Una madrugada fría con pequeñas gotas de lluvia recorriendo las escaleras de la mansión y una vez más el llanto inundaba la finca de los Madrigal.—¡Ya nació! —declaró Agustín con alegría a pesar de que eso era muy obvio teniendo en cuenta los fuertes llantos de la infante.
—Si, nacer es fácil, pero vivir es lo complicado —dijo Camilo con desespero.
—¿Cómo están? —preguntó Pepa preocupada.
—La bebe... Dejó de respirar por unos minutos, pero lograron estabilizarla, Julietta ya le dio de comer algo a Isa así que ambas están bien.
—¡¿Es una niña?! —el hombre asintió— ¡Por Dios! —Luisa extendió su mano haciendo mientras Camilo sacaba su billetera.
Los habitantes de aquel hogar chillaron llenos de alegría ante el nacimiento de una nueva Madrigal, Bruno abrazó a su hija quien se miraba emocionada al pensar en que al fin podría serle de ayuda a su prima quien había aceptado que la menor ayudara a cuidar del bebé en cuanto naciera.
Pero mientras fuera de la habitación todos celebraban dentro de la misma Isabella lloraba amargamente en compañía de las velas y la bebé. La niña era de tes pálida y su cabello era negro aunque un poco ondulado, al ver esto las fuerzas que había reunido durante los últimos siete meses se habían ido por completo.
—Mi pequeña niña... Lamento que hayas venido a este mundo así.... No quería que esto fuera así, no quería que me vieras llorar por algo que no fue tu culpa —murmuró apegándose al infante mientras los recuerdos de aquella terrible noche llegaban a su memoria.
...
—¿Donde...? Mamá —su familia la miraba llena de preocupación.
No sabía que había pasado, solo recordaba haber bebido un solo vaso de cerveza en la fiesta organizada por el pueblo vecino, a su mente llegaban rápidos destellos de un hombre sobre ella, pero no tenia claro quien era.
—¿Que pas-? ¡Ah! —se quejó al sentir el dolor punzante en su entrepierna.
Isabella no recordaba nada, pero sabía que algo malo le había pasado, lo sabía porque recordaba su vestido rasgado, lo sabía por la mirada de su familia, lo sentía y sabía que esa noche aún si no la recordaba jamás saldría de su memoria.
...
—Cuando decidí tenerte lo hice porque pensé que sería una buena madre... Pero ni siquiera pude albergarte en mi lo suficiente como para que nacieras sana, seré una madre terrible... —dijo entre lágrimas.
La bebé comenzó a llorar de manera descontrolada llamando la atención de su abuela quien entró al cuarto observando una escena que estrujó su corazón, su hija mayor lloraba acurrucada en sí misma mientras su nieta lloraba en una esquina de la cama.
—Isa...
—Llévatela por favor... No quiero verla —la mujer no trató de insistir, no quería presionar a su hija.
Lo que en un principio fue un feliz inicio ahora era una agotadora experiencia para todos los habitantes de la casa.
—Mariano, por favor tráeme el tetero de la bebé —el hombre asintió y aun siendo de madrugada se levantó para buscar la leche de su ahora sobrina.
A pesar de ser aún novios el hombre había decidido quedarse en la casa de los Madrigal (con el premiso de Alma) ciertas noches para cuidar de la bebé junto a Dolores cuando el matrimonio de Agustín y Julieta se agotaba.
Isabella por su parte no se había levantado de la cama desde aquella noche, la casa se sentía nuevamente vacía y solo había pasado un año desde la muerte de la más joven Madrigal así que el sentimiento vacío volvió a ellos como una terrible pesadilla.
—Isa...
—¿Mirabell? —no era común tener estos sueños, pocas eran las ocasiones en las que podía volver a ver a mi hermanita y siempre eran malas ocasiones, pero aún así adoraba verla.
—Hermanita... —su sonrisa expresaba pena y preocupación— ¿Cómo estás?
—Debes saberlo ya que siempre estas conmigo.
—Si, pero quería romper el hielo —dijo con una sonrisa algo culpable, el silencio pasó y una expresión seria se formó en su rostro— Isa... Te haré una pregunta por la que no te debes sentir culpable ¿Quieres que me lleve conmigo?
—¿Que...? —sabía a quién se refería, hablaba de esa bebé.
—Has hecho todo esto porque querías demostrar algo y ya lo hiciste, ya demostraste que esa noche no acabó con tu vida, pero te estás condenando a vivir con una niña a la que pareces no querer y tu no mereces eso y esa niña tampoco, tener una madre que la rechace es demasiado... No te sientas culpable hermanita si dices que si no recordarás esta conversación de todas formas.
—Mirabell, yo...
"Quiero que te la lleves" eso era lo único que mi mente pensaba, no soportaba su llanto, no soportaba su aroma o el dolor que me causó cuando intenté darle pecho, no la quería en mi vida, no sabiendo que siempre iba a recodarme esa noche o a esa persona.
—No —fue lo que respondí.
No era por amor a esa bebé, era por amor a lo que podía ser esa bebé, esa niña podía ser algo más que un mal recuerdo de una mala noche, o tal vez no... Quería descubrirlo, quería intentar volver a cargarla a ver si llegaba a sentir algo más que repudio.
Era egoísta pero quería mantenerla a mi lado un poco más antes de tomar una decisión y Mirabell lo sabía.
—Volveré a verte cuando hayas decidido qué hacer.
Sin más que decir desperté.
—¿Quién es la cosita más bonita? ¿Quién es la belleza de esta casa? —Camilo caminaba en su habitación junto a la niña siempre con la forma de su rima mayor, pero aún así esta lloraba sin caer del todo en el engaño de su tío.
—Camilo —la voz fría de Isabella se escuchó por todo el lugar.
---Yo... Acabo de perder a un familiar muy querido, realmente no tenia ánimos de escribir hasta que recordé esta historia, me pareció algo gracioso que hace un par de meses hablaba sobre la resignación después de la pérdida cuando yo realmente no quiero resignarme a nada.
Así que decidí seguirla un poco más, solo porque deseaba saber cómo seguía la vida despues de una tormenta.
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La familia
FanficEsta es la familia... Madrigal... Hogar de mi gente en... Madrigal La casa parecía vacía y solo era llenado por ligeros sollozos de tristeza y aquella canción que alguna vez cantó el miembro más olvidado de la casa, pero ya no se podía hacer mucho m...