Capítulo Siete

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07. 

Septiembre, 2018. 

Las primeras horas del primero de septiembre significaban para Jungkook estar un paso más lejos de su primer aliento. Un paso más adelante hacia el último de sus días. 

Abrió los ojos esa mañana en medio de un gran silencio y del frío de su habitación. 

La ventana y la puerta estaban abiertas, las luces encendidas. Suspiró a sabiendas de lo que eso significaba: estaba solo en casa, otra vez. 

Se había vuelto rutinario, y Jungkook, quién nunca se sintió a gusto en soledad, optó por mantener la iluminación de la casa encendida durante la noche, para no sentir temor al dormir. Encontrar todo intacto al despertar era más tétrico de lo que debería.

Se levantó; apagó el radio de su habitación y caminó hacia el baño para tomar una ducha. Una larga y helada que sintió durar horas hasta que finalmente salió de ella, vistiéndose con su uniforme escolar lentamente, sin presión alguna por avanzar. 

El dinero de su almuerzo estaba en el desayunador de la cocina como era costumbre. Al bajar lo tomó, y guardándolo en el bolsillo de su chaqueta salió de casa en dirección a la escuela, con su mochila en el hombro, y la música que fluyó de sus audífonos minutos después. 

Desde el trayecto en autobús, y por los pasillos de la escuela el ambiente era lúgubre, quizás producto del frío, o quizá de los esqueléticos pensamientos que esa mañana le atormentaban. 

Se sentía irrelevante. Y de hecho, lo era. 

Apagó su celular antes de entrar a clases; después de hacerlo e ingresar a su salón el día avanzó con pereza. Jungkook mantuvo su vista clavada en la fecha anotada en la pizarra durante mucho tiempo en un estado de frustración perenne. 

1 de septiembre.  Su cumpleaños, y hasta el momento, no parecía ser más que un día cualquiera. 

Para cuando el timbre del almuerzo sonó y todos sus compañeros comenzaron a retirarse Jungkook se quedó en su pupitre con la cabeza gacha y la vista en la madera. 

Volvió a encender su teléfono; no había en el ni una llamada, ni un solo mensaje, y pese a que intentó con todas sus fuerzas contener sus deseos de pedir atención a gritos, no pudo. 

Abrió el marcador de su celular y marcó el primer número que apareció en él esperando que la línea se abriera, cuando lo hizo y escuchó esa voz, se arrepintió al instante. 

—¿Hola? ¿Quién habla? —Estaba borracho, lo sabía al reconocer la respiración pausada. 

—¿No sabes quién soy? —dijo desganado. 

—No conozco este número, ¿Quién eres? 

Quiso colgar pero no pudo, la esperanza lo motivaba pero más que eso, lo mantenía agonizante. 

—Papá, soy yo, Jungkook...

—¡Oh, hijo! Debí saberlo —su voz se volvió ambigua, el pelinegro no sabía cómo sentirse respecto a eso—, dime, a qué debo el honor de que recuerdes a este viejo. 

—Yo... quería saber si irás a casa, por mi...—tomó aire— por mi cumpleaños. 

—¿Cuándo es? 

—Mañana —mintió. Tener que recordarle su nacimiento a su propio padre era bastante patético. 

—Oh, demonios, no. Como lo siento, Jungkook, estoy fuera de la ciudad en un viaje de negocios y siendo realmente sincero no sé cuándo volveré. 

LA TEORÍA DE KIM.《version one》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora