Se dice que después de la vida el consuelo mas grande de la familia es saber que ese ser querido ahora estaba en paz lejos de cualquier dolor... Es mentira.La verdad es que el primer año después de tu muerte sigues en la tierra como un alma invisible, es una bendición o tal vez un castigo. Algunos se quedan mas tiempo para cuidar de su familia, pero con los años su alma va perdiendo fuerzas al ver como aquellos que ama pierden la alegría.
Mi abuelo ya estaba cansado, lo que en un principio pensó que seria una bendición para cuidar de su familia ahora era la razón de mi muerte. Su espíritu se estaba apagando, pero lo consoló el hecho de poder abrazarme y decirme lo mucho que me quería.
A mi también me consolaba tenerlo a mi lado cuando vi a mi hermana Luisa llevar mi ataúd, o cuando desesperada intenté que Isabela dejara de culparse por mi muerte... En definitiva era bueno tenerlo conmigo cuando lloraba al ver a mi mamá y papá llorar abrazados en la cama.
—Julieta... Mi amor, vente, hay que comer algo...
—No tengo hambre...
—Te preparé unas arepitas con queso y un café, sé que soy malo cocinando, pero estas vez no me quedaron quemadas y el café... Nuestra Maribel me enseñó a hacerlo así que... ¿Por que no lo tomamos juntos?
Como pudo Julieta se levantó de la cama y de la mano de su esposo salió a los pasillos notando que la lluvia aún no paraba a pesar de haber pasado un par de día desde el entierro de Mirabel.
Al caminar rumbo a la cocina la mujer vio a sus hijas mayores sentadas la una al lado de la otra frente a la puerta de su pequeña. La mujer tomó aire y se sentó en medio junto a su esposo dejando que las menores se apellaran en ellos.
—No llores mi sol no le temas a la lluvia que yo te cuidare hasta que las nubes se vayan... Hasta que las nubes se vayan~ Quiero que sepas que nunca me iré pues tu eres mi sol y me quedare —aquella canción de cuna hizo que las hermanas lloraran sin recelo o contención.
Ambas recordaban esa melodía, y con ella la imagen de su madre cargando a su pequeña hermana mientras esta lloraba, los recuerdos de la niñez inundaron a aquella pequeña parte de la familia que muy en el fondo aun guardaba la esperanza de volver a ver a su querido sol.
—Toñito, mijo... —Felix entraba a la habitación del menor de sus hijos esperando que este aceptara probar un bocado de comida o hablara con él, algo que no había hecho desde que el cuerpo de su prima entro por la puerta— Mijo, su madre está preocupada y quiere que coma con nosotros-
Felix se paró antes de llegar a la cama de su hijo, la imagen nostálgica de su sobrina abrazando con fuerza a su hijo mientras ambos comían unas galletas que habían robado de la alacena lo hizo querer llorar, aun mas sabiendo que esa no era su sobrina.
—¡Papi! ¡Mirabel vino a visitarme! —anunció lleno de alegría— dice que no se puede quedar por mucho tiempo, pero se vino a despedir ¿La ves, verdad? —el hombre asintió con una sonrisa forzada.
—Y... ¿Cuánto dijo que se podía quedar?
—Ya me voy tío —aviso con su característico tono alegre— si la abuela descubre que me robe sus galletas va a regañarme —la figura se acercó a Antonio y le dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla— ya me tengo que ir Toñito ¿Recuerdas lo que hablamos?
—Si... Debo ser fuerte, un buen niño con mis padres y un buen hermano.
—Y sobre todo... —dijo esperando que el otro completara la frase.
—¡Tengo que ser feliz!
—¡Bien dicho! Bueno, ahora si me voy, el lugar del que te hablé me está esperando —con rapidez y torpeza la silueta se alejó hasta llegar a la puerta y al salir de la vista del menor de la familia la sonrisa vivaz desapareció dejando una mueca de tristeza y unas inmensas ganas de llorar.
—¿Camilo...?
—Ah, mamá... Toñito ya comió, sé que me dices que no debo usar mi don para este tipo de cosas, pero Toño enserio lo necesitaba y... —la mujer abrazó a su hijo quien rápidamente la apartó y cambió a su forma original dándole una ligera sonrisa— estoy bien... Es mi trabajo, es por la familia... —murmuró yendo a su habitación.
—¡Camilo!
—¡Prima! ¿Me viste? ¡Eso fue increíble!
—¡Siiiiii! ¡No puedo esperar a tener mi don para que los usemos juntos!
—¡Si! ¡Así ayudaremos al pueblo! Y... Tal vez tu don nos ayude a saber donde esconde la abuela las galletas.
—Shhhhh, Dolores está cerca, si nos escucha nos quitara parte de las galletas.
Ambos rieron con maldad al pensar en las travesuras que harían una vez que ambos tuvieran sus dones.
Sin intenciones de levantarse de la cama el joven se cubrió con las sabanas sin poder llorar mas de lo que había llorado la noche anterior, en cambio se dedico a dormir esperando despertar de nuevo en aquel sueño en donde de nuevo era un niño que no tenia mas preocupación que la de jugar con su querida primita.
—¡Camilo! ¡Vamos al río, hace calor!
—¡Espérame! Dolores escondió mis zapatos.
—Camilo, mijo una señora del pueblo necesita tu ayuda, su hijo no para de llorar y ella está al borde de un colapso por cansancio, ya después jugarás con tu prima, ahora tienes que ir a ayudar a la gente.
No le guardaba rencor a su madre... Sabía que todo lo que ella hacía era para hacer de él una buena persona y alguien digno de llevar el apellido Madrigal.
Pero tampoco podía perdonarse a si mismo el haber hecho a un lado a su mejor amigo solo por cumplir su deber. Los primeros años si estaba realmente ocupado, pero con el tiempo comenzó a crear excusas para alejarse de ella; ahora le parecía estúpido haber pensado alguna vez que por acercarse a su prima su don se esfumaría.
Desde el entierro de Mirabel odiaba estar en su habitación, últimamente no aguantaba ver su propio reflejo, ya ni siquiera se sentía digno de pensar en si mismo como un Madrigal. Alguien que se dejaba llevar por los estúpidos prejuicios no merecía la bendición.
—Tu la merecías mas que yo... —susurró— esto es una mierda.
Camilo Odiaba estar en su habitación porque le recordaba todo aquello que hizo mal, todas las veces que ignoró a su prima, todas las excusas sin sentido y las burlas al ver como Isabela la superaba a pesar de que ella se esforzaba.
Pero quería seguir quedándose allí porque ese era el castigo que se merecía después de no haber detenido a Mirabel cuando la vio correr hacia el río.
Está es la familia Madrigal, hogar de mi gente en Madrigal...~
—Bueno mijo, ¿Que hablaste con tu prima? —preguntó Felix viendo a su hijo menor.
—Se que ese era Camilo —respondió en tono apagado, pero aún con una sonrisa— mi prima Maribel está lejos de aquí, ya lo entendí, la vi en un sueño y ella me abrazó y me explicó todo.. Pero me gusto ver su cara...
...Un capitulo menos triste, para que se recuperen antes de que entremos en la mente de Luisa e Isabela.
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La familia
FanfictionEsta es la familia... Madrigal... Hogar de mi gente en... Madrigal La casa parecía vacía y solo era llenado por ligeros sollozos de tristeza y aquella canción que alguna vez cantó el miembro más olvidado de la casa, pero ya no se podía hacer mucho m...