Antonin Dolohov.

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Harry esperaba pacientemente que Severus acabara de poner en orden los papeles de su alta mientras revisaba la lista de Mortifagos muertos. Antonin Dolohov, el pelinegro no podía recordar mucho del sujeto, aunque sí recordaba su rostro.

Lo recordaba de la Batalla del Departamento de Misterios, donde había sido capturado sólo para ser liberado cuando Voldemort había planeado el segundo escape en masa de Azkaban. También estaba seguro de que era una de los magos que lo habían atacado cuando estaba con Hermione y Ron en la cafetería en Londres.

No recordaba haberlo visto en Hogwarts, sin embargo se rumoreaba que se había batido en duelo con Remus y luego con Filius Flitwick, su profesor de encantamientos quien había acabado con el mago.

Claro que la lista de bajas de ambos lados era actualizada constantemente y en alguna ocasiones gente que se había dado por muerta el jueves el lunes se declaraba viva. Así que Harry no había podido estar muy bien informado sobre la gente que habían perdido.

Y las pocas veces que McGonagall lo había visitado y él había preguntado por quién había muerto le daba una mirada de lástima y le decía que hablarían cuando fuera dado de alta. Esa declaración dejaba a Harry con un miedo que duraba durante varias horas.

—Listo, podemos irnos.— Snape parecía enojado y la razón llegó rápidamente a Harry.

—¡Señor Snape! Tiene que tener cuidado con la herida, se lo repito. Lo mejor que puede hacer es tener compañía.— Severus le gruñó y siguió caminando. Sin embargo Harry volteo a ver al sanador.

—¿Por qué tiene que tener cuidado?—

—El veneno ya está fuera de su sistema, es por eso que lo pudimos dar de alta. Pero su cuerpo aún tiene secuelas de lo ocurrido. Tiene que tener un régimen estricto de alimentación y medicamentos.— Harry lo pensó algunos segundos y asintió.

—¿Podría darme una copia de lo que acaba de decir? Yo estaré con él durante las siguientes semanas.— El pelinegro dio una sonrisa amable al sanador esperando que creyera la pequeña mentira. Cuando el mago le entregó unos pergaminos salió corriendo tratando de alcanzar a Snape.

—¿Qué estabas haciendo?—

—Creí que podría ocupar una copia.— Severus bufó y tomó a Harry del brazo para aparecerse en la Hilandera; de alguna forma el día anterior Potter lo había convencido de ser acompañado por el hasta su hogar.

La calle seguía igual de deprimente que la última vez que Severus estuvo ahí. Gracias al sol del mediodía la decadencia de las casas enfiladas era más que obvia. El olor que arrastraba el río era sumamente putrefacto y las personas que se encontraban en la calle tenían apariencia de vagabundo o vándalo.

El pelinegro trataba de ver con detalle a su alrededor, pero Snape lo tomaba con fuerza del brazo y caminaba rápidamente. El mago mayor sabía que el entorno no era el adecuado para alguien como el chico, así que esperaba sacarlo de la calle lo más pronto posible.

—¿Profesor?— Los magos se habían detenido frente a una casa que en opinión de Harry no podía ser habitada por nadie. Había objetos tirados en la acera y parecía haberse incendiado.

Snape camino lentamente hacia la construcción, deseando crear un poco de distancia entre Potter y él. No recordaba tener muchos recuerdos buenos o tal vez ninguno de la casa. Pero era lo único que tenía que le recordaba quién había sido.

Cuando entró a lo que una vez fue su hogar se encontró con el claro mensaje de algún mortifago. La planta baja estaba totalmente destruida por el fuego y no había nada que rescatar.

Atrapando Mortifagos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora