Capítulo 4: Empieza lo duro.
Una vez llego a la planta de arriba me espera un trecho camino por el pasillo, hasta llegar a lo que nosotros llamamos "La Sala De Reuniones", todos los años, al empezar el curso los alumnos de la E.S.O deben ir allí para darles la "charla" de siempre, organizar horarios y dar las indicaciones de dónde debe ir cada uno. Me introduzco en la marea de niños y de no tan niños que ahora mismo hay por el pasillo. No soy muy alta así que para orientarme no puedo utilizar los carteles que hay en el techo, no los veo; sin embargo se me ocurre una idea, me iré fijando en los talones de la gente que tengo delante, no servirá de mucho pero lo menos caminaré en línea más o menos recta y no iré haciendo giros extraños. Empiezo a atravesar el pasillo siguiendo esta técnica, pero en seguida falla, la gente no camina muy en línea recta que digamos, sino que más bien es todo una odisea de pisotones, un empujón por aquí, un empujón por allí, de vez en cuando algún que otro pasa diciendo "paso que voy" o "cuidado que mancho", en realidad la mayoría sabemos que es una excusa para atravesar el atasco lo antes posible y no solemos hacerle mucho caso pero siempre hay algún inocente que lo deja pasar, con toda la buena intención del mundo, pero realmente le están tomando el pelo. Justamente veo que viene un chico, bueno ahora que me fijo bien son un grupo de amigos, éstos no ponen excusa, ni va diciendo que manchan, ni que tienen prisa, ni nada por el estilo, simplemente se dedican a ir dando empujones a la gente y por lo que intuyo van chillándoles algo a la gente que se interpone en su camino inconscientemente, aunque no distingo aún lo que es; están muy lejos. Vuelvo a dirigir mi mirada al frente e intento averiguar a qué altura del pasillo estoy, alguna referencia que me ayude a averiguar dónde me encuentro, nada, nada de nada, no veo absolutamente nada, y una chica enorme, tanto a lo ancho como a lo largo se ha plantado delante de mí y así mal vamos. Me empiezo a poner nerviosa, la verdad sin ninguna razón coherente, no hay nada que haya desencadenado este nerviosismo que fluye en mi interior, puede que sea porque me da la sensación de que queda poco para llegar a mi destino, o puede que sea que me dé miedo que alguien me empuje, o acabar en el suelo, o que se me caigan las cosas, o que ocurra cualquiera de éstas y la gente se ría de mí; "menuda estúpida" pienso e intento olvidar la posibilidad de que cualquiera de estas cosas ocurra. Ya casi me había olvidado de ellos cuando empiezo a oír sus gritos otra vez, "apártate de mi camino" grita uno, "es que no has visto que voy a pasar" chilla otro, pobre del que esté a su lado, sólo espero tener un poco de suerte y no cruzarme en su camino. Los gritos se acercan cada vez más y yo sólo puedo concentrarme en una cosa:
" Desear con todas mis fuerzas no estar delante de ellos"
Sigo andando, no me había dado cuenta pero la chica que tenía delante de mí, ya no está y eso me deja unos segundos para observar que hay delante de mí, lo veo estoy cerca y lo sé porque he visto el cartel del Aula 11 y si no recuerdo mal hay 16 Aulas en total y la 16 estaba al lado de "La Sala de Reuniones", eso es todo lo que alcanzó a ver antes de que otras dos chicas se pongan delante de mí. Sorprendentemente los gritos han parado, algo no va bien, a lo mejor les ha pillado algún profesor y les ha dicho que paren, no, no creo, a los chicos así nunca les pillan. Yo nunca podría ser como ellos, yo no tengo esa valentía para ir con tanta personalidad por la vida, no soy tan orgullosa, tampoco me importa no serlo, no creo que esté bien ser así, nada bien; no puedes ir por la vida como si fueras el único en este mundo, tienes saber convivir con la gente, saber... un escalofrío me recorre el cuerpo entero, de arriba abajo, noto un aliento en la nuca, y no es como el que había antes, está más cerca, noto también una presencia detrás de mí, "oh no en serio" pienso al darme cuenta de que solo puede ser una persona, más bien unas...antes de poder reaccionar si quiera y apartarme, una mano se apoya en mi hombro y yo, inconscientemente, no puedo evitar estremecerme. Me giro y ahí están, el mismo grupo de chicos de antes, el chico que tengo delante es enorme, quiero decir es alto pero grande, no gordo, grande, muy grande.
-¿Eres sorda o algo? ¿No nos has oído?, estamos pasando, qué haces ahí parada, ¿por qué no te has quitado de en medio?
No soy capaz de articular palabra, no sé qué me pasa, creo que es él, esa voz tan profunda, da algo de miedo, parece mayor pero yo diría que como mucho tiene un año más, si es que no tiene la misma que yo.
-Además de sorda, muda, chica lo tienes todo, vuelve a decir el mismo chico
-¿Te quitas de en medio o qué?
Hago caso de su "petición" en seguida, realmente yo creo que es más una orden, pero fuera lo que fuera me aparto. Van pasando uno a uno a mi lado y cada uno con su respectivo empujón- ¿no tienen espacio suficiente o qué?- y su mirada cruel en algunas ocasiones acompañada de una carcajada. El último del grupo me da un golpe en la parte de abajo de la carpeta y sin poder hacer nada para detenerlo, ésta cae al suelo, veo como todas mis cosas se esparcen por el suelo, folios, apuntes del año anterior, dibujos de esos momentos de "qué hago con mi vida" en clase, esbozo una pequeña sonrisa al verlos caer, no es el mejor momento para sonreír, pero me lo permito. No me había dado cuenta con tanto lío de que todo el mundo me está mirando, demasiada atención, lo odio. Sin perder un segundo más me arrodillo en el suelo y me pongo a recoger mis cosas sin esperar a que nadie me ayude. Estiro mi mano para llegar a una hoja que se ha quedado apartada de las demás, pero en el camino hasta ella algo se interpone, una mano, "ya han vuelto otra vez" no puedo evitar pensar, levanto la mirada y me sorprende encontrarme con unos ojos que no corresponden a los del chico de antes, que va, son totalmente de distintos, estos son verdes y de color miel alrededor y con motitas marrones por todo el iris; son preciosos, no inspiran dureza, más bien es ternura. Sigo levantando la mirada y ahí está, es uno de los chicos del equipo de natación, recuerdo haberlo visto alguna vez en las competiciones del colegio, cómo se llamaba... no me acuerdo. Mierda, sigo con la mano encima de la suya, la quito al instante y empieza a ayudarme a recoger las hojas "momento película de cine", pienso. De repente empieza a hablar:
-No les hagas caso, son así siempre, van de "guays" por la vida ¿sabes?, pero no lo son, no te lo tomes en serio, no se merecen tanta atención de verdad.
¡Qué dulce dios mío! Eso que acaba de decirme, me ha llegado, no sé si es porque nadie suele ser tan amable o por qué es, pero me hace sentirme mejor desde luego.
-Gracias, le digo aunque la palabra se queda corta con lo que quiero expresar.
Me termina ayudando a recoger todo y me ayuda a levantarme, para por favor, es lo único que pienso, le causaré problemas, siempre es igual, soy como el fuego, una pequeña chispa, desencadena una fogata que acaba convirtiéndose en un incendio imposible de extinguir, no soy una chica que caiga muy bien a la gente, si hay que meterse con alguien suele ser conmigo, y falta decir que me acabaré muriendo pronto, en fin, un poco de amabilidad desencadenaría una amistad o casi amistad, y cualquiera que sea amigo mío tendría que enfrentarse a burlas, empujones, insultos, yo he aprendido a vivir con ellos, pero sé que si hiciera una amigo/a intentaría defenderme o arreglarlo, aunque yo sé que no tiene remedio, se meterían con él también, le rechazarían, y no puede pasar eso, pero por eso he sido y siempre seré la apartada, algún par de buenos conocidos siempre tenido pero no más, me hice una promesa el día del hospital cuando vi llorar a mi madre , prometí hacer daño al menor número de personas posibles y así seguiré haciendo todo lo que me quede de vida, por mucho que cueste o mucho que tenga que sacrificar. Sin embargo solo puedo repetir:
-Gracias.
-De nada, me responde con una sonrisa.
- ¿Vas a la reunión?, me pregunta.
-Sí, le respondo, no se me ocurre nada mejor.
-Genial, ¿venga vienes?
-¿yo?
-Claro, responde algo extrañado.
-Sí perdona.
Y los dos vamos rumbo hacia lo que será una pesadilla
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