CAPÍTULO 12

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DÍA DE PELÍCULAS

De nuevo me despertó esa suave sensación en mi pene. No podía creer que mi prima me estuviera despertando igual que el día anterior. Esta vez la sensación era más intensa, estaba ya a punto de correrme. Enseguida solté mi primera descarga acompañada de mis gemidos y seguida por otras 3 descargas más.

Esta chica era una diosa de las felaciones, quería tenerla para siempre conmigo y que me despertara siempre así. Cuando terminé de correrme y tenía ya el pene limpio de nuevo, se tumbó al lado mío y me dijo.

—No te imaginas cuanto me gusta hacer esto.

Me reí y le dije.

—Pues por mí, puedes despertarme así cada día.

Me levanté a abrir la persiana y estaba lloviendo, no mucho, pero lo suficiente como para preferir quedarse en casa. Fue a ducharse y cuando salió me duché yo también. Al salir de la ducha, Claudia estaba en la cocina preparando el desayuno.

—¿Qué te parece si hoy nos quedamos aquí viendo pelis? —Le dije.

—Me parece genial. —Dijo sin voltearse.

Tampoco hacía falta que le preguntara eso, ya que ella se había puesto su camiseta y su ropa interior para estar por casa, cosa que demostraba que ya tenía esa intención. Yo me quedé con mi pijama corto de verano que lo deja todo suelto.

Después de desayunar, elegimos una película de mi extensa videoteca y nos acostamos uno al lado del otro en el sofá viendo la peli. Yo la abrazaba desde atrás y podía sentir sus nalgas apretadas contra mi pene, que volvió a la vida en poco tiempo.

Llevábamos ya media peli cuando mi erección ya estaba perfectamente encajada entre sus nalgas. Entonces mi mano, que hasta ahora estaba en su vientre, empezó a acariciarla por debajo de la camiseta en dirección a sus pechos. Pará mí sorpresa no llevaba sujetador.

Al llegar ahí rodeé uno de esos increíbles pechos con mi mano, era firme y me llenaba la mano por completo. Mi pene se apretó más contra sus nalgas sin que yo tuviera que moverme.

—¿Es que no quieres ver la peli? —Me dijo riendo y dándome un beso.

—Yo la peli la estoy viendo.

Al mismo tiempo, mi mano comenzaba a desplazarse por su pecho propinándole unas suaves caricias que hacían que sus pezones se endurecieron por momentos.

—Pero no me dejas verla a mí.

—No te tapo la vista ni nada parecido.

Y me reía sin dejar de acariciarle los pechos con suavidad.

—Está bien.

Después de esto no dijo nada más, pero su respiración se hacía entrecortada. Estuve tocando sus pechos por lo menos un cuarto de hora. Entonces bajé mi mano y descaradamente me abrí paso con los dedos entre sus piernas.

—¿Pero cómo quieres que acabe de ver la peli así?

—Si quieres paro ¿eh? Solo tienes que decirlo. —Y aparté mi mano de su vagina, pero no mucho.

—No, no, no quiero que pares, ya veré la peli otro día.

Seguí paseando mis dedos por toda su intimidad, primero le estimulaba el clítoris, luego se los metía, para volver al cabo de un rato al clítoris de nuevo. Ella cada vez jadeaba más fuerte y yo cada vez aceleraba más el ritmo de mis dedos.

Otros quince minutos pasaron hasta que mi prima ya no pudo más y explotó en un sonoro orgasmo, llenándose la entrepierna y mi mano de sus fluidos vaginales. Mi pene seguía encajado perfectamente entre sus nalgas a través del pijama. Cuando terminó de correrse le puse la mano en frente de su boca.

—¿Quieres probar?

Sin decir nada más comenzó a chuparme los dedos, saboreando el dulce néctar que había salido de su interior. Cuando estuvieron limpios, volví a meter los dedos en su coño para mojarlos de nuevo y se los volví a meter en la boca. Ella seguía chupando, muy golosa. Me di cuenta de que la peli ya se acababa.

—¿Quieres poner otra peli?

—¿Esta vez me dejarás terminar de verla? —Me decía sonriendo y con la respiración aún entrecortada.

—¿Es que la otra no la has visto? Yo la he visto sin problemas.

—¿Si? Está bien, pon otra, pero esta vez cambiamos de posición a ver si eres capaz de verla.

Una vez puesta la peli, me hizo tumbarme boca arriba en el sofá y ella se acomodó de lado entre el respaldo y yo. Sus caricias en el pecho no se hicieron esperar y el bulto de mi pantalón crecía por momentos.

Poco después bajó su mano hasta mi pene que ya estaba completamente duro y luchaba por librarse del escaso pantalón. Se puso a masturbarme suavemente un momento. Había conseguido su objetivo, yo ya no veía la peli.

—¿Qué me dices ahora? —Me preguntó inocentemente.

—Que esta peli es muy interesante. —Le contesté riendo.

Entonces, ni corta ni perezosa lo sacó del pantalón. Se acomodó encima de mí y apartándose la ropa interior se lo clavó sin miramientos en la vagina. Ambos soltamos un sonoro gemido al sentir cómo mi pene se metía por completo en ella.

Sin más preámbulos se puso a cabalgarme. Primero se movía lentamente, pero pronto comenzó un movimiento frenético a lo largo de mi pene.

—¿Qué me dices ahora? ¿Ves la peli o no? —Me dijo entre gemidos.

—Tú tampoco la estás viendo.

Estaba sorprendido de lo rápido que era capaz de mover sus caderas y no tardé demasiado en llenarle la vagina de semen. Eso hizo que se corriera también. Cuando su orgasmo terminó, se salió de encima de mí y volvió a usar su boca para limpiar toda mi entrepierna de los fluidos de ambos.

—No sabes cómo me encanta que hagas eso. —Le dije acariciándole el pelo.

Cuando terminó nos tumbamos otra vez como al principio y pusimos la peli de nuevo ya que ninguno de los dos había visto casi nada. Cuando acabó, preparé la comida y comimos. Estuvimos un buen rato con la tele puesta haciendo sobremesa hasta que se me ocurrió que podría darle a mi prima su tercera lección.
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