El infierno de tus ojos

Capítulo V

Kuroro se apresuró a socorrer al Kurta, sus compañeros se quedaron pasmados cuando el líder recogió en brazos al chico y ordenó a Shalnark que tomara el control del auto, él sería el conductor. -¿Dónde está Machi? ¿sabes? – Kuroro pregunta al rubio.

-No estoy seguro, estamos quedándonos en un cuarto a unos veinte minutos de aquí. Sin embargo, todos salimos hacia rumbos desconocidos hace tres días.

El pelinegro chasquea la lengua, coloca al rubio en la parte trasera del auto, ahora se está deshaciendo de su gabardina. Los otros tres que lo acompañan se comunican con miradas confusas. Franklin habla. -Necesitamos entender por qué motivo lo estás ayudando, si lo dejamos aquí, se desangrará y será su fin.

Kuroro mueve sus ojos y mira con firmeza al más corpulento de sus arañas. Franklin frunce el ceño, detenidamente asimila la expresión de su líder. Kuroro no le responde absolutamente nada.

-Supongo que no puedes hablar conmigo. Eso es lo que exigió el usuario de la cadena. – Franklin acierta. Shalnark toma la iniciativa. -¿Eso es verdad, Danchou, tienes prohibido hablar con Franklin? – Kuroro responde justo cuando presiona parte de la tela de su gabardina en el vientre del rubio. -Eso es, si le dirijo la palabra, seguramente la cadena hará su trabajo. – Kuroro entrecierra los ojos. Ahora agrega. -También él dijo que uno de mis cometidos sería mantenerlo con vida, por esa razón... estoy haciendo esto.

Shizuku aborda en el asiento del copiloto. -Entonces pongámonos en marcha, Machi puede reparar este desastre.

Kuroro asiente. Franklin opta por quedarse ahí, ya que, después de todo tenía asuntos pendientes en ese lugar, realmente estaba ocupado antes de ser interceptado por el usuario de la cadena.

Shizuku se mantiene en contacto con la mujer de los hilos, cuando termina de hablar por teléfono da instrucciones a su compañero para encontrarse con ella.

La chica de cabellos oscuros informa a su líder. -Veremos a Machi en un comercio de comestibles, está ahí ahora. – Kuroro enarca ambas cejas, sin embargo, su atención es acaparada por el usuario de la cadena cuando lo escucha gemir y aquejarse. "Al final tu plan no salió justo como querías." El líder de las arañas lamenta mentalmente, después de todo, el rubio actuó deliberadamente, la insistencia que tiene con la venganza lo metió en problemas, por segunda ocasión. Por otro lado, Kuroro está en riesgo de morir si el Kurta también lo hace. El pelinegro dirige la atención a la carretera, sus manos presionan la herida, ahora están ensangrentadas, ese detalle no parece importarle.

Shalnark obedece las indicaciones de Shizuku y llegan a la tienda de comestibles. La mujer que ocupa el asiento del copiloto baja del auto y se adentra a las instalaciones del comercio, a lo lejos, cerca de unos estantes de alimentos enlatados, divisa a la mujer que necesita.

Cuando ambas chicas se acercan al auto, Machi abre una de las puertas traseras y pregunta -¿Esta es la urgencia? – una de sus cejas se mantiene arriba, las manos en sus caderas. -Es el bastardo que asesinó a Uvongin. – ella agrega. Shizuku es quien le explica con rapidez lo sucedido. -Por eso necesitamos que el bastardo de la cadena viva. – Minutos más tarde, las arañas han arribado al departamento donde se refugian temporalmente. El sitio se encuentra totalmente solo, a decir verdad, es un departamento que ha sido abandonado hace medio año, el dueño simplemente desapareció un día y no regresó más.

Machi extiende los hilos. La araña de ojos azulados examina al rubio antes de hacer cualquier cosa. -Parece que no existe daño en ningún órgano vital, esto será sencillo. – La mujer simplemente comienza la elaboración del tejido.

Mientras la mujer sutura las heridas, Kuroro se dirige al rubio. -Shal – el pelinegro dice. – Ambos tenemos condiciones de la cadena. Por nada del mundo olvides la restricción. De alguna manera haré que retire las demandas. - El rubio abre la boca, había olvidado la restricción que el Kurta ha impuesto. -Es frustrante, a pesar de que éramos tres, logró actuar antes de caer.