Prólogo + Capítulo I *Inesperado*

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-Bueno ¡Aquí voy!

Luz de luna... Tan brillante... De noche

-¡Comenzamos de nuevo!

Escenarios de teatro... Auditorio de colegio... Una guitarra...

-¡Sarah, Sarah! ¡Sarah despierta!

Desperté, iba en el coche de mi madre.

-April ¿Qué quieres?

-¡Mira, mira!

-Vaya...

-Hijas ¡Bienvenidas a su nuevo hogar!

Y es justo en este momento donde comienza mi historia.

Tengo 18 años, mi nombre es Sarah Glossmoon, me gusta la música, dediqué toda mi vida a ella, soy una chica normal, crecí en la ciudad, una vida acelerada y atareada, entre escuela y las clases de música se basan mis recuerdos de la infancia, una infancia feliz, seguramente se preguntaron, ¿Cuándo comenzó mi amor por la música?... Todo es gracias a mi padre, él amaba la música, siempre escuchaba rolas viejas que él solía llamar "verdadera música", bailaba y cantaba alegremente cualquier canción, me llevó a mi primera clase de música, me enseñó a tocar la guitarra. No solo amaba la música, amaba a la gente, ayudaba en los eventos de la iglesia para repartir alimentos, jugaba con los niños en el parque, hasta con los animales era así, un gran hombre, un gran padre...

Luz de luna, tan resplandeciente, tan brillante...

Pero... todo lo bueno tiene que acabar...

La muerte es lo único tan seguro como que la Luna sin el Sol, por sí sola, no podría brillar, esta es la única que conoce el verdadero concepto de la Aceptación Social, pues no mira estatus sociales, ni distintas nacionalidades, no le importa el color de tu piel, o si eres hombre o mujer, no le interesa tu edad ni tus gustos personales, si eres bueno o malo, si estas mal o estas sano, no le importa nada de eso, a todos nos llegará algún día su visita... E inesperadamente, a mi padre, le tocó la puerta...

6 meses después...

-¡Mami, Mami, Mírame!

-¡Hija ten cuidado!

Después de la muerte de mi padre nos mudamos a un pequeño poblado, alejado de todo el ajetreo de la gran ciudad, mi madre, Raquel, es una mujer muy dedicada, adora los niños, es profesora de educación especial, además de también ser una psicóloga profesional. Cuando el hospital del poblado solicitó una psicóloga experimentada, mi madre quien después de la muerte de mi padre necesitaba un cambio de ambiente, sin pensarlo ni consultarlo, solicitó la transferencia inmediata, abandonando así la vida en la ciudad.

-¡Sarah, Sarah, corre, ven, mira!

-¡Ya voy April!

April es mi hermana, tiene 5 años, no hay mucho que pueda decir de ella, es una niña pequeña, nunca está en la realidad, le gustan las hadas y las sirenas, no le importa mudarnos, a veces se pone a preguntar por nuestro padre, mi madre no le dijo que él... bueno... solo le dijo que iba a un viaje de negocios muy largo y que demoraría mucho tiempo en volver, también le dijo que a donde se dirigía no había señal de teléfonos y solo podía enviar correspondencia postal... A veces hasta a mí me gustaría creer que eso es cierto.

-¡Mira Sarah, tu habitación!

-Es hermosa...

Suspiré un poco mientras April salía corriendo, dejándome sola en aquel espacioso lugar, el silencio decorado por el sonido del viento que suavemente acariciaba las hojas de los cercanos árboles, acompañado del dulce cantío de algunas aves, inundaban mis oídos e invadían mi alma. Comencé a observar todo muy detalladamente, paredes color crema hacían ver más amplia la habitación, una cama de madera que hacía juego con un hermoso escritorio, dos mesas de noche y un tocador, un baño propio, un pequeño armario... Mis sentidos se pusieron en alerta y la curiosidad tocaba mi ser, unas preciosas puertas antiguas de madera se situaban en la pared derecha de la habitación, algo de claridad pasaba entre las ranuras de su casi mínima separación, me acerqué, al abrir aquellas elegantes puertas mis ojos se deleitaron, como si aquello que observaba se podía probar, un mediano balcón colonial que me ofrecía una maravillosa vista, que ser perdía entre la arboleada hasta admirar un lago brillante que se pintaba de escarlata con el hermoso atardecer, a los lados, daba vista hacia las casas vecinas, el paisaje atrapó mis sentidos, e hipnotizó mi alma, perdiéndome sin ir a ningún lugar, aturdida por la belleza que mis ojos admiraban.

Aquí al Pie de mi BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora