IX

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No la había vuelto a ver, ni había tenido noticias suyas desde que se marchó de su ático aterrorizada y ya habían pasado dos semanas de aquel incidente. Desde entonces, Lucifer se había sumado en una espiral de autodestrucción y vicios. Ya ni siquiera bajaba a Lux para proveerse de bebidas, hacía que algún empleado se las llevara. Tampoco iba a trabajar, ni salía del ático para ir a cualquier parte. Había cancelado todas las sesiones que tenía programadas con Linda y había impedido que cualquier persona que no fueran sus empleados, subiera al ático. No quería ver a nadie, excepto a Chloe, pero sabía que ella no aparecería, no después de ver su lado monstruoso. Se torturaba así mismo con el recuerdo de sus ojos asustados, de su cara de pánico cuando vio quién era en realidad y desde entonces, vivía en el autodesprecio. No se molestaba en vestirse. Iba todo el tiempo con sus pantalones de seda y su bata a juego. Ni siquiera le importaba su imagen, había dejado de recortar y cuidar su barba y aplicar producto a su pelo. Ya nada tenía sentido sin ella y aunque desde un principio sabía eso, ahora era cuando realmente lo estaba comprobando.

Mientras tanto, en la consulta de Linda, ella se encontraba con Maze discutiendo acerca de la situación. Desde la revelación, Chloe había cortado lazos con Maze y no había dejado que el demonio viera a su hija.

-Tenemos que hacer algo Linda, echo de menos a Trixie – dijo Maze dando vueltas por el consultorio.

-Lo sé Maze, pero Chloe tiene que procesar lo que vio y me temo que llevará un tiempo.

-Pero no debería tardar mucho más ¿no? Quiero decir, a estas alturas tú ya estabas bien.

-Bueno – contestó Linda poco convencida – me costó digerirlo, pero aún así no es la misma situación.

-¿A qué te refieres? – preguntó Maze deteniéndose en seco.

-Chloe tiene sentimientos por Lucifer, por lo que no es tan fácil aceptar todo esto. Saber que la persona que te gusta o de la que estás enamorada, es el verdadero diablo, no es algo sencillo.

-Mmm – asintió Maze antes de sentarse delante de Linda – deberías hablar con ella. Tú has pasado por lo mismo, aunque no estuvieras enamorada de Lucifer, pero podrías ayudarla con tu punto de vista.

-No es una mala idea, aunque creo que ahora lo que ella necesita es tiempo para procesar todo esto – contestó Linda y antes de que Maze abriese la boca para protestar continuó – pero me pasaré cuando tenga un hueco libre.

La vida de Chloe había dado un giro de 360º; había descubierto que su compañero, con el que trabajaba desde hacía tres años y del cual estaba profundamente enamorada, era el verdadero diablo. Además, tenía por amiga a un demonio, había estado a punto de casarse con Caín, el primer asesino de la historia y el cielo y el infierno existían. Era mucho para procesar, sobre todo para ella que era una mujer de ciencia. Nunca había creído en Dios, ni en el diablo, ni en el cielo, ni en el infierno y ahora todo era real y ella estaba involucrada en ello. Se sentía pequeña ante los acontecimientos y lo único que pudo hacer fue huir, alejarse de todo eso. 

Desde que había dejado el ático de Lucifer después de la revelación, lo primero que hizo fue ir a buscar a su hija, ya que sabía que se encontraba en casa con Maze. Bien, Maze, un demonio del infierno. Ahora entendía muchas cosas acerca de ella y de su personalidad. Nada más llegar a casa, cogió a Trixie y la mandó a su cuarto mientras despachaba a Maze.

-¿Qué te ocurre Decker? – preguntó el demonio confundido ante la actitud de su amiga.

-Necesito que te vayas Maze y por favor, no vuelvas en un tiempo – dijo Chloe con nerviosismo.

-Has visto su otra cara ¿verdad?

Chloe no contestó a la pregunta, pero su mirada respondía por ella; no podía ocultar el miedo que tenía y eso era algo que Maze había visto millones de veces en las almas que había torturado en el infierno.

-Está bien Decker, te daré espacio – contestó Maze dirigiéndose a la puerta para marcharse, pero antes de salir añadió – pero que sepas que jamás os haría daño ni a ti, ni a Trix, ni a nadie que no lo merezca.

Chloe desvió la mirada y cerró la puerta con llave nada más salir Maze de la casa. Fue entonces cuando se derrumbó a los pies de la puerta y comenzó a llorar.

Al día siguiente marchó a comisaría y haciendo de tripas corazón, le pidió a Pierce las vacaciones atrasadas que le correspondían. Ahora lo miraba de una manera completamente diferente; ya no parecía el tipo cariñoso, atento y confiable que le había parecido la primera vez. Ahora veía ese toque de maldad que tenía. Esa parte calculadora y cruel, propia del primer asesino. Tuvo que mantener la compostura y no decirle ahí mismo que lo sabía todo. Aún recordaba las palabras que le había dicho él y aunque era verdad que había huido de Lucifer, definitivamente no iba a volver a sus brazos, en eso se había equivocado.

Después de conseguir sus tres semanas de vacaciones correspondientes, la primera semana se llevó a Trixie de viaje. No muy lejos de los Ángeles, pero lo suficiente para alejarse de allí y desconectar. Habían ido a una cabaña en las montañas. Un sitio tranquilo y acogedor, todo lo contrario del bullicio de la ciudad. Allí había disfrutado paseando con Trixie por los senderos que habían localizado, descubriendo por el camino pequeños animales salvajes. Habían visitado los diferentes lagos que habían escondidos, habían hecho algún que otro picnic al aire libre y sobre todo, habían compartido una agradable semana madre e hija. Todo eso la ayudó a olvidarse momentáneamente de su nuevo conocimiento.

La segunda semana Trixie estaba con Dan, por lo que Chloe estaba sola y de nuevo en casa. Se sentía indefensa estando allí, pensando que en cualquier momento Lucifer podría aparecer en su casa. La primera noche que pasó allí tuvo pesadillas constantes con la cara diabólica de Lucifer; cada escenario era diferente y cada situación también, pero él era el factor común de sus sueños. Por lo que cuando despertó por la mañana, decidió que esa semana tampoco la pasaría en casa. Volvió a armar la maleta y se marchó de nuevo, esta vez a un apartamento cerca de la costa, pero lejos de casa. Allí la calma del mar y los paseos por la playa la ayudaron a despejar la mente, aunque de vez en cuando no podía evitar recordar su primer beso con él en la playa.  "He besado al mismísimo diablo"  se repetía así misma constantemente.

Al terminar la semana, volvió a los Ángeles para recoger a su hija de casa de Dan. La última semana de vacaciones no podía usarla para hacer otra escapada, Trixie no podía faltar más al colegio, por lo que no le quedó más remedio que intentar aparcar sus pensamientos y actuar con normalidad delante de su hija.

Estaba anocheciendo cuando alguien llamó a la puerta de su casa. Chloe, que se encontraba en el sofá leyendo un libro, mientras Trixie hacía los deberes a su lado, se quedó congelada en el sitio. De pronto su corazón comenzó a latir a cien. "Lucifer"  fue la primera persona en la que pensó que podía ser. 

-Mami ¿por qué no abres? - preguntó Trixie al ver que su madre no se movía del sitio.

-Eh... si mono, voy -  contestó ella con nerviosismo.

Chloe se levantó del sofá y caminó con pies de plomo hacía la puerta; cuanto más se acercaba, más nerviosa estaba. Casi sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Lentamente quitó el cerrojo de la puerta y giró el picaporte, abriendo con cuidado. 

-Hola Chloe - dijo la voz amable de Linda - ¿Podemos hablar?

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