La familia

ℙ𝕣𝕠𝕝𝕠𝕘𝕠

¿Que tanto daño pueden hacer las palabras? ¿Que tan dañina es la ira cuando estás en una discusión?

Un golpe deja una marca que con el tiempo se quita y es fácil de perdonar cuando es un ser querido, pero un insulto despectivo, una mirada de decepción, un grito maldiciendo el día en que naciste, eso no se borra fácilmente.

Lo sabré yo que termine por morir a causa de esto.

Tal vez si hubiese sido una cachetada en vez de palabras, si hubiera un empujón en vez de una maldición, la verdad no era demasiado codiciosa, no esperaba una disculpa o un abrazo, solo esperaba que sus palabras no fueran tan duras o hirientes.

Pero también fue mi culpa, debí tener más cuidado cuando me senté en la orilla de ese río, debí notar que la corriente era muy fuerte, debí sacar mis pies del agua cuando escuché como una rama caía de ese gran árbol.

Tal vez así hubiera evitado que mi vestido se enganchara, si hubiera tenido la fuerza de Luisa me habría aferrado a alguna piedra para no hundirme, tener el don de Isabela también habría ayudado, hubiese podido usar las raíces para aferrarme a algo y así no ser arrastrada por la corriente.

Al final es mi culpa por no tener un don...

Pero fue lindo ver a mi abuelo esperandome con los brazos abiertos y una taza de chocolate en su mano...

Al final no todo fue malo.

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—¡Mirabel!