Justamente así no era yo: Capítulo Diecisiete

165 12 0
                                    

La impaciencia devora mi voluntad, hace débil mis deseos, rasguña mi valentía, y siendo más injusta conmigo termina encasillando mis palabras en mi pecho. ¿Por que tiene que ser dan difícil expresar lo que sientes? Seria ese mi error, que quizás me defina.

Mamá lee mi mente por favor, escucha mi corazón... Hazlo por mí.

Los suspiros eran termino de cada día. El camino se hacía cada vez mas corto, aunque en realidad no era nada, solo mi mente creía que era la trayectoria mas larga de mis mañanas.

-¡Juani!- Cerré con cuidado la puerta, y sonreí sin tanto esfuerzo, como lo venia haciendo últimamente.

-Emma, ¿nos vamos?- Mi corazón golpeó, anunciando que latía aún por algo mas.

El recorrido con ella era una eternidad, parecido el estar sumergido en un sueño que dejaba esa sensación de toda una vida...que solo duró unos minutos.

Por alguna razón mis pisadas eran pesadas, lentas y desgastadas, hoy. Me encogí en mi asiento, estire los brazos reposando mi frente en la fría madera del pupitre... Me despertaba de este mal sueño.

En algún punto de mi existencia, resonaban en mis oídos esas frases intencionales...

Yo, yo solo era un chico. Uno más...
¿Porqué no lo podían ver? Porque mi cuerpo era distinto, diferentes características...

-Emma, te buscan- Es justamente asi, catalogado todo lo contrario al que poseía ese chico que buscaba al amor de mi existencia.

Su cabello corto muy correctamente cuidado, una camisa pulcra cubría su musculatura, una roja corbata rodeaba su cuello, un pantalón gris impecable y unos zapatos sacados de los catálogos de varones bien lustrados, justamente así no era yo.

Nuestra escuela no poseía el reglamento del uniforme escolar, sin embargo había ciertas ocasiones donde su utilidad era una obligación. Y ese día era hoy...

-¿Juana Salinas, y el uniforme?- Volví a mi pose sobre la carpeta.

Por favor, por favor que se vaya...

Su presencia se instaló en mi delante- ¿Salinas, el uniforme?- Maldita mierda.

Me levanté, y enfrenté lo que cada tres veces al año me tocaba aparentar- No me queda- Fingí.

-¿Cómo cada año? - Respondió burlona. Si ya lo suponía, porque se esforzaba...

-Asi es, no me pregunte más, por favor- Me acomodé en mi silla, jale las mangas de mi sudadera, y esperaba que el universo no me la hiciera mas difícil.

-Mire, cada año es la misma situación con usted, llamaré a sus padres- Me amenazó, arregló sus lentes, y se marchó.

Suspiré, mierda... Antonia, por favor, no contestes.

Volví a estirarme, la madera fría, era relajante.

-¡Todas afuera! - Todos... - Juana, tú te quedas, la auxiliar esta intentando comunicar a tu madre- Tampoco me apetecía salir.

(...)

No sabia porque había venido. En realidad sí, hoy Emma presentaba una exposición en el auditorio, las actividades de primaveras aún estaban en curso.

La ceremonia de inauguración de las presentaciones del alumnado, y la bienvenida a los colegios de la capital habían concluido.

Cada año, en estas temporadas, nos visitaban colegios y se realizaba el tal comentado "Conferencia estudiantil". La junta tenía lugar en el auditorio, ahí el porque la necesidad del uniforme para diferenciarnos.

Labios rosadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora