tres.

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No queriendo, lo primero que hizo al despertar fue contestar el teléfono y eso fue porque en el transcurso de la noche no dejó de recibir mensajes, al que los envió lo conocía bien, comparte casa y cama con él o al menos solo cuando se digna a estar en ella.
――Sí, leí tus mensajes. ――Con su mano derecha sostenía él teléfono mientras la otra daba un masaje en su cien. ――No lo hice con esa intención, solo... Recibí una llamada del Hotel y yo- ――Se despegó la bocina del oído un poco. ――Sí, sí, lo siento. Yo también, nos vemos. ――Colgó y sopló de mala gana, esa no era la forma en la que quería despertar.

Pero a ese punto ya ni ella sabía lo que quería.

En la Sala sus escoltas en fila escuchaban bien las órdenes del Jefe que pasaba lista rigurosamente y se aseguraba de que al irse y llegar todo estuviese en orden.
――Montaremos vigilancia cuando lleguemos allá, uno de ustedes conmigo y los otros dos dispersos en las entradas y salidas.

――¿Vigilancia nivel...?

――Nivel seguramente llevara escote. ――Habló entregando sus auriculares.

――Nivel ahuyentar a los perros. Entendido. ――El de cabello platinado acomodaba su auricular y su radio.

――La Señorita Yaeri tiene la intención de tener los reportes listos sobre los resultados de sus últimos cosméticos, las reseñas y que agenden una junta con los principales inversionistas para discutir lo de la línea de ropa.
――Dio el mensaje a la recepcionista de la compañia. No le correspondía del todo a él anunciar todas esas cosas pero tenía que ayudar en lo que podía esa mañana mientras que su protegida se probaba vestidos.

Y en efecto, escogió el más bonito, aunque sus escoltas no sabían si era ella la que hacia al vestido así de bonito.

Escogió un rojo algo sutil, hacia tanto que no salía a eventos así, quería estar despampanante y, ¿Por qué no? Llamar la atención.

Jimin la esperaba en el auto, perdió en el juego de "piedra, papel y tijeras" y le tocó ser el chofer.
Subió a la amplia camioneta con dos de de ellos en la parte trasera.
――Traje unas lindas corbatas Rojas para que combinen con mi vestido. ――Ella sonrió contenta. ――Y por favor, si en algún momento se aburren o se sienten cansados, díganme y me iré a dormir para que todos podamos descansar.

――Señorita Yaeri, no tiene porque tener tanta consideración, somos  nosotros quienes deben seguirle el paso a usted. ――Daeji, el mayor de todos sus guardaespaldas sonrió.
Suele relacionarse la fama con la arrogancia. No puede negarse hay celebridades quienes hacen que esos tóxicos estereotipos predominen, pero los empleados de la compañía de Blossom Autumn corrían con la suerte de cuidar de una mujer tan buena como lo era su padre.
Daeji tuvo el placer de conocer al señor Songdeul antes de morir, solía ser su guardaespaldas, fue quien introdujo al nuevo equipo de Seguridad y nombró a Jimin debido a su impecable historial y opiniones que no pueden refutarse.

Cuando llegó a sus oídos que formaría parte de un equipo de Seguridad encargado de cuidar a una sola jóven, refunfuño como amargado y ahora no hay cosa que no haría por esa mujer y no sólo porque es su trabajo hacerlo.

Hoshi extendió su mano al salir de la camioneta, Yaeri hizo su entrada digna de una princesa y era así como la consideraban en Corea del Sur, teniendo gran influencia y ayudando a crecer a la economía de su país, Yaeri se sentía orgullosa de estar donde estaba luego de tener tanto miedo de no hacerlo bien.

“Perseverar tiene sus frutos”, Jimin dijo aquella ocasión en la que de estrés lloraba y valió la pena perseverar.

――Yaeri, querida. ――Haemoon la recibió, un viejo colega al que Jimin en especial detestaba, por ser muy perro, diría Hoshi. ――Te ves preciosa.

the guardian. pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora