Sin Secretos ᴼᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉ |Yoonmin • Namjin • Taekook|

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Yoongi

El nacimiento de la pequeña Min llegó a su fin cuando dieron las once de la noche. Pues cuando tenían programado hacerle una cirugía a Hoseok, terminó siendo un parto natural en el que Yu Yang tardó casi dos horas en salir.

Según Geum Jae había sido un parto bastante complicado y doloroso para él, que incluso llegó a pensar que Hoseok se desmayaría.

Por suerte las cosas habían resultado bien, no había más complicaciones y ambos estaban fuera de peligro. Y a pesar de que la bebé era más pequeña de lo que debería, no tuvo muchos problemas; pues cuando pensaron que no se había desarrollo bien solo se debía a que Hoseok era un Omega demasiado pequeño.

—¿Cómo se encuentra?

—Bien... —dijo, sentándose a mi lado—. Está en la sala de observación junto a Yu Yang.

—¿Cómo es ella?

—Deberías verla —sonrió—, me recuerda a ti cuando eras un bebé.

—¿A mí? —Abrí los ojos con sorpresa, sin borrar la expresión contenta del rostro.

—Creo que siento un poco de envidia —bromeó, riendo de igual manera, mostrando las encías al hacerlo—. Ella es tan pequeñita y hermosa.

—¿Podemos ir a verlos?

Geum Jae sonrió y asintió, sin mostrarse incómodo ante la idea de ver a su Omega.

—Yoongi... —Me habló, justo antes de abrir la puerta—. Gracias... —dijo, para después envolverme en un fuerte abrazo. Ni siquiera pude reaccionar, pero de un momento a otro me encontraba entre sus brazos.—. En serio, g-gracias... —Mis ojos se humedecieron al escuchar su voz quebradiza. Geum Jae me atrajo hacia él, sosteniendo mi cabeza entre sus manos y atrayéndola hacia su cuerpo.

—No es nada... —contesté, correspondiendo su cariño, hundiendo mi nariz en su hombro, y dejándome llevar por ese fresco aroma a hierbabuena.

Ese aroma que en algún momento de mi niñez me hizo sentir protegido y sobre todo amado.

—No sabes lo mal que me siento todos los días... —dijo, sin separarse de mí—. Lamento que te hayas decepcionado de mí. Yo nunca, nunca, tuve malas intenciones con Hoseok.

—Lo sé —dije, sabiendo que no fue solo su culpa.

—¿Podrías perdonarme?

—Ya te lo he dicho bastantes veces, Alpha tonto. No tengo nada que perdonarte. Eres mi hermano mayor y jamás dejaré de quererte, ni mucho menos de sentir admiración hacia ti —dije, separándome del abrazo, desviando la mirada hacia la puerta.

—Entonces... ¿Vendrías a Daegu? Hoseok y yo iremos en dos semanas.

Negué con la cabeza.

—¿Por qu...?

—No regresaré a ese lugar, ya te lo dije.

Me crucé de brazos

—Pero... nuestros padres están ahí.