Capítulo 29- Vayamos a un dolor que nunca existió

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Vayamos juntos agarrados de la mano hacía el pasado, viendo como hemos crecido a pesar de las miles tormentas por las que caminamos, a pesar de las miles de olas que nos arrastraron y nos llevaron de vuelta a un océano en donde solo nos ahogábamos. 

Vayamos juntos a un presente en donde ya no hay ataduras que nos asfixien, en donde ya no hay piedras que nos hagan tropezar, en donde ya no hay lágrimas amargas que nos hagan sentir un nudo en la garganta...; vayamos a un presente en donde los miedos no nos carcomen la mente, haciéndonos dudar de que si lo que estamos viviendo es tan solo un sueño mal contado o una travesura de nuestra cruda mente.

Vayamos juntos a un yo que nunca sufrió, que nunca tuvo marcas en varias partes de su cuerpo esperando que el tiempo las sanara, pero ni el tiempo pudo retroceder por un momento el dolor que tanto daño me cause.

Vayamos al hogar que antes solía ser, aquel en donde todo se encontraba perfectamente amueblado, con un jarrón en el centro de la mesa, en donde dentro de él había una rosa roja intacta, que, apenas la mirabas y parecía que aquellas gotas que caían desde la punta de sus pétalos parecían haberse sacado desde lo más profundo de un rio virginal. en donde gota tras gota que bajaba por el fino y bello tallo, parecía ser el reflejo de gotas de un rocío. 

Vayamos al lugar en donde antes nos gustaba estar, aquel que parecía estar frente a un  paisaje infinito, que por donde lo miraras siempre había un campo lleno de flores, en donde si rodabas costa abajo, podías ver como aquellas crías de avecillas estaban listas para emprender un vuelo hacía el más allá.  

Vayamos a aquella librería en donde te encantaba quedarte admirando todos aquellos libros que se acomodaban de mayor a menor, desde clásicos hasta los más recientes, desde género de fantasía hasta género terror. No importaba nada a nuestro alrededor cuando se trataba de adentrarnos en una historia que parecía que contaba la tuya. No importaba si las horas pasaban como las personas a tu alrededor que caminaban de un lado a otro, éramos felices entre páginas llenas de belleza escrita. 

Vayamos hacía nuestra persona favorita, esa que nos cuidaba desde que éramos pequeños, en donde sin importar la hora o el clima, siempre venía a nuestro cuarto a consolarnos cuando se trataba de un terror nocturno, aquel que te acechaba por las noches, a la espera de atacarte en alguno de tus sueños, esos que parecían haberse salido de un libro. 

Esa persona que se quedaba con nosotros a altas horas de la noche para verificar que nuestro semblante ya no se encontraba tembloroso, con miedo, sino con una paz que podía calmar el pensamiento de ella. 

Ella, que se veía tan radiante cuando la noche caía y la mañana despertaba...

Ella, que era una estrella grande en medio de una noche pequeña...

Ella, que era un sueño en medio de una pesadilla...

Ella, que era el oxígeno que necesitaba cuando me ahogaba...

Ella, un amor por vivir en otra vida...

Vayamos a una lucha que es nuestra, en donde dejemos las pisadas del pasado y avancemos al ahora, a un presente que es nuestro. en donde podemos ser libres cómo ya hacía mucho tiempo no lo éramos. en donde abracemos al dolor para poder dejarlo seguir su curso. en donde ya no hay sufrimiento, en donde tan solo soy yo contra el mundo y contra sus reglas. 

 No ames a quién fui, ama a quien seré y como seré, porque soy un ave a punto de abrir sus alas y emprender un vuelo en busca de su propio cielo.  


𝑃𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑝𝑖𝑒𝑙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora