Capítulo 8: Al despertar de un suspiro.

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Capítulo 8: Al despertar de un suspiro.

Estoy en un bosque, muy grande, enorme, joder gigante. Mire a dónde mire hay árboles y más árboles, y espera, sí, más árboles. ¿Qué hago aquí? ¿No se supone que estoy en el colegio? ¿Qué ha pasado?

Al fondo se ve a alguien, su cara me resulta familiar. Estoy perdida en medio de un bosque, así que ir hasta esa persona es mi mejor opción ahora mismo, según me voy acercando se le distinguen algunos rasgos, me resulta tan familiar, es un chico eso seguro, pero ¿quién?, me sigo acercando, y se me empiezan a dormir las puntas de los dedos de los pies, que raro. Sigo andando y parece que no vaya a llegar nunca. Los minutos pasan. Cinco, diez, veinte, cuarenta minutos, y nada, no consigo llegar. La debilidad me consume con cada paso que doy y me desespero al ver que no avanzo, pero ¿cómo, si el


chico del fondo no se está moviendo? Respiro forzosamente y las rodillas me fallan cada cierto tiempo. Alguien me da un codazo por detrás, en décimas de segundo me doy la vuelta y veo que el que me ha dado ese codazo es Ethan,

-¡Corre! Me grita.

-¿Por qué? Le pregunto.

-¡Corre! ¡Antes de que sea demasiado tarde!

-¿Pero qué pasa?, Ethan por favor ayúdame

Y desaparece, me giro y el chico del fondo que había antes me llama con un gesto. No entiendo nada, ¿qué está pasando?

-¡Vamos! me grita, y reconozco esa voz, la reconocería en cualquier sitio, es Diego.

Así que corro, más que nunca, intento llegar hasta él, pero algo no permite avanzar, mis rodillas empiezan a temblar, pero yo sigo corriendo.

Aunque está muy lejos, oigo como suspira, suspiros de desesperación.

-¡Vamos! me vuelve a decir, pero está vez retumba por todas partes, como si estuviéramos en una cueva, pero estamos en un bosque, esto no tiene sentido, pero parece tan real.

Corro y corro; no consigo avanzar. Una luz blanca empieza a brillar detrás de Diego. Empieza despacio, pero va avanzando, cada vez más deprisa. Ya casi no consigo verle. Levanto un brazo para poder tapar la luz, pero no sirve de mucho. Las rodillas flojean, agonizantes, esto es demasiado para mi cuerpo. Empiezan a retumbar voces por todos lados, la de Ethan pidiéndome que corra, gritando que si no será demasiado tarde, suspiros de desesperación, el tic-tac de un reloj, pisadas fuertes por todos lados, la voz de Diego llamándome. ¡Ayúdame! le grito en silencio, ¡por favor!, le vuelvo a pedir. La angustia y la impotencia me desgarran por dentro y no sé que más hacer. La luz blanca avanza hacia toda velocidad delante de mí, pero también lo hace por los lados, por detrás, por los lados y Diego desaparece. Ahogo un grito de impotencia, y noto como una lágrima se derrama por mi mejilla derecha.

Otro suspiro.

No puedo más, me dejo caer al suelo y dejo que el miedo se apodere de mí. Levanto la mirada y sigo notando como se derraman lágrimas por mis mejillas. El cielo está azul, es precioso. Bajo la mirada, miro hacia los lados, hacia delante y hacia atrás y el destello blanco está rozándome. No puedo aguantarlo más, vuelvo a mirar hacia arriba y veo que el destello me ataca desde arriba también y un grito que llevaba contenido en mi garganta sale de ella, sin mi permiso.

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Abro los ojos, aunque no recuerdo haberlos cerrado. Un destello blanco me ciega la vista, aunque esta vez no viene del cielo, sino del techo. Ya no hay árboles, sino paredes blancas. Sí que se oyen pisadas, pero provienen del pasillo ¿serían esas las del bosque en que estaba hace apenas unos segundos? También distingo el tic-tac de un reloj, es del que está en la pared de la izquierda, ¿sería eso también...?

Diario De Una AdolesceneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora