CAPÍTULO 19

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JUEGOS Y SORPRESAS

—Buenos días señor, encantada de volver a tenerle en casa ¿desea que le sirva en algo antes de seguir con la limpieza de la casa?

Eso me ayudó a meterme en el papel, saqué mi vena verde y continué con la actuación.

—Hola Claudia, pues mira, podrías limpiarme a mí, que estoy muy sucio.

—Por supuesto señor, vayamos al baño.

Esto era genial, mi prima era genial, yo vivía en una nube con olor a sexo que hasta me sacaba de la realidad diaria y de las preocupaciones. Desperté de mi trance mental cuando llegamos al cuarto de baño, ella misma me sacó la ropa igual que si yo fuera un niño pequeño y me acompañó hasta la bañera, me pidió que me tumbara y ella se arrodilló en el suelo del baño al tiempo que cogía la ducha, no sin antes haberse quitado los guantes.

En ese momento yo daba gracias por haberme permitido tener una bañera de 2 metros en mi piso. Ella mientras tanto ya había abierto el grifo y me estaba mojando todo el cuerpo. Mientras que con la otra mano acariciaba el pecho, concentrándose en los pezones, cosa que me excitaba tremendamente. Luego me tomó el pene con la mano y comenzó a masajear hasta que estuvo duro completamente. Entonces cerró el agua y dejó el grifo. Se llenó las manos de jabón y comenzó a frotarme todo el pecho.

Una vez tuve el pecho enjabonado y los pezones bien duros, me enjabonó los brazos y los hombros, luego me hizo sentarme para enjabonarme la espalda, de vez en cuando se iba poniendo más jabón en las manos. Cuando estuve enjabonado entero, pasó a mi miembro. Frotaba y masajeaba mi pene duro con jabón y me estaba dando un placer enorme. Pronto mis gemidos se dejaron escuchar, pero ella continuó masturbándome con el jabón cada vez más rápido.

Pude ver perfectamente cómo salía un chorro disparado, hasta Claudia tuvo que levantar la cabeza para ver donde llegaba, mientras tanto de mi pene salieron dos chorros más, pero con menos potencia. Ella seguía masturbándome hasta que mis convulsiones terminaron, aunque por alguna razón, mi pene no desfalleció, siguió derecho apuntando al techo mientras mi prima limpiaba toda mi corrida. Entonces volvió a encender el agua para quitarme todo el jabón y el semen. Una vez estuve enjuagado, me dijo.

—Por favor, señor, póngase de pié para poder comprobar que está todo limpio.

Me puse de pié y ella continuó mojándome con la ducha por un momento, cerró el agua, se descalzó, y se metió en la bañera conmigo, entonces comenzó a lamerme por el cuello bajando lentamente, pasó por el pecho y por la barriga hasta arrodillarse delante de mí, cogió mi mano derecha y se puso a hacerme una felación en cada uno de mis dedos, repitió la misma operación con la mano izquierda y finalmente me lo hizo en el pene.

—Permítame acompañarle a su dormitorio para terminar de acicalarle, señor.

—Está bien Claudia, me encanta que me limpies.

Una vez en el dormitorio, me tumbó en la cama y volvió a comerme el pene.

—Yo también tengo hambre.
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