Capitulo VIII *¿Por qué quieres ayudarme?*

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  Aegan golpeó una silla y salió de la cafetería, salí corriendo tras de él, hasta llegar a una banqueta llena de árboles dentro de la prepa.

-¡Aegan espera!

-Tsh...

Se giró a verme y los nervios me helaron, se me acercó y quitándose su hermoso suéter negro, me dijo:

-Ten... La mancha de malteada de frutas no se quita fácil.

-Gra... Gracias...

-No es nada... Tus rodillas...

-¿Qué tienen?

Mis rodillas sangraban levemente debido al raspón de mi caída.

-Ay...

-Toma asiento.

Hice caso a lo que me ordenaba, sentía que no podía refutarle nada, así que me senté, vi cuando sacó un pequeño pañuelo de su mochila mojándolo un poco con el agua de la botella que también había sacado, se arrodilló y tomando mi pierna limpió mi rodilla, hizo lo mismo con la otra pierna, yo estaba roja, helada, anonadada y absolutamente embobada, no reaccionaba, solo lo miraba, era sentir que el estruendo de mi mente se quedaba en calma, era ese analgésico que necesitaba.

-Ya quedó.

-Gra... Gracias...

-No hay de qué... Ya me iré.

-¡Gracias por ayudarme!

Se quedó allí parado, de espalda a mí, sin decir nada, sonó el timbre, había olvidado que tocaba música, había evitado esa clase por mucho tiempo, seguramente estaba reprobada, sin embargo, tenía muchas ganas de ir a clases con Aegan.

-Toca Música.

-Sí, ¿Y?

-¿Vamos a clases?

-Tsh...

-Ya dejó de sonar el timbre, ¡Vamos!

Tomé su mano para correr a clases y bruscamente me soltó, quedé paralizada, se adelantó a caminar y estando a unos tres metros de mí, volteó.

-¿Caminas?

Dije sí con la cabeza y caminé unos pasos detrás de él con mi mirada al suelo, entramos tarde al auditorio cuando escuché al profesor gritar.

-¡Aegan James y "La desaparecida" pasen al frente ya!

No refuté ni dije nada, de nuevo en mi mente escuchaba voces que gritaban, aunque eran levemente apaciguadas por el sonido de esa hermosa melodía que desconocía de que canción pertenecía.

-¡Qué maravilla!

-Tsh...

-¿Sabían que están reprobados cierto?

-Yo...

-Sin embargo, hay una forma de que aprueben.

-No me importa reprobar señor.

-¡Bien reprueben entonces!

-¡Espere! Yo... Necesito aprobar.

-¡Al fin una buena actitud linda!

-Tsh...

-¡Toma un instrumento y muéstrame qué sabes hacer!

Las miradas de todos en el auditorio estaban sobre mí, un sinfín de instrumentos que había olvidado como tocar, cuando la visualicé, una guitarra acústica un tanto deteriorada entre todos los instrumentos que allí estaban, la tomé sin levantar la mirada y me acerqué de nuevo hacia donde el profesor estaba.

Aquí al Pie de mi BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora