Al comedor diario le habían agregado tres mesas más del tamaño de la primera, todo lucía ordenado y listo, y solo estaba parada en la puerta, esperando y admirando el trabajo hecho por los trabajadores del castillo.
Si fuese una trabajadora más, mi jornada acabaría tras la cena y si era de las que vivía fuera del castillo volvería a una pintoresca casa en algún lugar de la ciudad, probablemente con mis padres o sola en un lugar solo mío. Tal vez, podría incluso tener algún pretendiente.
Pero no lo era y estaba atada a la corona me guste o no y era lo mismo que iba a hacerle a mis primos, atarlos e impedir que de forma alguna decidan sin más que hacer y alejarse del castillo como si nada, eso no era posible y lamentaba mucho que así sea.
Lo lamentaba por ellos.
Por mi.
La mano firme de mi parte se posó en mi hombro, no necesitaba girarme para mirarlo y saber que era él, lo conocía, su energía y la de mi madre eran similares, fácil de reconocer aunque esté nublada en cada sentido posible, como aquella bruma en mi cabeza.
La noche estaba cayendo y Usher no despertaba.
¿Cuánto más le tomaría? Le había prohibido morir, mi padre lo había hecho y me causaba asco siquiera imaginar que lo haga, no toleraba perder, de ninguna manera.
— Lo estás haciendo bien.
— Los estoy condenando a todos.
La mano de mi padre se movió y me tomó por el mentón para que le mire, me sonrió, sus ojos azules brillaron mientras apartaba con la mano libre mechones rebeldes de mi cabello y acercándose posó un pequeño beso en mi frente.
— No condenas a nadie Hope, seguirán siendo ellos, pero si...— se detuvo, tragando duro por lo que significaba, arrugó la nariz y siguió — ellos seguirán siendo ellos, con aquellos caprichos y amigos por doquier, pero con una responsabilidad, yo estuve en su lugar y se que lo harás incluso mejor que mi padre y sus hermanos.
Entrenarlos, esperar paciente y si tenía suerte alcanzar a ver a mi sucesor.
— ¿Y si no me da el tiempo? Iremos por los Fierro y podemos neutralizar a cualquiera a nuestro alrededor, pero Thor está aquí, ¿Debo esperar a que Odín toque a la puerta y reclame todo aquello que cree que no le parece en Midgard?
— ¿Crees que Thor sea el principio del Ragnarok?
— Podría — murmuré y admiré la fila que atravesó las puertas, seis de mis primos hicieron aquella reverencia ridícula y se acercaron a una de las mesas, esperando a que tome asiento así como esperaban a Usher.
— Hablaré con tu madre, sabrá ella que quiere Thor en Midgard.
Por la puerta aparecieron los capitanes de orden, Tamar iba colgada de Tarek y sonreía encantada por algo que decía, era una rarita a veces.
— De acuerdo.
— Hope — Finral asíntió en modo de saludo y se detuvo un momento frente a mi padre en modo de respeto — creo que cuando ordenaste que estemos en el castillo olvidaste que tengo un esposo y dos hijos.
— ¿Estás dudando de mi memoria, capitana? ¿Acaso quieres morir?
Finral inhaló profundo, impaciente.
— Solicito permiso para irme a casa y arropar a mis hijos — sus ojos brillantes se posaron en mi padre, esperando que él si se lo conceda.
Yo intervení, posando la mano en el hombro de mi padre para mirar a Finral a los ojos.
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El destino de los Dioses
General FictionHope nunca toleró la sola idea de rendirse, tampoco la idea de perder a los suyos. Cuando se convierte en portadora de uno de los monstruos más grandes del mundo empieza una lucha violenta en lo que creyó su vida y lo que será, la sangre está tallad...