Azulitos

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—Amor, he estado pensando un poco —dijo Junkook intentando masticar un trozo de hamburguesa —acerca de...

—No hables con la boca llena, Kook —interrumpí viendo como hacía el esfuerzo de tragar ese pedazo de pan con carne.

Es que era muy bruto para comer, pero al mismo tiempo adorable. Se atascaba tanto al querer contarme sus ideas.

Simplemente lindo.

Se removió en su asiento listo para soltar algo, lo noté inquieto.

—¿Qué pasa? —solté.

—Jennie, ¿crees que soy lo suficiente bueno para que me acepten? —respondió inseguro.

¿Es enserio? Yo sabía que él era muy capaz de lograr lo que se propusiera, y no era porque fuera mi novio, él realmente demostraba capacidades impresionantes para el deporte, amaba correr, saltar y casi volaba detrás de ese balón. Su destreza para evadir oponentes, analizarlos y destrozarlos en la cancha era inigualable.

Nunca lo vi dudar de sus habilidades, y lo raro que era que viniera y se mostrara inseguro.

—Por supuesto, eres de los mejores atletas que he conocido, estoy segura que lo lograrás —afirmé.

—¿Tú me quieres?

¿A qué viene esta pregunta?

—¿Qué? —dije casi ofendida —Kook, por supuesto que lo hago, ¿Qué te hace pensar que no?

—Me iré. Si me aceptan —aclaró, haciendo una mueca que no logré descifrar.

Ahora entiendo.

—Kook, no tienes idea lo mucho que te quiero —dije acomodándome en mi asiento —y por eso quiero que cumplas tus metas y sueños —lo miré fijamente, quería que se asegurara que lo que yo dijera era verdad —. Yo no deseo ser un obstáculo para ti —tomé una pausa —estoy consciente de lo que sucederá, y lo acepto. Tú también deberías.

Te quiero. Quiero que seas libre y feliz.

Por supuesto que estaba triste, dejarlo era dejar ir una parte de mí, no es que estuviéramos terminando, aún faltaban algunos meses, pero no me iba a mortificar pensando en lo que sucedería después, sino en el ahora, y en estos momentos solo quería pasar el mejor de los tiempos con él. Lloraría luego, no hoy.

—Te quiero, no sé lo que haría sin ti —dijo levantándose de su asiento y yendo al mío que parecía un sillón largo. —Te prometo que cuando juegue en la NBA, vendré por ti —finalizó dándome un beso en los labios.

Tu puedes, Junkook. Confío en ti.

—Lo sé, ahora déjame terminar mi ensalada —dije tomando los cubiertos de mi plato.

No había comido nada desde que vinimos, y Junkook ya iba dos hamburguesas.


—Nos vemos mañana, amor —se despidió Junkook justo después de un beso —mañana veremos a las chicas destrozar a todos en el partido.

—¿Vendrás por mí?

—No podré, estaré con Shua ayudándole a entrenar —explicó.

—Está bien, entonces te veré allá —dije lanzando un beso al aire, seguido de cerrar la puerta de mi casa.

No era mucho de deportes, solo sabía que se enfrentarían los mejores equipos universitarios de todo Seúl, o sea, nosotros contra la Universidad Yonsai, y que las chicas jugarían. Solo iría a verlas, porque la verdad no entendía mucho.

Subí a mi habitación, me puse el pijama y me dispuse a dormir.

Tenía el presentimiento que mañana sería un día peculiar, y no precisamente por el partido.


Ella mienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora