Capítulo 1

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—¿Asustada? —Preguntó el pequeño niñito que parecía estar a punto de burlarse de ella.

—No es gracioso, Camilo —Respondió Mirabel.

Su primo se cansó de agachar la cabeza y decidió acompañarla en esa inmensa oscuridad que habitaba debajo de su cama.

—¿Por qué tienes miedo? Esperaste esta noche por mucho tiempo.

—No lo sé, algo me dice que no será tan especial como me lo imaginé —Mirabel se acomodó un poco sobre el frío y rígido suelo de su cuarto—. Tengo un mal presentimiento.

—No digas eso. Cuando te den tu don vas a olvidar por completo lo preocupada que estabas ahora mismo. Y todo será perfecto, justo como tú quieres.

Camilo sintió que ya le había dado suficientes ánimos a su prima y se preparó para salir de debajo de la cama, no obstante, la voz de Mirabel lo detuvo.

—¿Y si no es perfecto? ¿Qué va a pasar si no es perfecto? —Mirabel se cubrió la cara con ambos brazos y continuó— ¿Y si hago algo mal y ya no me dan ningún don? ¿Que es lo que va a pasar?

Camilo pensó en esa posibilidad por un pequeño segundo, estaba seguro de que no sucedería algo así. ¿No recibir un don? Eso nunca ha pasado, ¿por qué pasaría ahora?

De todas formas, no pudo culparla por dudar de sí misma, él lo hacía todo el tiempo consigo mismo también.

—Pues.. nada. No pasará nada —Le respondió—. Porque si te dan un don entonces te parecerás un poco más a mí y a los demás... pero si no te dan uno entonces seguirás siendo tú, ¿no?

Mirabel miró a Camilo a los ojos y su confiada sonrisa le dio los ánimos que le faltaban.

—Con don o sin don, seguirás siendo perfecta, Mirabel —Camilo le tendió la mano para salir del fondo de esa cama al terminar esa frase—. Así que, no tienes nada que temer. Anda, se hace tarde.

—Si todo sale mal, no vas a burlarte de mí ¿o sí?

—Jamás de los jamases. Incluso si te caes por las escaleras, no me burlaré. Lo juro.

Al tomar su mano, el miedo que sentía se iba muy lejos y Mirabel creyó en sus palabras. Comprendió que no tenía tiempo para preocuparse ahora, esta era su noche y esta noche iba a ser tan perfecta como lo era ella.

La noche perfecta.

La noche perfecta que al día de hoy sigue esperando que suceda porque en realidad nunca llegó.

Pero eso no hizo a Mirabel sentirse menos importante o especial que el resto de su familia, porque aún tenía un pequeño amigo que creía en ella incluso si ella no creía en sí misma.

Con el pasar de los años dejó de creer que alguna vez necesitó de superfuerza o un super-oído para sentirse una verdadera Madrigal. Y aunque Mirabel nunca recibió su propio cuarto ni su propio don, era tan feliz y bienvenida en esta casa como lo era el resto de su familia.

No se sabe a ciencia cierta si su primo al que tanto quería y estimaba influenció en su positiva forma de ver las cosas.
Lo más seguro es que sí.

Camilo y Mirabel eran casi inseparables, si uno de los dos se caía, el otro le tendía la mano. Solían salir a gastarle bromas al resto del pueblo mientras aún eran pequeños, en una de sus jugarretas Mirabel se cayó y se raspó la cara contra el pavimento.

No paró de llorar hasta que su primo encontró la forma de levantarle en ánimo.

—¡Mirabel! ¡Mira! Adivina quien soy —Camilo se subió a la cima de una pequeña colina y elevó sus brazos lo más que pudo para llamar la atención.

—Camilo te vas a cae- —Mirabel intentó seguirlo hasta la cima, estuvo cerca de gritar para que Camilo la escuchara hasta que lo vio disfrazado solo de los hombros para arriba de su hermana Isabela, estaba tirando besos al aire como si una multitud lo estuviera alabando.

Mirabel se rió tanto por la tonta actuación de su primo que se resbaló de la colina que estaba trepando sin dejar de reír.

Camilo, satisfecho por el éxito de su broma, bajó resvalándose sobre algunas piedras.

—Me gusta mucho cuando te disfrazas de Isabela. ¡La imitas muy bien! —Le comentó.

—Y a mí me gusta mucho verte reir.

Camilo se revolcó un momento en el suelo para provocar más carcajadas y cuando se aseguró de que Mirabel ya no volvería a llorar, se detuvo.

Se levantó, se sacudió la tierra de su ropa y Mirabel lo imitó en el acto. De camino a casa ambos siempre solían agarrarse de la mano para no perderse, y en el trayecto hablaban de lo que harían el día de mañana.

—Camilo, ¿es cierto que te vas a casar con Valeria? —Mirabel preguntó en una de esas caminatas.

—¿Qué? No, ¿quién dice?

—Dolores dijo.

—Ahg —Se quejó y luego se rió—. No le creas.

Dieron unos pasos más y Mirabel se detuvo en seco. Solo habló cuando Camilo volteó a verla. Estaba sonriendo y parecía que saltaría de la alegría.

—Cuando sea mayor yo me quiero casar contigo, así que no te cases con ninguna otra chica ¿sí? —Le dijo.

Camilo no supo exactamente como responder a esta declaración más allá de un simple "ah, está bien". Claro que con el tiempo lo que dijo Mirabel pasó a ser una tontería digna de una niña de seis años, pero Camilo de todas formas conservó ese viejo recuerdo y no lo dejó ir por más viejo que se hiciera.

Por supuesto que lo usó para molestar a Mirabel hasta que cumplió los trece, ¿para qué otra cosa lo usaría?

Su único error fue creerse su propia broma.
No tuvo idea de el problema en el que se había metido hasta que fue demasiado tarde.

Fue la vez en la que se dio cuenta de lo bueno que es mintiendo y engañando a la gente, tanto que hasta él mismo cayó dentro de su propia trampa.

Asfixia || Camilo Madrigal X Mirabel Madrigal || EncantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora