Capítulo 8 -Una botella en el vacío

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Ahí fue donde la vi, la vi escribiendo una carta con sus propias lágrimas, lanzándola en una botella al vacío, y es ahí donde me quede pensando por un momento que, quizás se había dado cuenta de su error e iba a "remediarlo" mediante un escrito a la nada y, ¿por qué?, simple... la nada es la respuesta que necesitamos a nuestras respuestas para mantener un minuto de calma.
La vi, tenía esa sudadera roja que la cubría desde la espina dorsal de su cuerpo, hasta la capa de cada una de las cicatrices que cubrían sus brazos, sus piernas y su rostro, no quería que la viesen pero, era demasiado tarde cuando mi mirada se centró en cada una de las partes que adornaban su frágil cuerpo, casi seduciendo que no era de carne y hueso, no, porque estaba seguro que ella era de "porcelana", porcelana pura y frágil, así como su corazón, sentimientos y alma que, no culpo, porque ya estaba cada parte de ello rotos...
Y entonces fue ahí donde su mirada atravesó mi alma, así como una bala atraviesa el vidrio de un ventanal, pero aquí es donde se compara porque su similitud no la puedo relacionar con el impacto que se caló en mí en aquel micro segundo. La vi, me vio, nos conectamos en una sola sintonía que solo nosotros podríamos entender y escuchar de cierta forma en aquella atmósfera medianamente pesada.
En ese momento lo sentí, sentí esa sensación recorriendo cada centímetro de mi diminuto cuerpo que suplicaba por favor que nos marchásemos de ahí, pero, no podía, simplemente no podía separarme de su mirada, esa mirada que me refugiaba en lo que pensaba, sentía y decía, no podía dejarla ahí sola, con cada uno de aquellos pensamientos que la atormentaban y no la dejaban navegar, solo la mantenían en aguas turbias que, si dejaba de compartir el mismo contacto visual, la perdería, la perdería para siempre y eso es lo que menos quería, ¿por qué?, porque tenía miedo, miedo de perderla, miedo de perder a la persona que estaba frente a mi, con sus ojos suplicantes transmitiéndome cada emoción a flor de piel que para mi, era difícil de explicar y, a su vez, era complicado de sacar. No quería, no quería envolverme más entre sus garras, entre sus ganas de no perderme y entre mis ganas de perderla, no, no quería...
¡No podía, no quería!, estaba en un dilema que me ataba hasta el cuello, como si tuviera una soga atada a mi cuello que, en un pestañear de ojos ya me estaba asfixiando, me estaba dejando sin aliento, paralizado, sin ganas de volver a abrirlos, estaba a mi lecho de muerte pero, surgió algo en aquel momento, algo imprevisto, algo de último momento...
Apartó su mirada, la apartó de la mía dejándome atónito, sin una gota de sudor palpando mi cuerpo, sin una respiración para calmar lo anterior, simplemente no tenía nada que aportar , tan sólo me quedaba mirar, mirar cómo se Iba, cómo se alejaba de mi y, seguramente jamás volvería aunque quisiera. Si, mis ganas de que se fuera eran fuertes, pero era más fuerte mis ganas de tenerla, de abrazarla, de hacerle ver que estuvo dentro pero que nunca debió de llenarme porque, me envolvió en una confusión sin fin...
No sabía que hacer, estaba a centímetros de ella y no sabía cómo reaccionar, que decir o hacer, no podía, simplemente no podía...¿que haría en un momento tan inoportuno como lo que se presenta ahora?, no lo sé, pero huí, corrí, fui un cobarde y me alejé pero sabía que era lo mejor para ella y para mi porque, siempre que huía me sentía atado, pero ahora me siento liberado, liberado de una culpa que no era mía, ni de ella, ni de nadie, nadie la tenía, ni siquiera el propio mundo, simplemente deje que mis impulsos me guiaran ciegamente a tientas...
Adiós, fue lo único que pude decir antes de correr
Y lo último que alcance a escuchar de entre sus labios fue "volveré" y es ahí donde mi mundo se vino abajo, se derrumbó...
Llore, grite, encaje mis puños en el suelo porque con esa última palabra me destruyó, me acabo...
Ahora tan solo veme aquí, intentando recoger lo que me dolió...

𝑃𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑝𝑖𝑒𝑙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora