XXV

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Sebastián

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Sebastián

¿Prueba? ¿Ahora qué estará planeando? Esta chica lo único que hace es confundirme. Ver cómo coqueteaba sobrepasó mis límites. Simplemente no pude controlarme. El ser vampiro tiene sus desventajas, los sentimientos y emociones son más intensas que las de un humano. Me cegué, debo admitirlo, pero este amor tan intenso y a la vez loco, me cambia, me domina en muchos aspectos.

Alice se fue, dejándome con mil dudas, con un dilema en la mente. Los chicos no esperaron para regañarme. Desde que empezó el viaje—me dijeron— me he comportado muy mal y, sin embargo, ella soporta todo sin decir nada, sin reclamos, ni malos tratos, lo cual me hace sentir mal, con remordimientos, con culpa.

Sol

Al ver a Sebastián que regresaba al hotel, Susan y yo comenzamos a hablar de lo que había pasado.

—¿Chicas me pueden explicar qué ha pasado? —preguntó Max confundido.

—Al principio tampoco entendíamos, pero ahora todo está más claro—respondió Susan—Conociendo a mi hermana, quería asegurarse de que él fuera capaz de defender lo que siente, y en un futuro proteger lo que hay entre ellos. Pero Sebastián también tiene sus dudas, y pienso que Alice debe también poner de su parte y demostrar lo que siente. Deberían estar juntos, y no pelear, discutir y tratarse mal.

—Son demasiado complicados, no entiendo por qué mejor no se enfocan en ser felices y estar juntos, en demostrar el amor que se tienen—Cristian tenía mucha razón.

—No conozco bien a Sebastián, pero a mi hermana sí, y ella nunca se entregará por completo, ni dejará que la veamos vulnerable.

—¿Ella piensa que el amor la hará débil? —comenté sorprendida.

—No me corresponde hablar sobre la vida de Alice. Será mejor que ustedes se lo pregunten, claro, si tienen las agallas...

Sebastián

Me sentía como un idiota, recargado en la puerta de mi habitación, intentando reunir el valor necesario para entrar. Mi teléfono sonó. Lo tomé con rapidez. y observé la pantalla del teléfono, mientras me alejaba un poco de la puerta.

—¿Te quedarás recargado en la puerta toda la noche? —cuestionó Alice—Si no quieres compartir habitación conmigo, simplemente dilo y dormiré con las chicas.

Por un momento me paralicé por la vergüenza. Guardé mi móvil en el bolsillo. Después de tomar una gran bocanada de aire entré a la habitación. Alice estaba recostada en la cama, escuchando música y con sus ojos cerrados.

Me senté en mi cama, quedándome a un lado, a simples centímetros. Sin embargo, la lejanía entre nosotros parecía inmensa. Permanecí ahí, observándola, mientras pensaba en todo lo que me hacía sentir. Dentro, había ilusión y remordimientos. Me sentía agradecido por todo lo que había despertado en mí, por ayudarme a descubrir lo que se sentía amar. Pero temía que no hubiese hecho nada positivo para agradecerle y demostrárselo.

Alma De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora