Capítulo 9: Mi fiel amiga ahora y siempre

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Capítulo 9: Mi fiel amiga ahora y siempre

Esta vez lo que despierta no es ni un destello de luz blanca, ni el tic-tac de un reloj, ni el murmullo de unas pisadas, ni los suspiros del chico en el que no puedo para de pensar, en vez de eso me despierta un ruido, el ruido de algo al fondo de la enfermería. Estoy despierta, pero no he abierto los ojos todavía y me planteo la opción de volver a dejar que el sueño me atrape, pero creo que debería despertarme del todo y además probablemente mis padres ya habrán llegado. Abro los ojos poco a poco, primero lo suficiente como para distinguir manchas de color y espero a acostumbrarme a la luz, cuando lo hagolos abro un poco más y dejo que se vuelvan a acostumbrar a la luz, para luego abrirlos un poquito más, y así sucesivamente. Cuando ya abro los ojos del todo pestañeo un par de veces para espantar el sueño, ya veo de donde venía el ruido, es la Doctora María que está colocando la mesa del fondo. Decido incorporarme porque me he cansado de estar tumbada, y al hacerlo hago ruido lo que provoca que la Doctora María se gire.

-Hola, por fin te has despertado, me dice. Tus padres estarán a punto de llegar, creo que estaban hablando con tu tutor, bueno ¿cómo estás?, menudo susto nos has dado el primer día.

-Mejor, le digo con una media sonrisa.

Siempre ,me ha gustado la Doctora María, tengo confianza con ella porque pasé mucho tiempo en su camilla, hablando, resolviendo sus preguntas, haciéndome compañía mientras esperaba a que mis padres vinieran arecogerme, todo esto antes de ingresar al hospital, cuando estaba enferma.

-Como ya te habrán dicho, sigue diciendo, has tenido una bajada de tensión fuerte, pero no ha hecho falta llevarte al hospital. Tienes un nivel muy bajo de glucosa en sangre, más los nervios del primer día, y que la temperatura es más o menos alta, es la receta perfecta.

Le sonrió a modo de respuesta, porque no sé qué decirle. Una cosa de las cosas que me ha dicho se me queda grabada, "el nivel muy bajo de glucosa en sangre", ese era una de las cosas causadas por el fallo inmunológico, atacaban a mis células suprarrenales, y no les permitían producir la glucosa necesaria. Una prueba más, es lo único que alcanzo a pensar antes de que llamen a la puerta.

-¿Se puede?, pregunta una voz que parece la de mi madre, detrás de la puerta.

-Adelante, dice la doctora María.

Mis padres, los dos, entran por la puerta, la primera reacción de mi madre es preguntarme:

-¿Audry, cariño, estás bien?

Y yo asiento

Mi padre sin embargo se limita a decirme "hola cielo", acercarse y darme un beso en la frente.

A continuación ambos se van a saludar a la Doctora María, y ésta me pide que sea yo quien les explique lo que ha pasado. Y empiezo a contarles lo que ha pasado desde el principio, aunque suprimo la parte de que estábamos haciendo unas presentaciones, y les digo que me encontraba mal y que salí al pasillo en busca de un baño, también les cuento que un compañero de clase y el profesor, aunque en realidad no es cierto porque sólo vino Diego y al rato vino el tutor, vinieron a ayudarme y que luego me desplomé. Voy a seguir con la historia cuando la doctora María me empieza a hablar:

-Bueno y ahí es cuando entro yo, me la trajeron aquí, la hice un par de pruebas y estaba claro que había tenido una bajada de tensión muy fuerte, pero no era necesario llevarla al médico.

-¿Y por qué ha tenido una baja de tensión?, pregunta mi madre preocupada.

-Bueno el calor, los nervios del primer día, y... el nivel bajo de glucosa en sangre, sigue diciendo.

La cara tanto de mi madre, como de mi padre, cambia a una expresión de preocupación, y yo sé porqué, se esperan, lo que yo pienso y casi estoy segura de que sea cierto: he recaído. Sin embargo antes de que puedan realizar algún comentario o pregunta al respecto, empiezo a hablar:

-Bueno eso lo puedo explicar...el caso es que esta mañana con las prisas y eso se me ha olvidado desayunar...
María me mira con cara de desaprobación y mis padres también así me apresuro a decir:

-No volverá a pasar, prometido.

-Eso espero, dice mi madre, bueno vamos a por tus cosas que nos vamos a casa.

¿Cómo? ¿Por qué? No me puedo ir casa, no, y menos hoy.

-Pero mamá ya me encuentro bien

-Ya pero tienes que descansar, me dice.

-Por favor déjame quedarme, le pido.

Mis padres miran a María esperando su aprobación y ésta asiente con la cabeza.

-Si se empieza a encontrar mal, los llamaré lo antes posible.

Mi madre sigue con cara de desaprobación, pero mi padre da el visto bueno, así que consigo quedarme.

Le vuelven a dar las gracias a la doctora María, me dan un beso y se van.

-Gracias, le susurro a María, mi fiel amiga, ahora y siempre.

Me levanto y con cuidado voy yendo hasta el aula 2 para buscar mis cosas.

Diario De Una AdolesceneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora