Capítulo Cinco

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05.

136 días antes de. 

Un paso dentro de un sueño profundo con una mente turbulenta. Correr para alcanzar un objetivo invisible, inservible ante el leve desfase de deidad para cada hombre. 

Kim Namjoon se había quedado dormido sobre su escritorio por quinta vez consecutiva. Era de madrugada, el resto de sus asistentes en el laboratorio se había marchado a casa y él, después de acabarse una botella completa de ron de un par de intentos y tragarse sus ganas de vomitar hastiado se quedó en su oficina pensando estar solo. 

Salvo que no lo estaba. 

—Profesor, despierte, por favor. Es tarde, necesita dormir correctamente. 

La voz del muchacho sonaba distante; aquella luz que percibió cuando separó sus párpados con renuencia le golpeó el cerebro.

—Jimin...—Levantó lento la cabeza—. ¿Qué haces todavía aquí? Ve a descansar. 

—Profesor, no lo dejaré solo. —Vaciló un poco en continuar hablando—. Además... usted tiene las llaves de la entrada. 

Suspiró, el chico intentaba mantener una expresión amable sobre su rostro cansado, él tenía razón, ambos estaban agotados.  Las últimas semanas habían intentado desesperadamente rastrear a su pequeño amigo incógnito del lago; pero hasta el momento no tenían ningún avance. 

Suspiró al acomodarse sobre su silla. 

—Hemos estado trabajando demasiado, ¿Qué hora es?  

—Poco más de las 4:00 AM. 

—Bien —aclaró su garganta—, iremos a casa a dormir un poco y ducharnos. ¿Te parece? Tú también luces terrible. 

—Pero profesor, el radar necesita ser monitoreado. Yo podría...

—No —ordenó a su joven pupilo—, me prometí a mí mismo que estarías bien bajo mi cargo. Llevamos un par de meses aquí y las ojeras ocupan la mitad de tu rostro. Iremos a descansar. 

Namjoon se puso de pie haciendo crujir los huesos de su espalda al estirarse. Le sonrió cansado al muchacho, y mientras palmeaba su hombro ambos caminaron por los pequeños pasillos del metálico laboratorio. 

La vida en Corea del Sur solía ser bastante metódica, sin llegar a los extremos en los que se encontraban justo ahora, claro está. 

Kim Namjoon no era más que un profesor cualquiera de física en la universidad del centro de Seúl, o al menos lo fue hasta que consiguió el suficiente dinero para financiar su investigación, un proyecto en el que había que estado trabajando durante los últimos veinte años. La mañana que recibió aquella llamada del extranjero fue la misma en la que sin dudarlo dejó su carta de renuncia sobre el escritorio del decano y se marchó. 

Un representante de un gobierno extranjero se había interesado en su propuesta. Ellos le darían todo el equipo, el dinero y las personas necesarias para completar su investigación; siempre y cuando dicho logro se atribuyera a la magnánima potencia de América. Y Namjoon, quien nunca se consideró patriota, aceptó sin dudarlo. 

Nunca se sintió particularmente apegado a alguien; y el contacto humano le parecía innecesario, vivía solo y nunca fue especialmente sociable. Durante sus años de enseñanza nunca se interesó por acercarse a ninguno de sus estudiantes pero el momento en el que encontró a uno de ellos completamente borracho de nariz sangrante y con las piernas colgando desde lo alto de un puente el temor humano que creyó no tener le sacudió. 

Park Jimin era el estudiante que nunca cruzó miradas con él, uno casi tan brillante como reservado, tanto que le sorprendió encontrar en tales condiciones. Tampoco creyó encontrarlo a punto de saltar, ni mucho menos se imaginó que tendría que arrastrarlo para evitar que se dañara más a sí mismo. 

LA TEORÍA DE KIM.《version one》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora