Capítulo IX

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— Me gustaría decir que la paz que conocían era real — pronuncié, mirando a todo aquel a mi alcance — me gustaría decirles que todo será como antes, pero aquel sistema es lo que nos trajo hasta ahora en una mentira mal formulada — admiré como las personas parecían sorprendidas, lo estaban y lo odiaba, ellos merecían saber que aquella falsa paz era una enemistad peligrosa —esta es la nueva Valëdka, este nuevo reino que sabe que para que exista paz, debe existir la guerra primero y para ello, seremos los ganadores de este caos, por Valëdka, por nuestros caídos y por el futuro que merecemos. Los necesito y espero estén dispuestos a luchar conmigo, así como estoy dispuesta a pagar la paz con mi propia sangre. 

— ¡Gloria a la reina! 

Arrugué la nariz, en definitiva no me hacía gracia. 

— Gloria a Valëdka — pronuncié y mis orejitas nuevas dolieron por lo fuerte de los gritos y aplausos. 

Me despedí con un asentimiento y me adentré al castillo, mi padre junto a mi sonrió mirándome y aparó unos mechones de mi rostro suavemente. 

— Bien hecho, pequeña — sonrió, contagiándome al instante y me abracé a él por un momento viendo a los capitanes de orden aparecer de apoco, con el consejo y mi madre, detrás de ellos, visualicé al montón de niños y adolescentes, incluso la pequeña Vi, en brazos de su hermano mayor, esperando a saber para qué los llamé a todos. 

La línea sanguínea de los Nátur era muy extensa, tanto que hace cuatro generaciones, era un bisabuelo lejano el rey y no un bisabuelo de mi línea directa. 

Enderezándome me fijé en los capitanes de orden, lucían cansados y probablemente no se habían siquiera sentado a comer algo desde el atentado, pero no teníamos tiempo, corríamos contra cada movimiento de la aguja del reloj. 

— ¿Nos necesitaba, majestad? — Deskian me miró por un momento, se notaba incómodo. 

— Solo Hope — musité y sonreí levemente, asintió y esperó paciente a que hable — atacaremos en tres días, llegaremos a ellos al amanecer, para el medio día colgaremos la cabeza del rey del Fierro en una plaza publica. 

— ¿Q-qué?  —  Oakin soltó, sus ojitos azules se abrieron enormemente por la impresión, mi madre se apresuró a tomar su mano y sonreírle asegurándole que bromeaba, con ello agregó un "Tiene tres años Hope" que me hizo asentir. 

 — Lo colgaremos con cabeza incluida entonces, lo importante es que morirá y deben saber que ya están esperándonos, así que preparen sus ordenes, capitanes y duerman con un ojo abierto. No podemos permitirnos que dañen a los nuestros. 

— ¿Quieres que cerremos frontera? —  Finral cuestionó con los brazos cruzados, era la más seria entre capitanes y hablaba casi nada. 

—  No, maten si es necesario. 

—  ¿Somos asesinos por gusto ahora? 

Miré a Mild, el chico escuálido que siempre estaba con el ceño fruncido y parecía odiar a todos, el chico que gustaba de una fierrana que residía en cerca de las fronteras desde que era una cría. 

— Somos lo que tengamos que ser. Capitanes, vayan a casa, descansen y cuídense.  

Dejé que se vayan, los guardias también y miré a los veintiún chicos y chicas que conformaban mi generación de VanagandrNátur, Elio al fondo estaba desalineado, y era extraño de ver de alguien que siempre valoró su belleza. 

— ¿También escuchas con las orejas de arriba? 

Miré al niño por un momento y asentí inhalando profundo, podía solo decirles que tendrían que vivir en el castillo y estudiar el doble, o decir directamente que si algo malo me ocurría uno de ellos sería el siguiente, por lo que fui más directa y me sostuve las manos por la espalda en silencio. 

—  Uno de ustedes será el portador cuando muera o esté en las misma condiciones que el tío Usher, casi muerta, así que van a entrenar y aprender, el que no lo haga será la comida del Fenrir.  Yo soy el Fenrir. 

— ¡Hope! 

Sacudí la cabeza al oír a Tamar, ignorándola. 

— Tienen el día para mudarse, el ala oeste va a servir de internado, mi madre estará a cargo, recibirán las mismas instrucciones más las adicionales del control de dones, manejo de armas, estrategia de guerra y muchas más, sean reyes o no, Valëdka necesita que se comporten. 

— Vi tiene un año, Hope. 

— Mejor.  Ahora retírense. 

Los vi irse y cuando Tamar se fue con su novio y mis padres finalmente fueron a descansar me encaminé a la sala principal, mi cabeza palpitaba e incluso mis piernas dolían por la sensación caliente de lo que quedaba de la armadura en mí, comería algo, organizaría la partida al Fierro y podría dormir un poco. 

 Los guardias me abrieron las puertas y me adentré con otro suspiro profundo como si puediese hacerme descansar, cuando me detuve viendo como el Dios del trueno estaba sentado en el sillón de la sala principal, leyendo un libro de cuentos infantiles con una taza de té junto a él que probablemente, lucía ridículamente pequeña en su mano. 

En definitiva, era muy hermoso, como la mayoría de los inmortales que existían, pero lucía extrañamente humano con aquel libro de colores y por un momento, quise comprender que hacía aquí. Pero no había un porqué, era un Dios, acostumbrado a hacer lo que quisiera, la verdad era que no tenían ni siquiera responsabilidades y era frustrante que yo esté cansada y él lea un libro que leía cuando en realidad ni siquiera sabía leer. 

— ¿Has pensado en que una humana no puede mirar así a un Dios? 

Levantó la mirada y sonreí con superioridad. 

— ¿Has pensado que me importa lo que una humana pueda hacer o no? Estás en mi castillo y yo decido que veo y que no, Thor. 

Alzó la ceja y admiré su piel blanca y cremosa que lucía suave, aunque tenía una pequeña cicatriz en la mandíbula que me parecía fascinante, ¿Quién pudo dañar a un Dios así? 

— No voy a privarte de mi belleza, reina de Valëdka. 

Sonreí, estaba segura que hasta los hoyitos de mis mejillas se marcaron y eso me puso algo nerviosa. Me centré, evitando que mi injustificado nervio sea obvio.

—  No puedes quedarte, Dios del trueno, es una batalla de humanos y nuestro tratado dice que no debes meterte. 

Me miró directo a los ojos y admiré con fascinación las líneas similares a rayos que parecían brillar en ellos por momentos. 

— ¿Meterme? Valkiria, solo estoy aquí viendo tus ojos verdosos.  

 


El destino de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora