Gracias

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¡Ding –Dong!

El timbre indicó que ella estaba aquí.

Me levanté del sillón y recorrí toda la sala hasta llegar a la puerta principal.

—¡Jichu! —saludé con ímpetu.

—¡JenJen! —saltó a abrazarme —Pensé que estarías muerta ¿No te duele la cabeza? —preguntó adentrándose a mi casa.

—No, casi ni bebí. No soy alcohólica como tú —solté juguetonamente.

—Alto ahí —murmuró —yo tengo vida social.

—Si con vida social te refieres a salir a emborracharte casi todos los días, entonces no la tengo —me defendí.

Solo pienso que no es tan necesario embriagarte para disfrutar de una buena fiesta.

—bla, bla, bla —exclamó con falsa irritación en su voz —muévete y avancemos con el proyecto.

Nos dirigimos a las escaleras para subir a mi habitación, pero antes vi cómo se desvió a la cocina.

—Estoy de acuerdo en cuidar tu cuerpo y comer sanamente, pero mujer, no tienes nada para picar —murmuró mientras asaltaba mi refrigerador.

—Claro que sí, ahí hay zanahorias y apio, y en la mañana me pareció ver pepino —recordé.

De hecho, comí un poco de pepino en la mañana, y no recuerdo habérmelo acabado.

—Mejor subamos —dijo Jisoo ya a mitad de las escaleras.

Una vez en mi habitación, rebusqué entre mis cajones para revisar algunos libros y apuntes viejos.

Y es que este trabajo era muy importante.

La Lic. Lee, era demasiado exigente, le gustaba demasiado el orden, la ortografía y la calidad.

Sacaba lo más exigente de mí, cansado pero necesario.

—Odio a Lee, ¿cree que no tengo una vida aparte de la estudiantil? —murmuró una Jisoo enojada —Solamente quiere que seamos miserables.

—Yo creo que es muy profesional.

—Profesional mi culo.

Ay Jisoo.

Ya solo nos faltaba la mitad del ensayo y nos salvábamos.


—Jen, ya hemos acabado. Por favor vamos a comer algo, ya es tarde.

—Espera, solo unos ajustes más —dije mientras tecleaba hábilmente.

Solo faltaba una explicación un poco más amplia acerca del funcionamiento de la corteza motora del cerebro.

Sencillo.

—Eso me estás diciendo desde hace media hora —quejó Jisoo moviéndose de un lado a otro.

—Está bien, ya he acabado —dije alegre, estirándome un poco

Es que era perfecto, esto merecía un diez.

Mi obra maestra.

Dejé el portátil en la cama y me enderecé.

Jisoo se metió al baño en lo que yo me cambiaba.

Me acerqué a el ropero y tomé lo más decente, un par de pantalones, una playera y una sudadera. Hacía un poco de frio afuera, y según internet, se aproximaba una tormenta.

—¡Jennie! —el grito de Jisoo hizo que saltara —¡pásame papel!


—Un latte de galleta con doble crema —pidió Jisoo a la chica que estaba detrás del mueble —desde que Lisa me dio uno así, no puedo parar de pedirlo, es delicioso.

Ella mienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora