Capítulo 11:
Guardo la nota de Ethan en mi bolsillo, y empiezo a andar. No sé en qué aula nos toca, así que me limito a seguir a la masa de los de mi clase por el pasillo.
Llegamos a lo que creo que es aula 10 y entramos, todos en grupos, menos yo. Quiero hablar con Diego, lo necesito, aunque sea un simple gracias, así que lo primero que hago al entrar es buscarle con la mirada. Ahí está con David, Abel y Ethan, me da un poco de corte ir ahí estando Ethan delante.
Diego se gira y otra vez, no sé cómo, dirige su mirada al punto justo en el que ambas, la suya y la mía, se cruzan; al verme sonríe y sorprendentemente se acerca.
-Hola Aud, ¿cómo estás?, empieza diciéndome.
-Mejor, le aseguro.
-¿Qué les has dicho a los demás?
-Les he dicho que te encontrabas un poco mal, que te has tomado una aspirina, pero que no era nada importante; y que te has tenido que ir al dentista y por eso has tardado más. Le he intentado quitar importancia para que no te "comieran" a preguntas al volver, espero que no te importe.
-¡En absoluto! No sabes lo mucho que te lo agradezco, odio que me "coman" a preguntas, los dos nos reímos, nos miramos, y la vergüenza nos invade. A pesar de ello sigo hablando, sin apartar ni un segundo mi vista de su increíble mirada, me tiene totalmente.... ¿enamorada? No lo sé aún, ¿te puedes enamorar en un día? Sólo sé que le quiero, no sé cómo qué, pero le quiero, le quiero a mi lado, ¿estoy siendo egoísta? No lo sé. No importa. La verdad es que no sé como agradecerte todo lo que has hecho hoy por mí, en el pasillo, en "el dentista"...
-No tienes que darlas, me contesta antes de que termine la frase.
Los dos queremos decirnos lo que ninguno estamos seguros de saber, ¿qué hay entre nosotros? No lo sé, pero me tiene totalmente enganchada.
Observo la clase, el caos lo ha consumido todo, una silla voladora por aquí, una carrera a rastras por allí, zapatos y estuches usados cual discos voladores... no puedo evitar dejar de mirar a Diego, mirar el caos, y...reírme, sí, a carcajadas, odio mi risa, pero me permito reírme.
Por el rabillo del ojo veo que Diego también se ríe y se acerca más a mí, y aunque se ríe no deja ni un segundo de mirarme.
-¿Qué? Le pregunto medio riéndome todavía.
Sonríe, y afirma con la cabeza. Finalmente me responde:
-Tu sonrisa es tan perfecta como tú, y suspira, y suspiro, y no me creo lo que me dice. Está tan loco, y me gusta tanto su locura.
Por un momento nos quedamos ahí, el tiempo se congela y nuestras miradas se unen ¿me quiere? ¿le quiero yo? No lo sé, no lo sé.
-¡Viene el jefe de estudios!, el grito de Ian nos saca del trance a los dos y corremos a sentarnos, no juntos, es de uno en uno, y yo me quedo sin mi oportunidad de responderle.
-Chicos siento deciros que vuestra profesora de música no ha podido acudir hoy a clase, y no hay nadie para sustituirla. Os podéis ir ya del colegio, y quien lo necesite se puede quedar hasta que lleguen sus padres.
En cuanto sale por la puerta, una marea de gritos de alegría, abrazos, bromas y risas inunda el aula 10.
Salgo del aula con discreción y sin despedirme de los demás, voy por el pasillo reflexionando por lo que me ha pasado durante el día. Bajo las escaleras, y aunque es mucho más fácil que subirlas, cuando llego a la planta de abajo tengo el aliento un poco entrecortado; atravieso lo que queda de pasillo. Al pasar por las puertas principales me estremezco, me estremezco no por miedo, supongo que haber superado este día me resulta tan extraño como increíble.
En cuanto salgo, saco el móvil del bolsillo y le mando un mensaje a mi padre para que venga a recogerme.
Me quedo esperando a que mi padre llegue al lado de las puertas azules del colegio, pero ahora no pienso en nada, simplemente espero.
De repente alguien me toca el hombro izquierdo, me doy la vuelta, y ahí esta tan resplandeciente, Diego.
-Hola Aud, me dice, mira es que antes se me ha olvidado darte esto, y me da una hoja que creo que es de mi carpeta, bueno hasta mañana, y se empieza a alejar.
-Hasta mañana, le digo, y sin yo decidirlo, le doy un beso en la mejilla izquierda.
Se pone colorado y se va medio corriendo medio andando.
Mi padre llega y subo al coche
Y me alegro tanto de haber hecho lo que acabo de hacer, y me arrepiento tanto.
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