V E I N T I S E I S

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Maratón 2/2

Boggi.

Suspire apretando la mano de Ivan cuando el auto freno en la casa de mis padres, Mi corazón se detuvo al ver la camioneta de mis padres afuera.

—Sabes que aqui voy a estar si pasa algo—Giro mi rostro para vernos.

—Tengo miedo.

—Es lo último que tienes que hacer chiquito, tu puedes—Beso mis labios.

Asenti un poco antes de bajar del auto. La puerta estaba abierta así así entre en silencio.

—¿En donde estabas?

—Eso no importa—Apreté el sobre.

—¿En donde esta el otro mocoso?—Mi madre tomó de su taza de café.

—No pienso decirles—Ellos iban a alegar hasta que les bote el sobre en la mesa—No vamos a volver.

—Eso es...—Ambos se vieron unos segundos—¡Es fantástico!

Mi pecho dolió.

—¡Al fin podré desaserme de ustedes y sobre todo de ti!—Mi padre, no, Andree la señaló.

—¿Que?

—¿Crees que me gusta tener que cumplirte cada maldito capricho que tienes? Por lo menos los mocosos no me pedían nada—La vio molesto.

—¡Estas idiota si crees que te dejaré todo!

—Tengo a los mejores licenciados suerte a ti con intentar quitarme algo—Sonrió egoistamente—¿Porque sigues aquí? Ya vete con el otro niñito.

—¡Tú!—Maya se acercó a mi—¿Q-que edad tienes y el otro también que edad tiene?

Sonreí amargo.

—19 y 12 años—Recogi el sobre de la mesa.

—Tu no me sirves pero...¡La custodia del niño!—Sonrió de forma torcida.

—Oh no, olvida lo que sea que estés pensando a mi y a Nicolas no nos metas en tus cosas y tu si quieres quedate con todo...Honestamente no me interesa.

Salí de la casa aún escuchando sus gritos acerca de porque deberían repartirse a la mitad todo.

—Eso fue rapido—Hablo Ivan apenas entre al auto—Oh cielo, ven aquí.

Abrió sus brazos y como pude me acomode dejando mi espalda recargada en el volante, mis lágrimas bajaron sin poder evitarlo.

—No les importa—Me acurruque en su pecho—A ellos solo les importa el dinero.

—Ya, ya tranquilo—Su mano acariciaba mi espalda—No los necesitas.

—No pero me es inevitable no sentirme mal por su desprecio—Limpie mis mejillas.

—Ellos se lo pierden chiquito, tu y Nicolas son dos personas increíbles y ellos son dos completos jodidos—Acarició mi mejilla—¿Quieres un helado?

—¿Que?

—No quiero que llores por personas como tus padres, prefiero verte sonriendo y con helado hasta la frente—Me sonrió—Vamos por Nicolas y después a la plaza.

—Oye—Alze un poco la cabeza para verlo a los ojos—T-te amo.

No lo deje hablar o terminaría sonrojandome así que simplemente lo bese, lento y con ternura. Sus manos acariciaban mi cintura dando algunos apretones, mis manos se aferraban a su cuello para evitar que se alejara de mi.

El chico del cine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora