Aquí al Pie de mi Balcón

Capítulo VII *No puedo hundirme*

  Luego de llevar a April al Jardín/Colegio Central decidí ir a dar vueltas por el pueblo, era temprano, pensé, mientras veía la hora en mi celular, decidí ir a recorrer las tiendas del pueblo, pasé por la cafetería a comprar un croissants y un batido, al llegar al lugar, vi a mi madre comprando varias cosas y el doctor Thomás la esperaba en su auto, sentía mucha indignación, pero fui inteligente, saqué más fotos con mi celular para cuando fuese el momento indicado para que la verdad saliese a la luz, esperé a que ellos se fueran y fui a comprar, luego de salir caminé sin un rumbo fijo por el pueblo, hasta que pude percatarme que a lo lejos una chica me llamaba.

-¡Sarah!

Al acercarse me di cuenta que era Megan.

-¿Megan?

-¡Hola!... Sé que quizás no sea la persona indicada que quieras toparte, pero ¿Podemos hablar?

-Claro.

Caminamos hasta la plaza del pueblo mientras platicábamos un rato.

-Quería agradecerte nuevamente por lo que hiciste por Shion.

-No agradezcas, no hay de qué.

-Shion es lo único que tengo de mi madre, ella falleció hace 3 años de Neumonía, mi padre tenía un contrato para trabajar aquí en el pueblo y sin pensarlo nos trajo aquí, fue difícil adaptarme...

-¿Y por qué terminaste siguiendo órdenes de Dassa?

-Dassa consideró que tenía cualidades para seguirla y me prometió volverme popular.

-A costa de tratar mal a los demás, ¿Crees que vale la pena?

-No...

-¿Por qué no te alejas de Dassa?

-¡No puedo!... Dassa me molestaría todo el año, o lo que queda de este.

-¿Le tienes miedo?

-¡No!... Ella es mi única amiga...

-Umm...

Extendí mi mamá hacia ella esperando mirar su reacción.

-¿Qué haces?

-Soy tu nueva amiga.

Con ojos llorosos me dio un abrazo, al soltarme se secaba las lágrimas de sus ojitos y luego haciendo gesto de que recordaba algo me habló.

-¡Ah, Sarah!

-¿Sí?

-Dassa planea molestarte en la cafetería cuando vayas a la preparatoria.

-Faltaré varias semanas.

-¿Por?

-Algunos problemas familiares, es todo.

-Ya veo... Solo cumplo con decírtelo.

-Descuida, gracias.

Nos despedimos y ella se fue, me quedé en la plaza mientras las horas pasaban, por ratos me dormía en la banca, hasta que me dormí...

Luces... Una corneta...

Sonó mi celular, una llamada de mi madre, quería colgarla e ignorarla, pero contesté.

-¡Hola hija! ¿Dónde estás?

-En la plaza.

-Ven a casa.

-Bueno.

Respiré profundo, guardé mi celular y me fui a la casa, al llegar traté de no hacer ningún ruido, pero mi madre me esperaba.