CAPÍTULO 8

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PREPARÁNDONOS PARA LA LECCIÓN

Aproveché que estábamos en un semáforo para mirarla de arriba abajo.

—Solo si no estás demasiado cansada. 

—Que va, me muero de ganas de saber como es.

—Te aviso de que es posible que la primera vez te duela un poco.

—No te preocupes primito, estoy preparada.

Esa corta conversación me había puesto caliente e inconscientemente me puse a conducir más deprisa para llegar cuanto antes a casa. Una vez allí, le propuse ducharnos juntos y así empezamos a calentar motores y ella aceptó encantada.

—Déjame hacer. —Le dije cuando ya estábamos en el baño. 

Entonces abrí el grifo de la ducha y regulé la temperatura hasta que estuvo a una temperatura agradable. Le mojé una pierna para que me dijera si le parecía bien de temperatura, estaba perfecta. Así que me puse a mojarle todo el cuerpo. Me recreaba la vista viendo como el agua acariciaba su piel de melocotón. 

Luego puse la mano en frente del chorro de la ducha, tapando todos menos uno para concentrar la sensación, y lo dirigí directamente hacia uno de sus pezones. Entonces su cara cambió, al mismo tiempo que el botoncito se endurecía y crecía. Fui alternando el chorro entre los dos pezones y ella no paraba de gemir y de decirme lo mucho que le gustaba.

Lo dejé en el suelo y me llené las manos con gel de baño, las froté para hacer espuma. Empecé a enjabonar todo su cuerpo empezando desde el vientre, subí por el pecho aprovechando para frotar sus pechos y sus pezones con el jabón y haciendo que se endurezcan aún más. En ese momento mi erección estaba ya completa. Mi prima intentó tomarlo con la mano pero yo la detuve diciendo que ya le tocaría a ella limpiarme, y que por ahora era mi turno de limpiarla. 

Cuando ya tenía los brazos llenos de jabón le hice dar la vuelta. Primero me abracé a ella tomando sus pechos y poniendo mi pene duro entre las nalgas, en parte para frotarme con esas nalgas perfectas y en parte para tomar el jabón de delante para llevarlo a la espalda. Le enjaboné bien la espalda haciéndole un masaje al mismo tiempo, volví a llenarme las manos de jabón y pasé directamente a su culito donde volví a recrearme.

Una vez estuvieron las piernas también llenas de jabón, sólo faltaba su entrepierna. Ella tenía un jabón especial para esa zona así que me enjuagué las manos y me las llené de nuevo con ese jabón. Introduje los dedos en su vagina frotando bien y llenándola toda de espuma que pronto se mezcló con sus propios jugos, estuve trabajando su parte más íntima arrodillado delante de ella por un buen rato.

—Tiene que quedar bien limpio. —Le decía y ella se reía. 

Cuando ella ya estaba bien caliente y excitada, volví a levantar la ducha y empecé a quitarle todo el jabón del cuerpo, primero por la espalda, aprovechando para acariciar de nuevo sus nalguitas y luego por delante. Cuando los pechos ya no tenían jabón empecé a lamerle los pezones haciendo que gimiera de nuevo. 

Otra vez me había dejado la entrepierna para el final. Me agaché delante de ella y le hice subir un pié encima de la repisa de la bañera. Puse la ducha en posición de un solo chorro grande y lo dirigí directamente a su vagina. El agua y el jabón resbalaban por sus piernas mientras de su boca se escapaban gemidos cada vez más intensos. Separé sus labios vaginales con mis dedos y dirigí el chorro directamente a su clítoris. Ella se movía incontrolablemente de placer. 

Recorrí entera su vagina abierta con el chorro de agua haciendo que ella cada vez gimiera más fuerte. Y cuando la tenía bien limpia, aparté el chorro de nuevo y metí entera mi lengua en su intimidad llegando a tocar el himen y empecé a recorrer su interior con ella. Casi al instante ella explotó en un sonoro orgasmo, llenándome la boca con sus flujos. Cuando terminó de correrse le enjuagué con la ducha y se la di.

—Ahora es tu turno. —Le dije. 
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