Corre dulce carmecí

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Marcus había acorralado a Louis contra la pared detrás del escritorio.
El omega forcejeaba para zafarse y trataba de gritar para que lo escucharan pero el alfa tenía una de sus manos sobre su boca haciendo presión para que no lograra hacerlo.

-Ya verás Louis, te haré sssentir iiincreíble.- le susurraba al oído mientras lo marcaba con su olor y dejaba rastros de saliva en su cuello a consecuencia de los besos y lamidas que le daba.

-Quédate quieto!!- protestó seguido de un puñetazo al estómago que hizo que las piernas de Louis se alojaran y cayera al piso.

En ese momento Marcus forcejeo con él para levantarlo nuevamente y voltearlo dejando su cara contra la pared.
-Te voy a coger ahora maldito puto de cuarta...- comenzó hablar.

Louis lloraba a mares, su boca estaba liberada pero no podía emitir palabra.

-NO ENTIENDO PORQUÉ TW PONES ASÍ BEBÉ,- gritó con furia el alfa.
-Esto es para lo que te criaron. Para ser mi puta..- sus manos estaban en la bragueta del omega bajándola rápidamente, mientras con sus propio peso inmovilizaba a Louis contra la fría y blanca pared.

El ojiazul estaba paralizado.
Se sentía mareado, con náuseas, sentía que estaba a punto de morir en ese momento.
Su pequeño animal interno estaba escondido en un pequeño rincón temblando de miedo.

-Te voy a coger Louis, y luego te dejaré una puta marca para que me recuerdes todos los días hasta que te mueras.- los ojos de omega se abrieron enormemente al escuchar aquellas palabras en su oído

Pudo sentir como Marcus había bajado su pantalón y como alinea a su miembro a la entrada seca y apretada del omega.

No fue hasta que lo rozó, que Louis reaccionó.

Dio un cabezazo atrás con todas sus fuerzas golpeando la nariz del alfa y haciéndolo retroceder unos pasos. Lo suficiente para que se alejara y lo soltara.

Louis volteó rápidamente y lo observó unos minutos tomándose la cara con sus manos por el dolor que le había generado el golpe.
Éste subió sus pantalones con rapidez y salió nuevamente corriendo por su vida pero esta vez sabiendo que si debía matar a aquel hombre, lo haría.

Tenia poco tiempo, pero esta vez si tomó el elevador pero en vez de bajar subió. Inconscientemente había apretado el botón hasta el último piso.

-Corre dulce carmesí. Corre por tu vida porque cuando te atrape seré lo último que veas.- esas palabras fueron las últimas que le oyó decir al alfa mientras la puertas se cerraban frente a él.

Su omega interno buscaba seguridad, buscaba que lo protegieran, que lo cuidaran, y sabía perfectamente dónde se sentiría así.

Pero cuando las puertas se abrieron frente a él y salió corriendo hasta las últimas dos aberturas al final del camino, se percató de un detalle, él no estaría allí.

Eran quizá las 7 y 30 en ese momento, Harry probablemente estaría en camino aún y probablemente no llegaría a tiempo para salvarlo de las garras de Marcus.

Se encontró de rodillas en el suelo sin haberlo notado, llorando y con sus manos en su rostro tapándolo.
De alguna manera había caminado hasta las enormes puertas de roble del despacho de Harry y allí se había desmoronando.

Las puertas del ascensor se abrieron al mismo tiempo que las de roble. El pitido del elevador advirtiendo la llegada y el click de la puerta frente a él lo hicieron mirar rápidamente.

No había nadie allí frente a él.
La puerta se había abierto sin más, dándole paso al enorme despacho de Harry.

Lo siguiente que pasó fue automático, aún en el piso levantó una de sus piernas dio un paso hacia adelante incorporándose al mismo tiempo y metiéndose y cerrando como pudo rápidamente sin siquiera parar a mirar quien venía detrás de él.

La felicidad en manos de un prostituto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora