Capítulo XI *La Verdad a la Luz II*

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  La luna brillando iluminando mi balcón, hacía mucho que no la veía brillar con tal esplendor, al día siguiente debía entonar y tocar una canción que en mi mente desde hace tiempo retumbaba, , sin embargo no recordaba la letra, mi mente solo reproducía la escena de esa pesadilla, el miedo me invadía a tal punto de no querer dormir, pasaban las horas de la noche como la brisa serena que pasa arrullando las hojas de las copas de los árboles, 3:00am dio mi reloj y la brisa sopló con mayor fuerza, tuve frío y decidí entrar por un suéter, un sonido rompió el silencio, algo había caído en mi balcón, volteé rápidamente esperando atenta de saber si volvía a repetirse el sonido, me coloqué el suéter y salí a ver que había ocasionado el ruido, una hoja de papel arrugada envolviendo una roca blanca, sabía que era de Aegan, pues esas rocas decorativas cayeron en mi balcón por tres meses seguidos, el papel que la envolvía tenía algo escrito, aunque se veía borroso por las arrugas por las arrugas, pude leer lo que decía.

"No sabes llegar al lago, yo te llevo, estoy abajo, justo al pie de tu balcón"

El mensaje era claro y la emoción corría como adrenalina por mis venas, aunque el miedo me invadía, por alguna razón desconocida yo le temía a las alturas, así que no me asomé, me puse unos tenis, tomé una chaqueta y salí corriendo de mi casa sin hacer ningún ruido, llegué justo debajo de mi balcón, pero no vi a nadie, unas manos cálidas tocaron mis ojos, me asusté, di un brinco y volteé, era Aegan, sonrió un poco, tomó mi mano y me dijo.

-Ven, sígueme.

No lo pensé, no refuté, no medí lógica ni pregunté, solo lo seguí sin más, la luz de la brillante luna dejaba pasar sus leves rayos blanquecinos entre las hojas de los enormes árboles iluminando tenuemente su cabello azabache, yo estaba hipnotizada al caminar, me sentía en una historia de romance, esa que solo miro en las series, las novelas, las películas o en un buen libro de amor, más adelante veía un claro, los árboles llegaban a su fin y la vista daba al lago escarchado, al menos así puedo describirlo pues era tan hermosamente brillante que parecía que toda el agua estuviese llena de infinidades de estrellas.

-Es fácil llegar, los árboles confundes un poco.

-Sí, soy una tonta por haberme perdido.

-Sí lo eres.

-¡Oye!...

-Es la verdad, y... ¿Qué te parece?

-Es hermoso...

-Sí que lo es.

-¿Eso es un muelle?

-Sí.

-¿Puedo acercarme?

-¡No!

Su negación fue tan fuerte que me dejó paralizada, mirándolo, sin poderle decir nada.

-Yo... Lo siento...

-Tran... umm... Tranquila.

-Hay... hay algo que quiero darte.

-¿Darme?

-Sí.

Sacó de su abrigo una pequeña libreta, de esas que empastan en buen cuero, extendiendo sus manos hacia mí me dice.

-Tómala, es tuya ahora, en la primera página esta la letra de la canción que deberás cantar mañana, el resto de las hojas revísalas cando estés sola ¿De acuerdo?

-¡Sí!

-Bien, es tuya.

-Gra... Gracias.

-No hay de qué.

Aquí al Pie de mi BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora