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Llegué antes que ellos y los esperé en el callejón

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Llegué antes que ellos y los esperé en el callejón.

—Eres muy veloz—me dijo Cristian. Sonreí con timidez.

El antro estaba a lleno. Sol me tomó del brazo y caminamos hasta el bar. Sin embargo, un amable chico que se encontraba en la puerta nos llevó hasta una mesa vacía. Tomamos asiento y los chicos, de inmediato pidieron sus bebidas favoritas.

—Ella también tomará refresco—dije, al mesero con mi dedo apuntando a Susan. El hombre se fue a traernos las bebidas.

—Alice, te advierto que he venido a divertirme—dijo mi hermana, cruzando los brazos y recargándose en el respaldo del asiento.

—No necesitas alcohol para divertirte. Para mí sigues siendo una niña y tienes que obedecerme, de lo contrario, volveremos a casa. Gruñó, pero terminó aceptando.

—Y también va para ti, Sol, no quiero tener que cargarte como la última vez—ésta me observó con reproche.

A lo lejos, Alex preparaba bebidas. Me miró y de inmediato elevó su mano derecha y la agitó con euforia, para indicarme que me acercara.

—Te extrañé—dijo—hace tiempo que no te veía—Sonreí. Se acercó y me dio un fuerte abrazo.

—También yo. Sólo que se presentaron algunos problemas y no había podido venir a visitarte—al escucharme, buscó a Sebastián con la mirada.

—¿Cómo vas con él? —su rostro, su sonrisa cambio a un semblante serio.

—Durante el viaje tuvimos algunos mal entendidos. Ahora todo está mucho mejor.

Elevó sus pícaras cejas mientras me observaba.

—Por fin me pidió que fuera su novia—murmuré en su oído. Se sorprendió tanto, que derramó un poco de alcohol sobre la barra.

—Me alegra por ti. Aunque sí han venido a celebrar su noviazgo hasta aquí, me temo que no ha sido la mejor de las ideas.

—¿Por qué? —me indicó que observará detrás de mí.

Pude observar cómo una linda chica, con cabellera larga, castaña y un diminuto vestido negro, se había sentado en mi lugar e intentaba coquetear con Sebastián. Se le insinuaba descaradamente, colocando sus senos en uno de sus brazos, frotando un poco, intentando excitarlo o por lo menos llamar su atención, diciéndole cosas al oído mientras jugaba con su cabello.

—¿Celosa? —comentó Alex, con burla.

—No molestes. Lo sabes perfectamente. Y me enoja que él no se aleje. ¿Qué le pasa?—Rió ante mi reacción—¿Te burlas de mí?—Elevó ambas manos mientras intentaba controlar las risas.

—¡Lo siento, pero es que eres tan tierna y a la vez tan graciosa! —se me aproximó hasta apretar mis mejillas. Le di un golpe en sus manos para que me soltara.

Alma De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora