Cheri Cheri Lady |Sebastian Michaelis X Lectora|

Capítulo 5

La joven terminaba de empacar las últimas cosas de sus pertenencias siendo observada desde el marco de la puerta por Madame Red que estaba algo decaída. (T/N) se iría a trabajar nuevamente en la mansión Phantomhive nuevamente a petición del ahora dueño de ese mismo sitio, debía de admitir que la noticia que toda la mansión fue reparada en un lapso de corto tiempo la impacto pero le resto importancia pues se sentía segura de que su pequeño estaría viviendo en buenas condiciones.

-No se preocupe mi señora, es su sobrino así que puede ir verlo a él y de pasadita también a mi si lo desea.

-Créeme que lo haré - a paso lento se acercó a la pelirroja menor acariciando esos mismos cabellos con una mano y la otra hacía el mismo acto con las mejillas - cuídate mucho, y cuida mucho de Ciel.

-Y así será - el sonido de los caballos llamaron su atención interrumpiendo el momento de despedida - bueno, fue un placer trabajar con usted pero creo que ya no necesitará mucha mi ayuda pues ya tiene a Grell.

-Todavía le falta mucho que aprender pero lo hará.

Caminaron hasta la salida del gran hogar de Madame Red teniendo en frente al carruaje donde la llevaría a su nuevo destino. Dejó su maleta notando las miradas del resto de los sirvientes así que dio un giro de 180° grado para dar una leve reverencia en señal de respeto y despedida. Su cuerpo luego se dirigió hacia la mayor que sin previo aviso la abrazó y ella le correspondió lentamente pero segura.

-Cuida bien a mi sobrino, y también cualquier cosa estoy para ti, este es tu hogar.

-Siempre estaré agradecida My Lady. - besó el dorso de la mano de la dama para luego subir al carruaje - usted igual cuídese mi ama.

El hombre quien la llevaría dio una señal con su látigo dando arranque a su viaje a las fueras de la ciudad de Londres. Para entretenerse comenzó a leer un libro francés que había sido un regalo de su antiguo amo por su cumpleaños número décimo octavo para enseñarle sobre esa lengua, aprendió entenderlo y a leerlo pero no hablarlo del todo. Dicen que cuando disfrutas el momento el tiempo se hace corto y así lo sintió ella cuando vio por las ventanas las hermosas flores de los jardines, alguien que no vio el incendio o lo quedó de este no le daría importancia pero ella al presenciar las dos cosas le sorprendió, el sentimiento de nostalgia llegó a su corazón.

El carruaje paró y gracias al conductor pudo bajar sin ningún problema dando un leve asentimiento y diciendo un "gracias", sus pasos fueron directos a las escaleras admirando cada detalles de lo que podía ver a simple vista, si duda alguna todo estaba igual antes del desastre o así lo sentía ella. Incluso las puertas, se sentía como aquel día cuando llegó por primera vez a sus 16 años siendo una simple chavita con el propósito de ayudar a su padre y seguir adelante para después permanecer su días de adolescente con sus amos, que gran cariño les llegó a tener.

Tocó con delicadeza las puertas esperando a ser recibida por el mayordomo o alguien que ya hayan contratado en su ausencia pero no lo creía posible, pues apenas unos cuatros días que el niño apareció de la nada en el hospital de su tía pero para los Phantomhive todo era posible así que decidió mejor esperar. Una puerta se abrió pero no podía ver a nadie al frente hasta que sintió unos brazos rodeando cerca de sus caderas, era el niño , Ciel.

-Me alegras que vinieras antes de lo previsto, estar con ese hombre no ha sido para nada bonito - dijo regañadientes Ciel sin importarle que del hombre aquíen se refería había llegado escuchándolo - podrá aparentar ser un buen mayordomo pero no lo es para nada, al menos para mi.

-Joven amo, usted tampoco se queda atrás con su clases así que no solo yo no cumplo bien mi papel - apesar de que le habían insultado él no se quedó con las manos cruzadas y se defendió pero con el respeto merecido, aunque quisiera hacer lo contrario - No sabía que llegaría tan temprano señorita Evans, deber sido así yo mismo le hubiera recibido y el té lo hubiera hecho con más anticipación - esta vez se dirigió a la joven regalandole una sonrisa cariñosa, según Ciel eso ya venía de cajón en la actitud del hombre.