10. El secuestro

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DALIA

La semana siguiente pasa sin incidentes. Asisto a todas mis lecciones e incluso trato de dar lo mejor de mí en Literatura, la asignatura que más dificultades me causa. Los profesores ya han fijado fechas para los primeros exámenes parciales, así que los alumnos de penúltimo y último curso dejamos de lado gran parte de nuestro tiempo libre para poder estudiar. A diferencia del sistema educativo de Estados Unidos al que estaba habituada, el italiano es mucho más complejo y agobiante: todo se evalúa con exámenes teóricos, exceptuando las asignaturas optativas.

Mis días se basan en estudiar, comer, ensayar teatro y dormir. Incluso el fin de semana lo paso con Gia en el dormitorio aprendiendo italiano y repasando el guion de Mamma Mia una y otra vez.

El lunes siguiente, después de un examen de matemáticas del que salgo bastante contenta, me encamino a la cafetería a por algo de almuerzo. Pido amablemente a la mujer que hay detrás de la vitrina de bollería un croissant y me lo entrega en una bandeja de plástico, demasiado grande y poco útil. Cojo el bollo con mi mano libre y devuelvo la bandeja a la chica, que me sonríe antes de darse la vuelta y sacudir las pocas migas de hojaldre que han caído sobre la superficie.

Al salir de la luminosa sala, camino por el pasillo y paso inconscientemente junto a una estancia que conozco bastante bien. Me paro frente al portón de madera de la biblioteca. En ese instante, me doy cuenta de que aún no he comenzado el libro del que tratará mi trabajo de fin de trimestre de Literatura. Mi corazón da un pequeño vuelco, de esos que sufres cuando envías un mensaje a la persona equivocada o recuerdas que tenías tareas para entregar al día siguiente.

Me he desentendido completamente de la lectura y quedan solamente dos meses para diciembre. Dos meses en los que tengo que leerme una obra clásica entera y analizarla, indagar sobre su autor y sobre mil cosas más que ni entiendo ni quiero entender. Y para colmo, la persona que me estaba ayudando a llevarlo a cabo era Argus, al que llevo sin ver más de siete largos días. Admito que yo he tenido mucho que ver en eso. He evitado a toda costa la biblioteca y el ala Oeste de la primera planta. Los días que he tenido clase de canto he entrado directamente al aula sin pararme siquiera a admirar los cuadros de las paredes. 

Me prometo a mí misma regresar a la biblioteca esa noche. Es hora de retomar mi rutina nocturna, con Argus o sin él.

Doy la espalda a la gigantesca puerta de doble hoja y salgo al jardín a la hora del recreo. Allí me encuentro con Sam, que me saluda con un beso en la mejilla. Digamos que desde aquel lunes en la playa está bastante más cariñoso conmigo. El otro día, antes de un examen de italiano, trajo una cajita repleta de dulces a mi cuarto para desearme buena suerte. No le dije que no me gustan los caramelos.

* * *

ARGUS

Han pasado casi dos semanas desde la última vez que hablé con Dalia. Sinceramente, su silencio está siendo frustrante de alguna manera retorcida y no sé ni por qué. Si ella es... inaguantable.

Salgo de mi pequeña cabaña con una camisa a medio abrochar, no sin antes rellenar el comedero de Fito hasta que no cabe un solo cereal de pienso más. Este me lo agradece a base de lametones y toquecitos con una de sus patas delanteras. Me despido de él y me dirijo al internado caminando. Se tarda aproximadamente veinte minutos en llegar a través de la maleza de la playa, por el mismo sendero que los de la sociedad secreta recorrieron el día del ritual de iniciación para llegar al acantilado.

Entro por el jardín, abriéndome paso por entre las ramas del antiguo sauce llorón y cruzando posteriormente la pequeña puerta trasera del edificio. Me giro para cerrarla y, la veo. A lo lejos está Dalia, con el uniforme verde lima y el pelo recogido en un moño revuelto, sentada en un banco de madera. Un chico vestido con el chándal del internado se acerca a ella y la besa en la mejilla con entusiasmo. Cierro la puerta de un portazo, impulsado por una rabia repentina y descontrolada.

IgnorantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora