XXXI

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Sebastián

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Sebastián

Ha pasado una semana desde el momento en el cual le pedí a Alice que fuera mi novia. Nunca había sido tan feliz al lado de alguien. La dicha era tan grande que no podía ocultarlo, creía que iba explotar si no la demostraba. Me sentía tan bien a su lado, que en ocasiones me daba miedo perderla. La abrazaba con fuerza. Quería protegerla, cuidarla, estar a su lado para siempre. Imaginarme sin ella un momento me significaba una eternidad.

Recuerdo como si fuera ayer el día en el cual confesamos a los nuestros sobre nuestra relación, un suceso que me lleno de dicha. Así, ya no tenía que ocultar mis emociones, ni esconderme para besarla, para tomar su mano o declararle una vez más mis sentimientos. Cuando los padres de Alice se enteraron, ellos parecían negarse a la idea de que su hija fuera feliz, no importaba si era conmigo o alguien más. Su único propósito era, contradictoriamente, testificar la desdicha de mi querida Alice. Discutieron en su momento, dejaron de hablarme por varios días, pero al final tuvieron que aceptarlo.

Ella finge estar bien, que sus comentarios y malos tratos no le afectan, pero en el fondo sé que no es así, ella de alguna manera me lo demuestra, aunque no sea con palabras. Cada ves que tiene un enfrentamiento con sus padres llega hasta a mí y me pide que la abrace, esa es su manera de sentirse mejor, la forma en la cual me demuestra que está mal o triste y necesita de mi apoyo.

En varias ocasiones me he cuestionado, ¿Por qué con Susan se comportan diferente? Estoy seguro que por ella darían la vida, solo hace falta ver cómo la miman y consienten, su manera amorosa y comprensiva con la cual le hablan. Mientras Alice lo único que recibe de ellos son insultos, malos tratos, al principio creí que ellos eran fríos por naturaleza, pero todos podemos darnos cuenta que no es así, que marcan fuertes diferencias entre sus hijas.

Mis padres ya estaban enterados de mis sentimientos, no les sorprendió que comenzáramos a salir, se alegraron por nosotros y aún más porque fuera Alice la mujer que había escogido como pareja.

Ha sido poco tiempo, pero lo he aprovechado al máximo, intentando conocernos a tal grado que no sea necesario usar palabras. Simplemente con observar al otro y descubrir que es lo que piensa, su estado de ánimo. Quiero conocer cada rincón de ella, cada parte de su mente así como de su maravilloso cuerpo. Y aunque en los últimos días ha estado un poco irritable, temerosa y distraída, me he dedicado a conocerla tanto como a complacerla en lo que me ha sido posible.

Sus pesadillas cada vez son más frecuentes y más intensas, provocan algo en ella que me es imposible descifrar. Sólo sé, que después de cada sueño ella se pierde. Su mente despoja su cuerpo y no hay nada ni nadie que la haga salir del trance, al cual se aferra. Teme que sus sueños se vuelvan realidad, que los demonios que ahí se encuentran salgan y dañen a las persianas que ama. Ella me dice que no recuerda sus pesadillas, ni la razón por la cual teme tanto. Sé que miente, me oculta ciertas cosas para no preocuparme. Aunque no todo es malo, las noches en vela que paso a su lado son lo más gratificante del día. Dormir con ella entre mis brazos, eso es algo que no cambiaría por nada.

Alma De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora