Capítulo 5

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Los días pasaron y las cenas familiares se hicieron cada vez más difíciles de aguantar, de vez en cuando Camilo tenía alguna excusa para no presentarse y comer en otras horas del día, pero en las veces que sí estaba ahí sentado le era imposible no sentir pavor.

Este miedo alimentado más que todo porque Mirabel ya no se presentaba a comer en la mesa, y él sabía perfectamente por qué.

A pesar de que mirabel no estaba ahí, el resto de su familia se sentaba a comer sin falta. Todas las personas que le importaban; todos los que de conocer su secreto dejarían de amarlo de la noche a la mañana.

—¿Mirabel se va a saltar la cena de nuevo? —le preguntó Alma a Julieta. —Ya van dos veces seguidas..

—Desde hace unos días prefiere comer en su cuarto, creo que está demasiado ocupada pensando en la noche especial de Toñito.

—Aún falta mucho para eso. Y nosotros ya nos estamos encargando de todo.

—Sí, pero para ella es muy importante también. Volverá a la normalidad muy pronto, ya verás.

Escuchar la conversación entre la abuela y su tía Julieta le erizó la piel. Sabía que no era cierto, no le tranquilizó en lo más mínimo intentar tragarse esa mentira.

No pasó mucho tiempo antes de que a Camilo le empezaran a sudar las manos por simplemente agarrar la cuchara. Una vez más comenzó a asfixiarse hasta quedarse sin aire para siquiera comenzar a comer y el resto del panorama se desvaneció. 

"¿Por cuanto tiempo podrás seguir teniendo el privilegio de sentarte a comer y decir que eres un Madrigal? ¿Crees que si confiesas van a actuar como si nada hubiera ocurrido aquí? Ya sabes lo que hicieron con tu tío Bruno; una vez que empezó a caerle mal a toda la familia simplemente lo tacharon del arbol familiar y actuaron como si nunca hubiera existido. Harán exactamente lo mismo contigo."

—Camilo, papito, se te enfría la comida —le recordó su madre sin poner mucha atención hasta que volteó a ver la cara de su hijo.

El ver su rostro en blanco fue suficiente para preocuparse por él en medio de la cena.

—Cielito, ¿qué tienes? ¡Estás pálido! —Exclamó Pepa y acarició la cara de su hijo con ambas manos para analizarla con sumo cuidado.

Todo el cariño que le transmitía el contacto de sus manos ya le hizo extrañarla a pesar de que no se había ido a ningún lado.

—Yo- n-no- —no fue capaz de terminar la frase, se interrumpía a sí mismo después de cada palabra. El sonido de una cuchara, golpeando con suavidez la mesa, lo llamó.

Era Antonio, lo miraba fijamente y por alguna razón pudo entender lo que quería decirle.

"Resiste" leyó en su mirada.

La única persona en esta casa que no lo delató ni le dio la espalda a pesar de conocer su secreto, su mensaje le devolvió el aliento.

—Estoy bien. Perdón, es que- no tengo mucha hambre —Le contestó a su madre.

—¿Tú? ¿Sin mucha hambre? Mijo, te he visto repetir plato como tres veces seguidas, no me mientas a la cara.

—Pepa, cálmate —Habló la abuela de repente.

Tuvo que interrumpir, pues el viento ya estaba empezando a soplar demasiado fuerte dentro de la casa.

—Camilo, haz feliz a tu madre y cómete por lo menos la mitad de tu plato, ¿puedes?

Esa petición bastó para que Camilo empezara a comer de inmediato y, por consecuencia, su madre respiró hondo y recuperó la compostura.

—Vamos a intentar terminar esta cena sin lluvias ni tormentas, por favor —Una vez que la abuela terminó de hablar ella también empezó a comer. 

Camilo ignoró el resto de la cena, su madre se distrajo hablando con su prima Isabela sobre que estaba planeando dar el siguiente paso y empezar a salir con Mariano; avanzaban rápido, seguro se casarían muy pronto. No le importó ni un poco esa conversación o ninguna otra que surgió después de esa, solo esperaba que su madre olvidara por completo su actitud de esta noche.

Como debía ser, todos terminaron de comer y cuando el comedor estuvo vacío, Camilo aprovechó la oportunidad y se fue a su habitación.

Creyó haberse librado de todo por hoy, no era mentira que estaba cansado y buscó en su armario la ropa adecuada para irse a dormir de una vez por todas.

El toque en la puerta y la voz de su madre en la entrada destruyeron su plan por completo.
Siendo honestos, no fue lo único que destruyeron en su interior.

Tenía que contestar, sin embargo, ¿que pasaría si lo hacía? No quería seguir mintiendo, fingiendo que todo está bien por milésima vez. Ya estaba cansado de caminar en círculos, y se está empezando a sentir como si no hubiera otra forma de vivir si no es a base de mentiras y engaños.

—¿Camilo? ¿Cielo, me dejas pasar? —la voz de su madre hizo eco en su cabeza. Tanto que empezó a doler, se sacudió pero el dolor no se iba a ningún lado.

"Respira, aguanta solo un poco más" se dijo repetidas veces hasta que dejó de temblar.

—Sí, pasa —Contestó después de varios minutos de indecisión.

Su madre entró al cuarto. Nunca fue costumbre suya hablarle con cuidado, ahora que lo estaba haciendo, la presión en la atmosfera no hacía más que aumentar.

—Camilito, hijo, tenemos que hablar. Te has estado comportando muy extraño últimamente-

—Mamá, solo tengo menos apetito que antes, no es para tanto. —La interrumpió y terminó la frase con una pequeña risa acompañada de ese tono humorístico suyo que lo caracterizaba.

Camilo sujetó fuertemente una de sus camisas limpias que había tomado del armario y se dio cuenta de que estaba empezando a temblar otra vez.

—¿Podrías decirme eso mientras me miras a los ojos? —Le pidió su madre.

"¡Miércoles-!" Maldijo hacia sus adentros. Respiró hondo y dio media vuelta.

Vio a su madre a los ojos, su mirada llena de preocupación lo inspiró a mentir por una última vez. No podía hacerle esto, no a ella.

—Todo está bien, en serio.

Su madre exhaló con fuerza y se agachó para seguir hablando.

—¿No hay nada más, de verdad?

—¿Qué más quieres? Ya te dije que estoy bie-

—Sí, sí, está bien, ya. Todo está bien y tú estás bien y todos estamos bien.. pero..

Pepa se inclinó para posar sus manos sobre los hombros de Camilo.

—Si, algún día, algo no estuviera del todo bien. Lo que sea que fuera. Tú me lo contarías, ¿verdad?

Pepa esperó una respuesta inmediata, pero eso no sucedió. Muy lejos de contestar, Camilo sintió que se estaba asfixiando poco a poco de nuevo.

—¿Verdad, Camilo? —Repitió su madre.

"Por favor no le hagas esto, no a ella. De todas las personas en el mundo, ella es la última que debe enterarse". Camilo batalló internamente para poder darle a su madre la respuesta que necesitaba escuchar. 

—Sí, claro que sí —Soltó con más seguridad de la necesaria.

Pepa sonrió aliviada, le dedicó ese tipo de sonrisa que Camilo deseaba proteger cueste lo que cueste.

Con el tema zanjado, ella cerró la conversación con un abrazo y un beso en la frente.

A pesar de que le deseó buenas noches, Camilo no pudo dormir. Para él era mejor así, quien sabe que tipo de pesadillas tendría si llegaba a pegar ojo en toda la noche.

Asfixia || Camilo Madrigal X Mirabel Madrigal || EncantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora