Capítulo Veintisiete (Final)

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27. 





El cuento de Sabiduría, y su precioso Conocimiento.

En algún lugar, nadie sabe dónde, quién sabe cuántos días después de la creación del universo, aconteció un lamentable incidente.

Tan complejo como absurdo, cuya historia no tiene sentido más allá del que alguien demente pudiera darle.

Muy profundo en un denso bosque de cristal, se encontraba un ser de luz y de largos mantos tan blancos como su cabello, que no sería ni un dios ni un humano, más bien una clase de espíritu, cuya única función era vagar por la tierra contemplando hasta el más mínimo detalle de la existencia misma.

Tardó millones de años  en descubrir quién era, pues la esencia de sí mismo se obtenía solo tras mucho tiempo de meditación y discernimiento de lo benigno.

Su nombre era Sabiduría.

Por siglos, su deleite fue reflexionar sobre cómo funcionaba el universo, pues cada detalle y sensación le llenaban de saber.

Sin embargo, no negaría que se sintió solo por mucho tiempo, y fue así por largas vidas hasta que los humanos aparecieron en la tierra. Fue entonces cuando encontró un nuevo propósito, al poder mostrarles una guía. 

Sabiduría les enseñó a discernir; comenzó a regocijarse en los sentimientos de los hombres justos, y a danzar fascinado en el amor que descubrió que los humanos sentían por otros. Le gustaba observarlos, y se complacía de aquellos a los que otros hombres llamaban sabios.

En una buena tarde, en donde salió a caminar, se topó con la grata sorpresa de que no era el único ser que habitaba entre ellos.

Le encontró en la antigüedad; ahí, sentado en una piedra, balanceando sus piernas mientras escuchaba a un maestro hablar, respondiendo a las preguntas con emoción en su voz acompañado de una enorme sonrisa, incluso si nadie además de Sabiduría podía notarlo.

Parecía que brillaba, y sus ropas estaban tejidas con hilos de oro, justo como el color de los rizos que adornaban su cabeza.

Conocimiento, se llamaba. Y Sabiduría pensó que era un nombre precioso, tan adecuado para alguien como él.

Ese ser, que resultó tan similar a él, le trenzó su blanco cabello y le contó miles de secretos, narrando para él historias sobre las galaxias, detalles de lo profundo del mar y un sin fin de cuentos sobre cada uno de los granos de sal. 

Conocimiento tenía la hermosa capacidad de recitar, sin una sola de sus palabras fallar.

Este siempre supo que había más como él, con el mismo propósito de instruir a los humanos, simplemente no se esforzó en buscarlos. Es decir, él, a diferencia de los demás, desde el inicio lo sabía todo.

Todo.

Sin embargo, al tener un poder tan prematuro, siempre le faltó temple, un poco de paciencia quizá; una que encontró en el sabio que atento le escuchó. Ese que en otoño le dio la voluntad para estudiar las hojas secas y cuya mirada era tan cálida, que le hizo desear poder enseñarle todo el universo.

Ese amor, que por mucho tiempo observaron en los humanos, apareció a su alrededor, en las flores violetas que nacieron al prometerse permanecer juntos eternamente.

Conocimiento lo dejó dormir en su pecho, y le recitó la poesía de la que había dotado a los hombres, al oído, y en todos los idiomas del mundo, durante las mil primaveras en que se amaron.

LA TEORÍA DE KIM.《version one》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora