El departamento estaba hecho un asco, había latas por todos lados y basura en cada rincón, por suerte ya me había anticipado a este desastre, y me di a la tarea de contratar a una señora para hacerme el favor de limpiar mi hogar.
Eran las diez de la mañana, y ya no había nadie más, excepto Jennie, que seguía plácidamente dormida en mi habitación.
Jennie.
Un zumbido me hacía doler fuerte la cabeza.
Jennie...
Tomé una sartén de la cocina, lavé mis manos delicadamente, y me acerqué al refrigerador para agarrar un par de huevos y unos trozos de jamón.
Anoche...
Piqué finamente el jamón y lo eché a la sartén, previamente calentado con un poco de aceite.
Nosotras...
Rompí los huevos en un plato hondo y comencé a batirlos rápidamente.
Sus labios...
Eché los huevos batidos a la sartén caliente, y los moví con una espátula.
Su aroma a frutos rojos...
En lo que los huevos se cocían, me acerqué al refrigerador y tomé unas cuantas naranjas.
La calidez de su cercanía...
Exprimí la fruta en un vaso.
Su respiración agitada...
Rebajé el juego con agua, y agregué un poco de endulzante.
Esos ojos afilados...
Tomé la espátula nuevamente, y seguí batiendo los huevos, para no quemarlos.
Su sonrisa...
Apagué el fuego y coloqué dos platos en la isla, para servir los huevos con jamón.
Y casi olvido ese lunar perfectamente colocado en su ceja izquierda, que siempre lleva tapado por el maquillaje.
Serví el jugo en dos vasos, y los pasé a una charola.
¡Lalisa, Lalisa, Lalisa! ¿Qué mierda estás pensando?
Fue solo un beso, no es para tanto.
Fui al cajón de la cocina, y tomé una pastilla, de seguro al despertar, el dolor de cabeza la estaría matando.
También vertí un poco de agua en otro vaso pequeño, y lo coloqué en la charola.
Tomé todo y caminé hasta mi habitación. Intenté abrir la puerta haciendo un sinfín de maniobras para no dejar de caer la comida, pero lo logré, entré.
Puse mis ojos donde se supone que estaba Jennie, pero no la encontré.
—¡Mierda! —grité, cuando vi a Jennie semidesnuda en mi habitación, a un costado de la puerta del baño—, Jennie, lo siento, en verdad lo siento.
Estaba paralizada.
Miré como saltaba con un pie, intentando pasar una pierna por el pantalón, mientras yo miraba esa profunda línea que marcaba la separación de sus pechos, cubierto solamente por su sostén.
—¡Mierda, Manoban! —gruñó, intentando mantenerse de pie.
—Yo en verdad que lo s-siento, soy u-una idiota —tartamudeé.
Tenía buen trasero, para qué negarlo.
—¡Lalisa! —gritó, haciendo ademanes con sus manos, y gestos que no entendía muy bien.
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Ella miente
FanfictionUna nueva e inquietante chica llega a la ciudad, y el corazón de Jennie Kim es enredado. Después de un largo tiempo, Lalisa regresa a Seúl, Corea, a causa de conflictos más allá de su poder. "Lalisa, no lo hagas, por favor" Lo siento.