¿Almas gemelas?

113 14 17
                                    

Me encontraba frente a la casa de Jennie, justo en la puerta. Levanté mi mano y toqué el botoncito de a un lado, y esperé pacientemente a que abriera.

Le dije que vendría, pero fue muy rápido y casi sin avisar.

Ojalá no me corriera.

Estaba aburrida en mi casa, pensé en hablarles a Namjoon y los chicos, pero decidí hablarle primero a Jennie, y lo hice.

Algo me decía que debía llamarla.

Y fui acertada, pues cuando escuché su voz cortada, no dudé ni un momento en ir a su casa. Por supuesto que no me había tragado el cuento de Hachiko.

La puerta se abrió, y dejó ver a una enana vestida con camiseta y pantalón a juego.

—Linda pijama de perritos —reí.

—Gracias —respondió, con sus mejillas rojas.

Su carita se miraba cansada, y sus ojos estaban rojos he hinchados.

Estaba preocupada por ella, en verdad que me molestaba que Jennie llorara o se la pasara mal.

Creo que desde que nos conocimos, tuvimos un click especial.

Seremos buenas amigas.

—¿Puedo pasar? —pregunté.

No me importaba ser imprudente justo ahora.

Desde que puse un pie en su casa, finura y calidad estaban presentes, era tan elegante y grande, igual que la fachada, y por dentro se notaba que era una casa Premium. Los colores dorados y blancos daban un toque liviano y hermoso, y todo eso observado desde el recibidor.

Nos adentramos más, y observé la sala y cocina, tan elegantes como era de esperarse.

Me llamó la atención las pinturas colgadas en algunas paredes, y las esculturas repartidas por todos los espacios, todo tan perfectamente acomodado.

Se me hacía algo conocido.

—Mi papá ya ha subido —comentó Jennie.

Estaba tan embobada viendo su casa, que no me di cuenta que Jennie estaba en la cocina.

—dumpling, ¿quién es su diseñador de interiores? —hablé, mentiría si dijera que no estuviera fascinada con el juego de colores neutro en su casa —. Un vaso de agua está bien —atiné cuando vi las muecas y movimientos de Jennie ofreciéndome algo de tomar.

—Mi papá y yo diseñamos todo —dijo atragantándose —. Lo siento —se disculpó. Estaba comiendo algo.

—Fascinante.

Jennie estiró su brazo y me dio el vaso con liquido transparente, junto a un platito.

Era zanahoria cortada en tiras, con un poco de aderezo.

—¿Por qué has venido? —cuestionó, su voz estaba tranquila.

Supongo que no estaba molesta.

—Estabas llorando.

—Por una película —dijo riendo.

—Si, por supuesto —hablé con ironía.

Reí y me acerqué a ella.

Y era raro, había tenido un presentimiento, y ¡oh, sorpresa!

No buscaba que me dijera lo que sucedía o sentía, pero tenía una necesidad de hacerla sentir bien.

Me acerqué a ella y en un rápido movimiento la abracé.

¿Qué estoy haciendo?

No lo sé, pero sabía que era necesario.

Ella mienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora