. Miedo a que, de repente, todo acabe. Miedo de verme sola, indefensa. Sola. Cuando canta, su voz suena vacía. Aunque su canto majestuoso no necesita nada más, no suena igual que siempre.
Evita también mirarme, porque en mi mirada, ve la tristeza y preocupación que refleja la suya. En su bolsillo, una arrugada tarjeta de presentación, de la Orquesta Filarmónica. La Filarmónica... Tu última voluntad.
Trato de no mirar eso. Me horroriza tan siquiera pensar en que algún día esa llamada se realizará. Lo que espero, es que sea dentro de mucho tiempo. De mucho tiempo.
Nada es igual. Todo se ha detenido. Ojalá sea una pesadilla. Que abramos los ojos, y todo sea una pesadilla. Una puta pesadilla. Jueputas todos.
Vuelve pronto, Pa...

Relatos de una Noche sin almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora