A pesar de ser miembro de una monarquía en donde todo era perfecto, solía codearme incluso con las personas con los mas bajos recursos del reino. Desde pequeña, corría tras mi madre que al casarse con mi padre obtuvo un título real y se vio obligada a darle menos atención a sus plantas y más al reino. El labor que había escogido, fue que todos y cada uno en el reino recibieran educación independientemente de su edad, estatus o género. Se había capacitado como midgardiana y había capacitado a cientos a lo largo de los años, si las cifras no fallaban, solo un mínimo porcentaje que se había negado por vergüenza no tenía estudios, pero si un oficio que le daba todo lo que necesitaba.
De alguna forma los había visto toda mi vida y fue gratificante la atención que me obsequiaron las personas mientras cruzaba los pueblos hasta mi hogar.
- Podrás subestimarte a ti misma lo que quieras - mi padre se inclinó de su caballo hacia mi y le miré con atención - pero si miras sobre los pasos de los antiguos gobernantes, sabrás que no hay ninguno con tu voluntad y tu amor al reino.
- Es un requisito del Fenrir amar al reino.
- Es requisito el amor y lealtad a la corona, no el amor a su gente.
Intenté replicar, pero sentí un estridente sonido venir de lejos, el pitido fue tan fuerte que me hizo daño en los oídos y admiré el castillo a lo lejos. Algo cayó del cielo, el impacto fue a mi cuerpo como un golpe de energía sin escatimar en el dolor. Algo demasiado fuerte, poderoso.
- ¿Hope?
Ignoré el llamado de mi padre y subí a mi caballo con rapidez, su relinche alertó a mi guardia y el viento golpeó mi rostro mientras galopaba por aquel ancho y largo camino a mi hogar. Aquella sensación erizando cada vello de mi cuerpo me parecía repugnante, algo no iba bien y tan pronto llegué frente al castillo, pude ver a Thor y a mi madre parados uno junto al otro, frente a un hombre casi tan alto como el primero, con los cabellos negros y la piel blanca.
El hombre iba armado y aunque quise darle atención y un contexto claro a sus palabras, solo bajé recibiendo la atención de mi madre por un momento. El hombre miraba a Thor como si fuese superior a él, lo miraba también como un toro furioso, con los ojos oscuro brillantes.
- ...porque no tenías derecho alguno, de matar a una raza entera.
Admiré como el desconocido alzaba una espada y señalaba al Dios del trueno con la punta, mi ceño se frunció.
Una raza.
- No voy a luchar contigo, mucho menos en Midgard - la voz de Thor llamó mi atención, y le miré sin moverme, pero si alzando mi preciado rosal hacia mi madre que alzó la ceja con interés hacia mi.
Ella y yo sabíamos que ella no necesitaba que yo la proteja, pero yo no iba a luchar sin asegurar que esté a salvo, ni ella, ni Tamar a unos metros parada, con el ceño fruncido, con una delicada daga que Tarek le había obsequiado.
- ¿Tan cobarde te hacen los simples y asquerosos mortales? - ah - Voy a cobrarme la justicia que merece el Fierro, que tú y el rídiculo tratado pactado por el Fenrir no tenían absolutamente nada que ver con los Fierranos. ¿Te parece justo, Thor? Batallar en contra de mortales pero no te atreves a pelear conmigo.
Oí la risa ronca y burlona de Thor, iba desarmado como por algún motivo siempre andaba en el castillo e incluso, tenía prendas muy de la nobleza de Valëdka. .
- Vete, Tyr. Pierdes tu tiempo.
Oír aquel nombre fue casi impresionante, mis ojos vagaron por su figura y pude apreciar la falta de una mano, aquella que el Fenrir la había arrebatado.
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El destino de los Dioses
General FictionHope nunca toleró la sola idea de rendirse, tampoco la idea de perder a los suyos. Cuando se convierte en portadora de uno de los monstruos más grandes del mundo empieza una lucha violenta en lo que creyó su vida y lo que será, la sangre está tallad...