Antonia es mi segundo paso - Capítulo Diecinueve

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La revolución de mis nervios estaban a punto de derrumbarme. Mi caminata era incesante y lo único que permanecia en mi mente eran sus palabras.

'No lo entiendo bien, tú eres una chica al igual que yo. Tú eres Juana... entonces ¿por qué dices ser un chico?'

Recuerdo sus ojos inquietos por la confusión.

Tenía que ser sincero conmigo, no podía mentir, de cierto modo, tenía una pizca de esperanza por ser aceptado y comprendido sin tantas explicaciones que dar porque justamente era uno de los porqués que me detenían al hablar.

Ya se había ido, se había ido dejándome tan tumbado como dolido. Pero, en el fondo, sentía como mi respiración ya no era tan apretada al igual que días atrás.

Sabía que no sería fácil... que había la posibilidad de ser rechazado, pero ilusamente esperé sin poder evitarlo que ella me diera un trato diferente.

Pero, pues no sucedió...

Detuve mis pasos para acercarme al espejo de cuerpo completo que siempre fue testigo de mis pesares.

Mi imagen no pudo evitar hacerme querer escupir un 'ridículo', porque era eso lo que sentía de mi mismo. Lo único claro en este instante.

Sentía la necesidad de gritar, golpear y... arrancarme la piel.

Querer arrancarme la piel en el intento de hacer que dejara de dolerme el pecho, no solo por las vendas que escondían en un intento fallido los pechos con los que nací, también mis pensamientos y dolores que me estrujaban las ganas de continuar.

Lamentablemente, todo era un intento fallido.

Me quité la polera... necesitaba respirar, no buscaba rendirme. No por ahora.

Me deshice de las vendas y aunque todo me ardía, y mi reflejo era la evidencia de los gestos de dolor que me causaban, esto no podía determe.

Antonia era mi segundo paso y me aterrorizaba.

-¿Por qué te colocas eso, Juani?

La alarma en mi cuerpo se reflejó en el acto de proteger mis heridas - ¿Cuándo aprenderás a tocar? -El susto se escupió en mis palabras.

-¿Qué te has echo ahí? - Sus manos intentaron acercarse a mí - ¿Por qué te has estado poniendo esa cosa? - Respondí retrocediendo en el intento de alejarme de sus preocupaciones.

-Retírate, por favor- Aferré la tela a mi pecho -¡Salte de acá!- grité.

Sus manos temblaron y sus ojos me parecían mostrar que todo empezaba a tomar sentido - Necesitamos hablar... te espero afuera- Pero al querer responderle con un insulto se salió de la habitación, sin embargo pude darme cuenta que se limpió las lágrimas en el camino.

El miedo, la impotencia y sobretodo el cansancio se transformó en rabia... en la fuerza de apretar mi pecho, en dañar mis heridas, en presionar entre mis manos los años de mentiras.

Un grito ahogado se me escapó, se escapó del dolor.

Mis manos continuaban apretando mi piel con tanta fuerza con la de por arrancarlos.

Volví a desplomarme y tanto ha de haber llorado antes que no podía ni sentir las lágrimas.

Pasaron los segundos, los minutos y las horas.

Un golpe en la puerta me regresó a la realidad- Juani, me estas preocupando- Resonó.

Perdido, quizás no era la palabra que podría definir como me sentía.

Intentaba gritar y decir que quería ser realmente yo por primera vez, quizás algún día llegaría el momento en el cual no soporte más seguir estancado y este listo para liberarme de estas cadenas...

Solo necesitaba un poco más de valor.

-Ya salgo, dame un momento- Mi voz era extraña, mi voz me dolía.

Una vez escuché que en la vida que alguna que otra vez tocará renacer como el ave fénix. Quizás había llegado mi momento.

Me vestí, me coloqué el chaleco antibalas... nuevamente, aunque doliera hoy más que nunca.

Ahora de pie frente a ella, verla sumida en la preocupación... con sus manos y su mirada inquieta temí por todo.

Y fue entonces cuando me solté, estaba preparado para decir quien era en verdad; porque quería ser tratado como tal.

Debido a frases como estas: "La princesa del abuelo" "Para que compres vestidos, maquillajes, perfumes... esas cosas". Había decidido alzar mi voz.

Entonces fue cuando dije:

- Me siento un varón, má - resoplé angustiado.

Su mirada perdida lo decía todo -¿Cómo que te sientes un varón? A ver...-Su nerviosismo era evidente y no la juzgaba estaba consternada. Es decir, "Tu niña" acaba de confesarte que se siente varón y con una revelación así cualquier madre se queda sin palabras- Te sientes como un chico... ¿Desde cuándo te sientes así?

Mis manos temblaban. Aún no conseguía entender que estaba siendo sincero con mi madre-Creo que desde siempre...-Sus ojos parecían intentar ingresar en mí- Yo entiendo que no lo puedas entender y también acepto si te resulta vergonzoso - Quizás estaba listo para ser rechazado. Nuevamente.

Lo había dicho todo tan rápido que no pude evitar continuar- Aunque me duela, pero si no me quieres ver más...- Ojalá no me esté precipitando, pero solo no le quiero causar más daño.

Sentía que cada segundo se hacía peor, seguro que era decepcionante para ella - ¡Mi amor! ¿Qué dices? Por favor...-Levantó las manos y me acarició el rostro.

Su ternura me tranquilizaba pero la idea de que pueda sentirse culpable me invadía - No es tu culpa, perdón- ¡Quería dejarle claro eso, muy claro!

-No, no es culpa de nadie- Me dedicó un beso en la mejilla con la intención de calmarme- Todo lo que tengamos que atravesar, lo vamos a hacer juntas, ¿está bien? - Me tocaba el rostro, me miraba con firmeza, y con esas palabras fuertes y llenas de apoyo consiguió silenciar mis temores.

Pero corregí -Juntos mamá- Y no sería la única vez que lo haría. Lo sabía.

Desde ese día sería quien yo quería ser, quien era y siempre fui. Porque siempre supe que algo se diferenciaba en mí...entre mi cuerpo con el que nací y como me sentía.

Porque no era Juana, nunca lo fui.

A partir de hoy nadie me detendría.

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Gracias por continuar leyéndome, se los agradezco ♥️

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2022 ⏰

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