Ya lo había aceptado...Había pasado una semana y mi mente había vuelto a tomar el control, así que ya no lloraba o al menos no tanto. Al fin y al cabo ni siquiera éramos tan cercanas, y estas cosas pasan, los accidentes pasan... La vida se acaba.
Pero yo...
No quiero aceptarlo, quiero volver a verla. Parece que el tiempo no pasa en su habitación así que yo sigo entrando con la esperanza de escucharla gritar que me vaya, pero cuando la noche llega me doy cuenta de que no volveré a verla y entonces... Rezo.
Levanto tantas plegarias al cielo que comienzo a pensar que Dios se está hartando de escuchar mi llanto en forma de ruegos silenciosos.
Quiero olvidarla...
—Isabel... Mija, ya es hora de despertar.
—Voy... Solo tengo que-
—¡Isa! Si no vienes juro que voy a comerme tus changas.
—... ¿Mirabel? —la mayor se levantó de la cama casi por inercia y corrió hasta donde escuchó aquella voz.
Allí estaba.
Mirabel sonreía de manera radiante mientras el resto de su familia ponía la mesa. Todo se veia igual, pero... Algo era diferente y no hablaba solo de la presencia de su tío Bruno o de la sonrisa de su abuela, tampoco lo decía por aquellas coloridas flores...
—¿Isabel? —la menor se le acercó al ver como las lagrimas recorrían las mejillas de su hermana— hermanita ¿Que te pasa? —la mayor se apresuró a abrazar a la de lente— ¡Wow! ¿Estás bien?
—M-Mirabel... Tu —las lagrimas eran opacadas por la sonrisa de alegría.
—Mija, vaya a ponerse una ropa más decente —pidió la abuela con una sonrisa algo confundida— Mariano viene para desayunar y no quiero que la halle en esas fachas.
¿Todo había sido un sueño?
Si, todo había sido una horrible pesadilla. Ella aún no entendía los cambios de su hogar, pero no importaba, su hermana estaba allí, ella estaba bien y eso era suficiente. Su vestido era diferente, pero muy bonito y la familia parecía estar feliz.
—Ya estoy aquí, hola Mariano —si el compromiso seguía en pie no importaba, de todas formas su hermana estaría para su boda.
—Hola Isabel —antes de poder acercarse Dolores se le adelantó y ambos compartieron un beso tranquilo, pero lleno de cariño— bien, es bueno ser recibido así... ¿Comemos?
Después de eso despertó.
El mundo se caía a pedazos cada día, pero las noches eran buenas ya que una vez que dormía podía volver a ese mundo de sueños en donde todo parecía estar bien.
Pero todo tiene un final....
—No, no, no, no, por favor, aparece —la voz de Isabella era de total desespero, no importaba cuánto tratara, el sueño se desvanecía en sus manos— por favor... Por favor, necesito verla... Por favor.
Plantas de sueño, incienso, incluso otras plantas medicinales que causaban efectos aún más fuertes, nada funcionaba, nada la hacía volver.
—¡AHHHHHH!
Aquel grito desesperado levantó a todos los habitantes de la mansión.
—Isabella, abre la puerta —pidió Agustín temeroso— mija, abra la puerta, soy su papá.
—No... Yo... Yo tengo que dormir, si, tengo que dormir porque si no, no voy a poder verla, pa' ayúdame, ayúdame a dormir no se como... Como... —fue una mala idea prenderle fuego a esa hierbas esperando tener un mejor resultado.
Ahora el humo la estaba mareando y las rosas creaban un muro impidiendo que su padre abriera la puerta.
—Yo... Tengo sueño —murmuró feliz al sentir su primer rastro de agotamiento después de tres días de insomnio— Tengo... Voy a dormir —sus pies se arrastraron por el piso llevándola torpemente hasta la esquina de su cama en donde se acostó con una sonrisa de completa alegría cayendo inconsciente poco después.
—Isa... Isa —allí estaba.
Su querida hermanita la despertaba nuevamente como cada mañana.
¿Por que Mirabel lloraba? ¿Abuelo?
—Ay mija... ¿Que te estás haciendo?
—Abuelo, tú también estás aquí, qué bueno es verte, ¿Por que no te vi antes?
—Hermanita... ¿Que te estás haciendo?
—¿Yo...? —una sonrisa nerviosa se mezcló con mi voz que comenzaba a quebrarse en el llanto de la pena que me estaba guardando— yo no... No podía dormir entonces —un fuerte abrazo acabó con mis palabras e inundó mis ojos.
—Por favor no vuelvas a hacer esto —me pidió— seca esos ojitos tan preciosos que sacaste de tu abuela y escúchame —una dulce mirada me devolvió la paz— nosotros estamos bien...
—¿Mirabel...? —no quería aceptarlo así que esperaba que mi hermana dijera algo diferente, pero sus ojitos estaban llenos de resignación— esto era lo que estaba escrito para mi —sus manos tocaron mis mejillas y me atrajeron a su pecho.
No habían latidos, pero su pecho era cálido y... Familiar.
—Se que parece injusto, pero fue así —la mano de mi abuelo acarició mi cabello— cuando pienses en nosotros solo reza... Así nosotros nos encargaremos de llevar tus plegarias más allá de las nubes.
—Mirabel... —seguía llamándola con miedo a no recibir respuesta.
—...... Como quisiera... Que comprendieras, me llevas dentro, vivo en tu pecho y en tus recuerdos podrás buscarme... Cada noche... Vengo a verte y me siento a tu lado escuchándote llorar —sus manos me abrazaban como si fuese ella la que temiera soltarme— hermanita, te amo... Te amo porque eras mi hermana mayor, porque me viste crecer y porque siempre serás uno de mis mejores recuerdos.
Su voz parecía cada vez más lejana, pero su abrazo seguía persistente.
—Por favor déjame ser tu recuerdo favorito... Por favor déjame ir...
No me lamento ¿Para que...? Ella está muerta, eso lo sé...
Haré lo que ella me pide y... La dejaré ir, también dejaré de llorar, no quiero que se desespere al no poder consolarme, viviré mil años para que ella me vea ser feliz, viviré para que ese sueño lejano se vuelva realidad.
Pero justo ahora... Justo ahora quiero quedarme así, quiero seguir en los brazos cálidos de mi abuelo y sentir el abrazo de mi hermana hasta que este sueño se acabe. Me permitiré llorar ahora que ella puede abrazarme para así no volver a llorar cuando deje de verla.
—¿Mirabel...?
—Isa... Tengo miedo.
—Ven aquí... Te protegeré hasta que la tormenta se vaya.
—¿Puedo venir siempre que haya una tormenta?
—Puedes venir incluso si la Luna brilla más que nunca, cada vez que tengas miedo... Ven a mi y yo te protegeré.
...... Era lindo estar así, pero al despertar ese sentimiento vacío me inundó.
—Mija... —mi mamá me abrazó y yo correspondí— perdón... Debí cuidarte mas, estaba tan metida en mi dolor que las descuide, perdóname mija... Perdóname... Por favor...
Era egoísta solo pensar en mi y eso había llevado a mi madre a un colapso. Mirabel por favor ayúdame a decir las palabras correctas.
—No fue tu culpa mamá —la abracé con fuerza— te amo mami...
...
La verdad... Este me salió medio flojo.
Siento que no reflejé todo el dolor que quería reflejar en Isabela, pero si es así entonces haré todo para que Luisa si lo sienta.
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La familia
Hayran KurguEsta es la familia... Madrigal... Hogar de mi gente en... Madrigal La casa parecía vacía y solo era llenado por ligeros sollozos de tristeza y aquella canción que alguna vez cantó el miembro más olvidado de la casa, pero ya no se podía hacer mucho m...