Capítulo 13:
Me despierto temblando y con las manos sudando, pero estoy acostumbrada. Cojo el "diario" y escribo lo mejor que puedo, teniendo en cuenta que me acabo de levantar.
9 de septiembre 2015
Me despierto temblando y con las manos sudadas otra vez. Esta vez ha sido un desierto, y no un bosque, y creo que el chico que me llamaba era mi padre.
Creo que mi teoría es cierta, creo que me recuerda día a día, noche tras noche, que un pequeño fallo, dejar el incendio propagarse demasiado, podría desencadenar en algo irremediable.
Me cuestiono una y otra vez qué hacer con Ethan, y con Diego.
Llevo tanto tiempo sola, aislándome, alejándome; sólo por no hacer daño a nadie.
Antes sólo evitaba juntarme con la gente, porque como todo el mundo sabe, llevo la bonita vida de ser el centro de los insultos de la clase en la que esté, amigo que he tenido amigo que ha intentado defenderme, cambiarlo, hacer que pare; pero yo muy bien sé que no se puede las personas somos crueles, hacemos daño y la mayor parte de las veces es intencionado. Y aparte de eso, me moriré pronto, así como dato.
Intenté cambiar para pasar desapercibida; lo decidí, después de mi enfermedad.
Adelgacé mucho por culpa de los tratamientos, siempre llevo ropa ancha y sencilla, no suelo hablar mucho en clase, ni en ningún sitio, no voy en autobús con los demás ni suelo mandarme mensajes con nadie.
El hablar ayer con Diego me hizo reaccionar, ¿qué hago? ¿me lo merezco? No sé, no sé.
Yo no me quiero a mí misma, intento que parezca que sí, aunque me cuesta un poco, nunca supe por qué ese nulo amor propio, supongo que nadie puede querer a alguien que se muere poco a poco, ni siquiera esa misma persona. Eso es todo.
El simple hecho de tener que desayunar me da asco, pero no más vahídos en una temporada.
Echo de menos el piano, hace un par de años que no toco, cómo no, dejé de tocar después de mi enfermedad.
Supongo que la gente normal cuando está a punto de morirse, y al final sobreviven, aprovechan más su vida, pero yo soy diferente, yo no me morí en el hospital aquel día, mi corazón sigue funcionando, mi sistema inmunológico es normal otra vez, y se supone que mis células se comportan como células en condiciones; pero ver sufrir así a mis padres supongo que me mató un poco por dentro.
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Me arrastro hasta el baño, me lavo la cara y me recojo el pelo, me miro al espejo y, no me gusta lo que veo.
Bajo arrastrándome, otra vez, por las escaleras, y llego a la cocina.
Mi padre ya se ha ido, y mi madre me espera para llevarme al colegio.
Subo me visto, me suelto el pelo, cojo la mochila y bajo otra vez; dios, ¿por qué tantos escalones?
Salimos de casa, mismo procedimiento de siempre, radio encendida, vista en la ventana, ni una palabra durante el trayecto solamente me dice "pasa un buen día" cuando me bajo del coche y yo otra vez, me despido con la mano.
Mismos pasos que ayer, camino hacia la puerta, las mariposillas hoy están más cansadas y no tienen ganas de juguetear por mi estómago, normal ayer no pararon quietas.
Por un momento me desvanezco en un mundo que ni siquiera yo conozco, en el que todo se vuelve un eco, como ayer con las presentaciones, pero hoy no me encuentro mal.