ÉL

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ÉL

Tus novios eran algo que me costaba un poquito más de tolerar, pero lo hacía.

El problema contigo, es que te enamoras a base de ilusión. Y cuando la ilusión se rompe, me llamas, diciendo que te duele el corazón. A mí también me duele, Kass.

Hasta hace un año, las cosas eran casi perfectas. Yo estaba enamorado de ti, lo sabía y… pues tú no. No lo estabas de mí, ni lo sabías. Pero seguíamos juntos, y eso era lo importante. Hasta el maldito día en que lo conociste.

Mi peor pesadilla, la persona que más odio en este mundo, y en los otros si es que existen.

No lo odio por el hecho de que sea tu novio, ya que solo soy tu mejor amigo. Lo odio por todas las veces que te ha hecho llorar.

Lo conociste el verano después de nuestra graduación del instituto. Yo no estaba allí, pero me lo contaste al día siguiente. No voy a mentir diciendo que no estuve un poco celoso, porque el amor es así. No te reproché nada, en ningún momento lo hice y creo que jamás lo haré. Simplemente te dije que tengas cuidado y que vallas despacio. No me hiciste caso, como la mayoría de las pocas veces que yo me comporto como un chico sensato y trato de aconsejarte algo.

Salieron un par de veces y a unas semanas de haberlo conocido me dijiste que te había pedido que fueras su novia. Aceptaste, claro.

Yo lo conocí unos días después de que “formalizaran” su relación. Al principio, parecía un chico amable, encantador, como lo describiste. Tiene ese tipo de belleza clásica: alto, con el cabello rubio tirando a castaño, ojos celestes y sonrisita amable.

Pero en el fondo, siempre supe que algo andaba mal con él. Era demasiado perfecto. Demasiado irreal. Lo atribuí a los celos y no te dije nada, por miedo a que me alejaras.

No es que me diera miedo que te enteraras de que te amo, algún día tendrías que hacerlo. Pero no creí que la mejor manera sea portándome como novio celoso y desconfiado. Qué ironía.

La primera discusión que tuvieron, fue un mes después. Cuando su relación parecía ir de maravillas, tuvieron una tonta pero fuerte discusión, por alguna banalidad que no me contaste. Y eso tuvo que ser más grave de lo que parece, porque para que la muy habladora Kassandra que siempre me contaba absolutamente todo omita ese detalle, era algo malo. Pero eso no importa. Lo que importa es que lloraste mucho por él.

Y esa solo fue la primera razón para empezar a odiarlo. Nunca lloraste tanto por alguien. 

Chica del corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora