JUEGO DE ROLES
-¿Quién es usted? No me haga daño por favor.
Entonces comprendí el juego, quería que fingiera una violación. La mente de esa preciosidad que tenía por prima era cada vez más pervertida, y eso a mí me encantaba, así que le seguí el juego. Me acerqué a ella y agarrándola del brazo le dije.
-Tranquila muñeca que no te haré daño si te portas bien.
Entonces la jalé del brazo hasta el sofá, dejándola sentada en el.
-Me portaré bien, seré buena niña, se lo prometo, pero no me haga daño. -Actuaba muy bien, casi parecía que se iba a poner a llorar.
-Ahora quítate el vestido. -Le dije en tono autoritario.
-¡No!
-Como no te lo quites te lo arrancaré yo mismo.
-Pues tendrá que hacerlo porque no pienso obedecer.
Esa contestación me dio a entender que no le importaba si lo rompía y el hecho de hacerlo era algo que me daba mucho morbo.
Así que puse las manos en su escote de pico, aprovechando para tocarle los pechos, agarré el vestido con ambas manos y tiré hacia los lados rasgando el vestido por la parte delantera hasta la cintura y dejando ver el sujetador blanco de corazones que llevaba debajo.
A mi prima le entró la risa tonta. Volví a tomar el vestido por donde se había roto y volví a tirar, esta vez se rasgó hasta media falda y dejaba ver la ropa interior que llevaba a juego con el sujetador.
Un último tirón hizo que la parte delantera del vestido terminara de separarse, quedando sujeto sólo por los tirantes. Mi prima se reía aún cuando tomó las dos partes del vestido y se tapó nuevamente. Siguiendo con la actuación le levanté la mano y le dije con voz de enfadado.
-¿Quién te ha dicho que te tapes?
Por un momento mi prima se encogió asustada pensando que iba a pegarle. Al ver que la bofetada no llegaba, una sonrisa se dibujó en su cara y siguió con la actuación.
-Está bien señor, perdóneme, no volveré a hacer nada que usted no me haya pedido.
Y lentamente se abrió el vestido de nuevo.
-Así me gusta, sé obediente y no te pasará nada. Ahora no te muevas.
Fui a la habitación a buscar el lubricante que tengo en mi habitación, no lo había usado desde el día que llegó mi prima. Cuando volvía al salón, Claudia estaba levantada y se dirigía lentamente a la puerta de salida. En la cara tenía una expresión de travesura y miraba hacia donde yo estaba esperando a que la persiguiera.
Tiré el bote de lubricante al sofá y ella echó a correr hacia la puerta, riéndose. La alcancé cuando fingía que intentaba abrir la puerta sin éxito y la agarré de la nuca. Controlaba mi fuerza para que no pudiera escaparse sin hacerle daño.
La llevé hasta delante del sofá y la solté ahí de pié, mirándome. Entonces hice volar mi mano abierta por delante de su cara sin tocarla y dando una palmada lo más cerca posible de ella para que pareciera una bofetada real.
Del propio susto que se dio, pegó un grito, cayó en el sofá hecha un ovillo y se llevó la mano a la mejilla. Yo me quedé quieto esperando su reacción. Cuando se dio cuenta de que la cara no le dolía se quedó pasmada.
-Que cabrón, el susto que me ha dado. -Dijo para sí.
No pude evitar que se me escapara una carcajada.
-¿Has visto lo que pasa por desobedecerme? Ahora tendré que atarte ¡Levántate!
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Lecciones de amor (+18)
RomanceCómo las oportunidades van surgiendo a partir del momento en que ella se muda a mi apartamento Una serie erótica creada en las experiencias de un chico alrededor de una inexperta que le pide enseñarle todo sobre sexo. Vuelve mi primer libro a estar...